Apatzingán y sus cortadores de limón/Gerardo A. Herrera Pérez
El Valle de Apatzingán, goza de un gran prestigio: agrícola y ganadero, que le ha dado su gran productividad a través de los años; desde aquellos campos algodoneros y sus despepitadoras, hasta los empaques de diferentes frutos, entre ellos los cítricos y sus procesos de transformación para agregar valor.
Hoy, en Apatzingán hay una fuente de fuerza de trabajo de expertos en la producción, manejo y corte del limón, a éstos últimos se les ha llamado los “cortadores de limón”, a ellos y ellas me referiré.
Los cortadores de limón se reúnen en la glorieta Lázaro Cárdenas de la Cabecera Municipal de Apatzingán, desde las 3:30 de la mañana; salen a bordo de camionetas y camiones en punto de las 4:00 de la mañana los lunes y jueves de cada semana para realizar en diferentes huertas de limón, el corte de éste.
En semanas pasadas tuve la oportunidad de saludar a los cortadores de limón en su lugar de concentración; ahí escuche diferentes narrativas de éstos, ellos nos expresaron sus necesidades y nos solicitaron que el corte se realice de manera permanente todos los días de la semana, ya que al hacerlo solo dos días sus ingresos no alcanzan para atender sus necesidades y las de sus familias.
El punto de reunión de los cortadores de limón, permite que oferentes de bienes y servicios establecidos y semifijos ofrezcan de todo: desde el clásico café con bolillo, arroz con leche y pan, tortas, tacos, e infinidad de productos entre jugos, licuados, y cigarros, refrescos y cerveza. Todo se vende, todo se compra, interprételo, todo.
En mi visita estuve con mis amigos Walter, Yolanda y Dalia; ellos, estuvieron ahí conmigo, saludando, apapachando y disfrutando de las narrativas que nos ofrecían los cortadores de limón, también expresamos nuestra solidaridad y nuestra visión de cómo tendríamos que trabajar para mejorar las condiciones de vida de los jornaleros agrícolas o bien de los llamados cortadores de limón.
Los cortadores de limón nos expresaron los años que llevaban realizando éstas tareas, la vida que habían dejado en las huertas y la falta de mecanismos de respeto a la fuerza de trabajo, y de un patrimonio para morir de manera decente como pensión a sus largos años de trabajo; los cortadores de limón también expresaron que van formando a las generaciones que vienen, toda vez que son los responsables de proporcionar la información y de qué de ellos se abreve la experiencia para ser cortador.
Los cortadores de limón, no cuentan con los sistemas de seguridad social, que atiendan las enfermedades que les aquejan, toda vez que en su mayoría esta inscritos en el Seguro Popular, pero éste no atiende todas las enfermedades, ni da todos los medicamentos, ni brinda todos los servicios hospitalarios, situación que agrava su precariedad para atender la salud.
Nos expresaron que viven en condiciones de pobreza, debido a que solo cortan dos ocasiones a la semana y ello, nos les permite atender sus mínimas necesidades, de esta manera, los días que no lo hacen se contratan como peones de albañil, limpiadores de huertas, y otras actividades de comercio ambulante o bien colaborando en servicios como en vulcanizadoras, o en venta de productos del campo.
Al terminar la salutación de los cortadores de limón y sus autoridades gremiales, nos dispusimos con Yolanda, Walter y Dalia a saludar a todos los oferentes de los bienes y servicios que ahí se distribuyen; las condiciones de vida de éstos también son de alta precariedad, hay gente que prácticamente abre su cajuela del carro y tiene un autoservicio, oferta de todo, otros lo hacen a través de mobiliario plegable para la comodidad del cliente en el consumo de sus alimentos, otros más los expenden parados, en distintos formatos: comercio regulado y al aire libre.
Las conclusiones que abordamos con mis pares Walter, Yolanda y Dalia serían las siguientes:
Precisamos que cuando mencionamos cortador de limón nos referimos a hombres, también a las mujeres, niños y niñas, y adolescentes quienes trabajan con sus padres en esta actividad agrícola.
Los cortadores de limón llegan a pie a la Glorieta Lázaro Cárdenas, porque a las tres de la mañana no hay camiones o servicio público de transporte; llegan caminando de sus domicilios, que se ubican en las zonas alejadas del punto de reunión, donde se concentran para ser transportados a las huertas.
Los cortadores de limón llegan entre las 3:00 a las 3:30 am; al no cocinar en sus domicilios, prácticamente llegan a comprar lo que van a desayunar, por lo que de su jornal del día habrá de descontarse lo del almuerzo; una manera de que los oferentes se apropien mediante sus servicios de una parte del salario de los cortadores de limón.
Por otro lado, las leyes, las autoridades y los dueños de las huertas les quedan a deber social, económica y legalmente a los cortadores de limón; primero, porque no hay mecanismos institucionales y de lógica agrícola para que se corte el limón diario y no solo dos días por semana; segundo, las leyes no los protegen, no cuentan con un sistema de seguridad social, cuentan con el Seguro Popular que no cubre todas las enfermedades, los medicamentos y los servicios hospitalarios; tercero, económicamente, no se puede atender con dos días de jornal sus necesidades de alimentación y situaciones básicas para poder sobrevivir, y atender a los hijos, la renta, y desde luego la alimentación y la educación de la familia, además de un largo etcétera.
Nosotros insistimos en que los niños y niñas, y adolescentes, no deben de estar trabajando, sino en sus escuelas formándose para la vida; por lo que el Sistema Estatal de Prevención de Niños, Niñas y Adolescentes requiere de atender estas situaciones que violentan los derechos humanos de este segmento de la población considerado como de interés superior del Estado.
La situación de los cortadores de limón, no sólo atañe a ellos, a ellas, debe de vincularse a las autoridades de los distintos órdenes de gobiernos para fortalecer sus económicas y mejorar sus condiciones de calidad de vida; deben existir las condiciones legales y normativas para evitar que se continúe con esta situación que diezma el trabajo del cortador de limón y su familia.
Finalizo mi reflexión con la importancia que tiene, que todos los órganos de gobierno y los poderes del Estado, acompañados de estos grupos en situación de vulnerabilidad se comprometan a trabajar por el respeto a los derechos humanos y las libertades que aseguren la dignidad humana de los cortadores de limón y se les dé acceso a servicios de salud de calidad, una vivienda digna, salario digno.
Apatzingán, es y será para mí el hogar donde llego y mis amigos y amigas, me tienden la mano, me ofrecen un jarro con agua y un lugar fresco donde disfrutarla.
Apatzingán, es una zona de contrastes, de familias ricas, versus familias pobres; Apatzingán, tolera las minorías religiosas y reconoce la hegemonía de la religión Católica; Apatzingán ofrece la mejor comida del Valle, la tan famosa Morisqueta, a la cual le debo mi enamoramiento y mi orgullo de decir que también soy de Apatzingán, tierra de diversidad cultural, social y sexual, que construye democracia.
Apatzingán disfruta del deporte y el futbol; Apatzingán cuenta con historia y cultura, cuenta con las mejores mujeres y hombres, cuenta con la generosidad de su tierra altamente productiva.
Apatzingán para el mundo y los cortadores de limón también; éstos son importantes, porque gracias a ellos, hoy, la población puede consumir muchos productos con altos contenidos de aceites y derivados de limón en áreas de la farmacéutica, gastronomía, pastelería, cosméticos y otros usos.
Agradezco el acompañamiento de Estefanía Medina, doña Irma Pedraza, Andrea Pineda, Evelin Juárez, del Arquitecto Parra, y muchas más personas que me han apoyado en aquella región, bendecida por la naturaleza y por nuestras deidades.