Los tres alegres compadres/Arturo Alejandro Bribiesca Gil
LOS TRES ALEGRES COMPADRES
Por: Arturo Alejandro Bribiesca Gil
I´m mexican.
Guillermo del Toro
Aclaremos que no me refiero al famoso trio cinematográfico de la época de oro del cine mexicano, compuesto para la película de ese nombre, por Jorge Negrete, Pedro Armendaris y Andrés Soler. Estoy hablando de los ínclitos directores de cine mexicanos –que no mexicano-, que en el último lustro han ganado cuatro de los cinco premios Oscar en la categoría de Mejor Director: Alfonso Cuaron (1961), Alejandro González Iñarritu (1963) y Guillermo del Toro (1964).
Esta que pareciese fakenews, es una verdadera historia de éxito y gran motivo de orgullo para el pueblo mexicano, que se empezó a gestar en 2014, cuando Cuaron gano su Oscar por “Gravedad”; al año siguiente, el negro Iñarritu, por segundo año consecutivo para un mexicano, se llevó la estatuilla con “Birdman”, y, contra todo pronóstico, en 2016, el mismo negro repitió el logro con “El renacido”; posteriormente, y con una edición de los premios de “La Academia” de por medio, llega del Toro y se lleva su Oscar con “La forma del agua”, para así subirse al pedestal mundial del séptimo arte, junto a sus dos laureados paisanos, amigos y compadres, con nuestra bandera tricolor cubriéndolos como un zarape familiar.
Esta triada, además de diversión, alegría, orgullo y fascinación, nos traen una gran lección: Si se puede. Y antes de que piensen que caigo en el simplismo de ver nuestra mexicanidad como fortaleza y no como el simple accidente geográfico que es, ni tampoco en el discurso patriotero; aclaro: la misma lección sacaría de estos hombres de valía y superior talento, si fueran argentinos, colombianos, hindúes o de cualquier otro país del llamado tercer mundo.
Sus logros fílmicos nos dicen que si se puede enseñarle como hacer chiles a Clemente Jaques; que la perseverancia, el ímpetu, la disciplina y la dedicación vencen cualquier muro, prejuicio o dificultad, por compleja que sea o parezca; y, que la solidaridad y ayuda mutua genera más logros individuales que el simple egoísmo.
Imagino la dicha que debe embargar a estos aclamados cineastas, que por su amistad y origen, se inflaman con cada logro, aunque no sea el propio. La única preocupación que deben tener es la de no perder los pies de la tierra y caer en la veleidosidad hollywoodense, si es que no es demasiado tarde.
Ahora bien, no todo debe ser miel sobre hojuelas; en lo particular, no me gustaría estar en los zapatos del negro Iñarritu, quien todo lo que ha hecho ha sido laureado, cinco de sus seis obras han recibido nominación al Oscar (“Amores Perros”, “Babel”, “Biutiful”, “Birdman” y “El renacido”), la única que no fue tomada en cuenta por La Academia, “21 gramos”, humildemente, solo fue nominada al León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, repito: humildemente. En palabras coloquiales, de sus películas, la más tullida es alambrista.
Pobre negro, a diferencia de sus dos compadres que han probado mieles y hieles, por igual, él carga una pesada losa que lo puede llevar a tener una carrera poco prolífica, siempre temeroso de no estar a la altura de lo hecho. Solo esperemos que se lo tome ligero y no termine como Rulfo, quien curiosamente acrecentó su fama dejando de hacer y no haciendo.
En fin, como mexicano, en lo particular, y como cinéfilo, en lo general, espero que en próxima o próximas ediciones, logremos el pentacampeonato oscaril, y que el mismo sea conquistado por un D’Artagnan, hoy no vislumbrado, que se una a los actuales tres mosqueteros del cine mexicanos –que no mexicano, repito-, para acrecentar la gloria azteca y para deleite del mundo. (El paso de alegres compadres a mosqueteros obedece a la universalización inevitable que da la fama y el éxito, porque estos hombres de origen mexicano, ahora son propiedad mundial)
Otrosí: Injusto artículo sería este, si no hiciéramos un merecido reconocimiento también a Emmanuel Lubezki, “el chivo”, ocho veces nominado al Oscar en la categoría de Mejor Fotografía, y 3 veces ganador consecutivo de la misma (“Gravedad”, “Birdman” y “El renacido”). ¿O acaso es él el D'Artagnan?