Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
México, a unos meses de consumar el sincretismo político
Por JORGE OCTAVIO OCHOA.- Desde que Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos, México y el mundo han estado sumidos en una especie de shock de incredulidad, en el que todos seguimos pensando que este mal sueño pasará y pronto veremos un nuevo mañana.
Lo mismo está ocurriendo con las elecciones de julio próximo y la pesadilla es doble... o triple, porque sea cual sea nuestro despertar, el ambiente no va a mejorar. Quizá algunos sonreirán, socarrones, mirando por encima del hombro y pensando: "No que no puuuto" pero, pasados los días se dirán: "Y yo qué gané"...
El sincretismo político está a punto de darse en México, ya sea a través de MORENA y López Obrador que amalgaman el fanatismo de un pueblo profundamente religioso que espera la llegada del Mesías; o de un Frente de partidos que no tienen nada qué ver entre sí, pero que aman el Poder.
El PRI y sus secuaces, a la vista de cómo van las encuestas, por mucho que las quieran "cucharear" algunos a "chayotazos", no parecen levantar. Y no es porque Meade sea un mal candidato o una mala persona, sino por ese lastre tan pesado que representa cargar además, con las culpas de la mala comunicación de EPN.
Ese sincretismo se va a dar, porque lo único evidente en estos momentos, es que el andamiaje político del presidencialismo está resquebrajado, y esto ocurrió desde el terremoto de 1985. Desde entonces se descuadró ese control absoluto que ejerce una sola persona por encima de 100 millones más.
Sin embargo, este proceso se ha dado -como ya lo hemos dicho aquí hasta el cansancio- en medio de una descomposición política general, donde los primeros en romper el orden y los "arreglos" no escritos fueron los gobernadores. De pronto descubrieron que no tenían que rendir cuentas a nadie.
Entonces empezaron a llover en los Congresos locales y en el federal, los cañonazos millonarios a diputados para votar a favor, en contra, abstenerse o no asistir en tal o cual asunto, y las cuentas estatales empezaron a aprobarse sin ningún rigor de escrutinio o revisión.
Así se generó toda esa pléyade de mandatarios tropicales que robaron cuanto pudieron y al final del mandato los legisladores sólo respondían con cara de estúpidos "¡Hay! ¡Que ladrón!", como si estuvieran verdaderamente sorprendidos de lo que debieron haber fiscalizado antes.
El problema es que, junto con el crecimiento de los GOBERLADRONES, se dio el surgimiento de los "moches" o "compensaciones" legislativas que engrosaban las dietas de los diputados. En medio de la avaricia, se perdió el férreo control que el PRI tenía sobre el narcotráfico.
El Cártel del Golfo, por ejemplo, vio que ante la debilidad presidencial podía negociar directamente con el gobernador de Tamaulipas o Veracruz para extender sus territorios hacia el Pacífico, al norte, al sur, a través de brazos armados como "Los Zetas", que después también quisieron crear su propio cártel.
Luego Calderón intentó corregir los errores de Fox utilizando los buenos oficios de "El Chapo" y las matanzas crecieron en un descontrol total que prevalece hasta la fecha, porque se abrieron tantos frentes que Peña Nieto no pudo "negociar" con un grupo específico.
Ahora AMLO, promete que esa será una de sus primeras acciones, para acabar con las matanzas. Ricardo Anaya y sus corifeos del PRD y Movimiento Ciudadano buscan articular ese mismo mensaje, matizado con el ofrecimiento de un Salario Mínimo Universal para todos.
Toda esta perorata viene a cuento por el escándalo que causó en México la presunta "militarización" de la frontera de los Estados Unidos pero que, en cierta forma, ejemplifica el tamaño del descomunal monstruo que se ha formado dentro de nuestro territorio.
El crimen organizado, ya no sólo el narcotráfico, está fuera de control en todo México y lo peor es que hasta las únicas instituciones capacitadas para combatirlo, que son la Marina y el Ejército, por momentos se ven desesperadas en una lucha que parecen perder todos los días.
La muerte de tres integrantes de una familia que circulaba por una carretera de Tamaulipas al momento de un enfrentamiento entre militares y delincuentes, junto con la ejecución de un huachicolero en Puebla a manos de un soldado, son los clavos de una lápida que forman el hartazgo de las Fuerzas Armadas.
Es una lucha desigual, porque los delincuentes se encuentran ya perfectamente camuflados entre la población; es más, son parte de ella, y por eso se atreven hasta reunirse con ministros de la iglesia para pontificar y decir: Dejaremos a los candidatos circular, pero que no vengan a hacer falsas promesas.
Y el imbécil mensajero, con sonrisita de héroe de película mexicana de los 50s, trae "la buena nueva", para consolidar la estúpida idea de que es con esos criminales que decapitan o queman vivas a las personas, con los que nos tenemos que sentar a negociar. Triste futuro, lastimero futuro el de México.
Pero mire, el agua nos está llegando tan a los aparejos que hasta un gobernador y un candidato están empezando a escuchar de cerca el silbido de las balas de esas bandas criminales que ahora dejan sus mensajes con total impunidad, sobre la carrocería de los autos con blindaje, como ocurrió en Chihuahua.
Javier Corral, como siempre, jugando golf la tarde del sábado, mientras sujetos armados disparaban contra agentes de su seguridad, en Francisco Villa en el Periférico De la Juventud. Si eso pasa con el gobernador, qué pueden esperar los periodistas que viven ahí.
Pero por esos mismos días, de gira por Tamaulipas, López Obrador también escuchó el rumor de las persecuciones y corretizas del crimen organizado, en una disputa sin fin de los territorios. Si AMLO no pudo eliminar a los delincuentes en el DF -que siguen tan vivos y tan campantes-, menos podrá hacerlo en todo el país.
Sí, siéntense a negociar con criminales, con narcotraficantes. Es más, pongan en la misma mesa a obispos o sacerdotes, de preferencia alguno de ellos pederasta, al fin que ya fueron perdonados previamente por Monseñor Norberto Rivera. Total, estarán hablando de igual a igual.
Redondeen el sincretismo, para meter en un mismo cajón todo: mesías salvadores con corruptos; moros con cristianos. Conciliemos doctrinas para voltear la cara y hacer como que todo ha pasado, todo está resuelto, cuando en realidad sólo revolvimos y cambiamos de caja... Sigan jugando con el tigre.
Mexicanos, sigan afanándose y un día después de la elección miren por encima del hombro a su vecino que tenía otro candidato. Rían, rían, pero acto seguido mírense al espejo y pregúntense: ¿De quién me rio?
Esta guerra no ha terminado.