Clara decisión, esperamos los hechos/Julio Santoyo Guerrero
Las instituciones han funcionado y la democracia electoral ha transitado exitosamente. Las voces que presagiaban conflicto por suerte estaban equivocadas. Los mexicanos hemos votado, las decisiones están tomadas. Hay fuerzas emergentes y nuevas mayorías. Las oposiciones dejarán de serlo para ser gobierno y quienes gobiernan pasarán a ser oposición, así es la democracia. Ella es el mejor medio para acceder al poder en lugar de hacer uso de la violencia y el golpismo para tomar el gobierno.
Con todos los defectos que pueda tener la vía democrática los mexicanos hemos refrendado que esta es la mejor manera de construir gobiernos y gobernabilidad. Las discrepancias que los diferentes partidos sostienen con sus adversarios, derivado de la manera en cómo conciben el ejercicio del poder, han sido expuestas públicamente y los ciudadanos han tomado opciones. Lo que resta son los hechos crudos de cómo se ejerza el gobierno electo y la valoración que de ello hagan los ciudadanos. La vida política es un contínuum dinámico e imparable, lo que hoy es maña no será.
Lo regular en una democracia es que los partidos y los candidatos pierdan o ganen. En una democracia nadie está completamente vivo, pero tampoco completamente muerto, eso lo determina la civilidad construida por las sociedades. Que los que han sido electos para gobernar ejerzan el poder en función del marco constitucional y procurando siempre el bien común, y que asuman como imprescindible la crítica de las minorías, es lo que se espera en aras de esa civilidad. No debe olvidarse que una democracia sólo es posible en función de la vitalidad de las oposiciones.
Ni quienes han ganado debieran profesar altanería y exclusión sobre quienes han perdido. Así como hay millones que se sienten vencedores también hay millones que se sienten derrotados. Un mal manejo del sentido de la victoria y de la derrota puede derivar en confrontación nacional, en violencia y en ingobernabilidad. Si quienes han obtenido la mayoría electoral no proceden inmediatamente a abandonar el papel de beligerantes candidatos para asumirse como gobierno, si no dan el paso de políticos en campaña al de políticos gobernantes, estarán empujando a fracturar más la vida nacional que tanto promovieron en campañas, con sus andanadas de mentiras y de odio irresponsable.
La paz política que se merecen los mexicanos es responsabilidad de los partidos y de sus políticos así que deben proceder urgentemente a la reconciliación, pero con hechos no con palabras. Han sido ellos quienes durante las campañas se empecinaron en la confrontación, más allá de las razones de sus programas, y quienes convocaron a la idolatría, al fanatismo y a la irracionalidad para atraerse las simpatías de los electores explotando las pasiones más oscuras que yacían en los ciudadanos desencantados, indignados y anhelantes de castigo, más allá de lo éticamente aceptable.
Quienes van a ser nuevo gobierno tienen más que cualquiera el deber de asegurar, desde ahora, la gobernabilidad y la concordia que el país necesita para que sigan desarrollándose con certidumbre las actividades económicas y las que rutinariamente desempeñan uno a uno los mexicanos. Esta es la primera responsabilidad de la que deben rendir cuentas a todos los ciudadanos y con la cual deberán demostrar su congruencia.
Lo que sigue es la constitución de los nuevos gobiernos y por ello los ciudadanos debemos estar críticamente atentos. Dejarles a los políticos electos las manos libres para determinar monárquicamente los gabinetes y las políticas públicas, permitiendo que los impresentables de siempre sean premiados con puestos en la función pública y se construyan las políticas con los mismos descuidos y las visiones que ya demostraron su fracaso, será tanto como permitirles que el cambio otra vez quede pospuesto, tanto como asumir que los políticos y sus partidos nos volvieron a engañar, como ha pasado tantas veces.
Lo que viene es la preparación de los ciudadanos para exigir resultados tangibles a los nuevos gobiernos. Si nos dijeron que van a acabar con la inseguridad, pues debemos exigir resultados sin concesiones; si nos dijeron que iban a terminar con la pobreza habremos de apremiarlos para que así sea y todos los mexicanos accedamos a mejores niveles de vida; si nos dijeron que las libertades democráticas se iban a respetar, pediremos a diario que sus hechos así lo demuestren. No vaya a ser que los políticos amados de ahora sean en breve los odiados de siempre. Los resultados serán el punto de quiebre. La hora de los hechos ya quedó marcada por la decisión de las urnas.