Muere el torero Rafael Ortega, triunfador de corrida en pandemia
MORELIA, Mich., 11 de mayo de 2023.- La partida intempestiva del matador Rafael Ortega El Señor de los Tres Tercios nos tomó a todos por sorpresa y nos cala a quienes lo admiramos por su honestidad torera, por la belleza de sus lances, porque siempre entró al redondel a gustar y gustarse. Hoy, por ello, imposible no extrañarlo como se extraña a los elegidos, en virtud de que lo suyo fue siempre de un torero de estatura mayor.
Durante su vida taurina, que fue hasta el último de sus días, enfrentó a todo tipo de toros, a muchos muy bravos, que son los mejores, pero también a mansos de peligro sordo, y a todo les pudo. De la mayoría obtuvo trofeos bien ganados y, casi siempre, ovacionados, por ese arte tan suyo que desplegaba con el capote, las banderillas y la muleta, amén de que era muy buen estoqueador.
Pero llegó el día en que le salió el peor de todos los toros y no pudo con él, porque lo empitonó en el miocardio. El derrote tomó por sorpresa al torero tlaxcalteca, no lo vio llegar, porque disfrutaba con gran placer de una faena en el agua de una alberca. Salió y se desvaneció, de allí al hospital, donde el lunes hizo el paseíllo a otras galaxias.
Ortega enamoraba con su arte, por eso lo seguí y jamás me defraudó. Era de esos toreros que hasta en la peor de sus tardes obsequiaba detalles, capotazos, pares, muletazos y/o estocadas que desquitaban el boleto y provocaban la admiración y, cómo no, la división de opiniones, porque así sucede con los más grandes, a los que por su grandeza les sobran detractores, esos que son admiradores confundidos.
La última vez que lo vi torear fue en plena pandemia, el 2 de noviembre del 2020, en el Cortijo la Maestranza de la capital michoacana. Alternó con Paco El Decano Doddoli, Héctor Javier Tapia Calita, Antonio El Virrey Mendoza y Emiliano Villafuerte El Moso. Esa Noche de Muertos y Covid 119 despacharon un encierro de la dehesa tlaxaltea de Rancho Seco.
Rafael Ortega y el Calita desorejaron al que les tocó en suerte. Los michoacanos los vieron salir a hombros porque ellos no tocaron pelo. El público, poco por razones de prevención por aquello de los contagios, quedó satisfecho. Y, yo, muy feliz por lo que pude disfrutar de El Señor de los Tres Tercios, que fue mucho de su esencia.
Se fue Rafael Ortega, pero nos dejó grabadas en mente, alma y corazón faenas imborrables e imágenes en las que lo visualizamos con rabo, orejas y la gran sonrisa que hablaba de su satisfacción por el deber cumplido. Yo, además, tuve la fortuna de presenciar su última gran faena en Morelia. Con eso me quedo… Hasta pronto y gracias, señorón. Así sea.