Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
La perene tentación de volverse "mártir"
Si con la misma necedad conque defiende su fideicomiso "Por los Demás" va a defender su postura de ser él quien postule la terna de Fiscal General, estamos fritos.
Malos augurios para los mexicanos envuelve la actitud desplegada nuevamente en las últimas horas por el futuro Mandatario, porque reflejan una profunda intolerancia a la crítica y a la admisión de los errores cometidos.
Es como un diálogo de estúpidos, adosado por la jauría de fanáticos seguidores que ven en todo un "complot" y responden con epítetos que se multiplican, en un bullying político que se extenderá a lo largo de muchos años.
Lo más grave es que el ungido, Andrés Manuel López Obrador, parece no entender todavía su posición, la magnitud de su poder, ni el tamaño de la responsabilidad que está por asumir.
Sigue hilvanando calificativos, "vil venganza", que en segundos se convierte en consigna política y en bandera de ataque a las instituciones, esas que de por sí tienen poca credibilidad y pocos argumentos de efectividad.
El tema del Fideicomiso no tiene muchas vueltas: fue un acto ilegal, tan deplorable y vergonzoso como el de Amigos de Fox o el PemexGate, pero nadie ha dicho que eso implique la anulación de los pasados comicios.
Ese maremágnum de votos no los borra ni las tablas de la ley. Es más, los resultados de esa votación parecieran incluso un vaticinio para los mexicanos en esta "Cuarta Transformación":
"...si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa".
El asunto es simple y el futuro Presidente debiera asumirlo así: el fideicomiso es de Morena; su creación fue producto de un acuerdo del Consejo Nacional de ese partido. Por ende, está obligado a rendir cuentas al INE.
Sean recursos privados, donaciones de militantes, simpatizantes, lo que sea, debió informar de su recepción, uso y reparto; el INE tiene toda la facultad legal de revisarlo.
Todos los recursos, ya sean públicos o privados, que manejan los partidos, tienen que ser presentados ante el INE y deben rendir cuentas de ellos. Los partidos son organismos de interés público, no empresa particular de nadie.
Así como los Morenistas aceptarán la declaración de Presidente Electo en septiembre próximo, con esa misma congruencia deberían aceptar la facultad del vilipendiado Instituto para sancionarlos.
Se sanciona a ese partido por urdir un financiamiento paralelo con recursos privados, semejante al caso del fideicomiso Amigos de Fox
Incluso, suponiendo -sin conceder- que el dinero hubiera llegado a damnificados, Morena de todos modos incurrió en una irregularidad. Recibió 44 millones de pesos en efectivo y los partidos no pueden entregar dinero a la población.
Además, por ley, deben avisar al INE de sus recursos, lo cual no hizo el partido. Eso es, ni más ni menos, lo que no ha querido entender o aceptar López Obrador. Hablar de "vil venganza", constituye algo más que un exceso declarativo.
Es una expresión fehaciente de que en el futuro se aplicará la ley "pero sobre los bueyes de mi compadre" y "al que no le guste el fuste" y "el baile no le cuadre", ya puede ir agarrando sus cosas para ir a...
Imagínese usted lo que está a punto de ocurrir a nivel de Congreso de la Unión:
Luego de que los partidos lograron arrebatar al PRI la hegemonía y el control absoluto a través de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), Morena seguramente dará el manotazo y revivirá todo el poder de la Gran Comisión.
Convertido en partido mayoritario, seguramente se negará a compartir el poder en la Cámara de Diputados y el Senado de la República, y decidirá sobre los principales cargos administrativos que se tengan que renovar.
Lo que se había convertido en un "sano jaloneo" para repartirse la responsabilidad y el control legislativo, quedará suspendido "por tiempo indefinido, hasta nuevo aviso": diríamos tres o seis años... más o menos.
Esa es una historia que empezaremos a desvelar a partir de agosto próximo, cuando los nuevos monarcas empiecen a tomar sus posiciones