Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
Tras la cruda realidad del invierno y las navidades
Por JORGE OCTAVIO OCHOA.- Detrás de la buena voluntad de millones de mexicanos por ignorar su entorno y creer que el año próximo nos depara cosas buenas, nuevamente debo amargarles el despertar de las navidades y decirles que no habrá un México mejor, ni mucho menos en paz.
Además de los saqueos multimillonarios que hemos sufrido desde hace muchos años por una élite política que no tiene límite ni “llenadera”, nos tenemos que soplar también las estupideces de un viejito senil que nos viene a plantear sentarnos a conversar con criminales y darles amnistía.
La ilusión de millones de fieles, que veían en él una ruta de cambio y de ruptura con el viejo sistema, hoy vienen a darse cuenta tristemente que detrás de ese mesianismo sólo se esconde el viejo PRI que hizo exactamente eso que hoy propone Andrés Manuel López Obrador.
El tabasqueño propone además, mando único, ley de seguridad interior y un sistema policiaco que recupera antiguas estructuras. Todo ello, sin contar que ya propuso además no hacer cambios mayores en la macroeconomía. Es decir, AMLO ahora sólo quiere endulzar el oído de clientelas específicas.
No es sólo la megalomanía de un hombre que adelanta gabinetes como si repartiera ensalmos y bendiciones; lo que da miedo es la facilidad con que suelta barbaridades y plantea la monstruosidad de regresar al "librito" que manejaba el viejo PRI, cuando era partido único en el poder.
¿Alguno de quien esto lea cree que la negociación con los cárteles del narcotráfico es algo nuevo? ¡Pues claro que no! El desastre del PAN fue que, al tomar el poder, no tenía ese librito de contactos y su primera reacción, cuando se le fugó “El Chapo”, fue recurrir a los que “sabían cómo hacerlo”.
Emprendieron una negociación con criminales, extendieron salvoconductos y trataron de frenar la guerra intestina que ya habían abierto los Arellano Félix contra Joaquín “El Chapo” Guzmán, sin ver que en el Golfo ya había crecido otra célula monstruosa, encabezada por “Los Zetas”.
Vicente Fox no pudo frenar la matanza ni la propagación del cáncer por todo el territorio. Después vino Felipe Calderón y convirtió en estrategia mediática lo que era su obligación constitucional: salvaguardar la seguridad nacional y la seguridad interior.
Fracasó porque los criminales, como bestias de caza, supieron oler las debilidades del nuevo régimen que se estaba levantando y con una sopa de su propio chocolate, lo acusaron mediáticamente de sólo negociar con una de las partes del conflicto y permitir la matazón de la otra.
El PAN no pudo regresar a cada cártel a los territorios que originalmente les habían asignado los gobiernos priistas, principalmente en la época de Carlos Salinas de Gortari y el cártel de Tamaulipas se extendió hasta convertirse en el cártel del Golfo, con su propio escuadrón de seguridad y de sicarios.
Hoy, esta es una historia que cuentan hasta el hartazgo las series de televisión a través de Netflix, sin que pueda ninguna autoridad mexicana ni partido político responder nada, porque saben que en el fondo, el 90% de lo que se relata es la pura verdad, sólo cambiaron levemente algunos nombres.
López Obrador quizá querrá referirse al tipo de trato, a la colombiana, que terminó con la disputa de narcotraficantes en aquel país pero que se extendió a México justo también con la entrada en vigor de Tratado de Libre Comercio, porque entonces los camiones de droga pasaban como ríos.
Estados Unidos nos amenaza, precisamente porque ven dentro de su territorio ese mar de adicción que se extiende prácticamente entre toda su población. El nicho de negocio es enorme, pero no basta con acciones de exterminio, ni tampoco con el tráfico de influencias y la “negociación” que pide Andrés Manuel.
México tendrá que enfrentar, más le vale pronto que tarde, el tema de la legalización de las drogas y dar una salida digna a pueblos y comunidades que tuvieron que entrarle a ese negocio, no sólo como mecanismo de fuga a la pobreza, sino de salvación ante la masacre de sus familias por negarse.
Tendrá que revisar incluso la industrialización de enervantes para el tratamiento de enfermedades y para el control de la ansiedad y el apetito voraz no sólo de capos, sino de aquellos que se enriquecieron administrando los permisos y los perdones extra legales.
Sí, sabemos que los políticos son buenos para este tipo de negociaciones que les reditúan “moches” y ganancias fuera de todo escrutinio fiscal. Los permisos de obra de construcción; el control y administración del ambulantaje, del transporte; del uso del mobiliario público.
Justo eso fue lo que hizo Andrés Manuel cuando gobernó el Distrito Federal. Y sus seguidores tienen que admitirlo, aunque no les guste. El único perfil novedoso se nos descompuso. No hay mucho qué hacer con ese tipo de propuestas y México no tiene en el horizonte muchas salidas. Todo es un laberinto.
Si acaso, lo único que debemos agradecer a los partidos y a los políticos es que ellos mismos se descarnan y nos muestran cada día su verdadero rostro en esa guerra de lodo en la que el denunciante parece más repulsivo que aquello que denuncia.
PAN contra PRI; PRD contra Morena; y en medio de ellos, los demás partidos danzando como duendes nefastos. Que si Manlio Fabio trianguló 250 millones de pesos de gobiernos priistas a campañas de su partido; que si Damián Zepeda hizo lo mismo para campañas del PAN en Sonora.
Es como un juego de espejos, donde todos se acusan de lo mismo, pero al revés, con dinero del erario, Mientras, millones de mexicanos pasan miserables navidades. Véase hasta dónde llega la falta de ética, moral Y principios de esa élite.
Aquellos que hace no más de un año eran, que digo amigos, eran hermanos y hasta socios, como Raúl Flores, presidente del PRD en la Ciudad de México y Víctor Hugo Romo, actual coordinador de Morena en la delegación Miguel Hidalgo, hoy no se pueden ni ver.
Romo, “el señor de los edificios y los contratos” hoy también trata de obtener un salvoconducto que lo mantenga fuera de la cárcel o de lo contrario, de ocurrir eso, gritar a los cuatro vientos que se trata de un perseguido político, un mártir. Que bien se aprendieron la estrategia.
Sí, es muy cierto lo que dicen algunos: los partidos están hechos de traidores y desleales. Cuando esto ocurre, pasa lo mismo que con los cárteles del narcotráfico: hay una masacre política y ellos mismos exponen sus pecados en esos intentos de defensa:
“Los gobernantes y los políticos faltan a su deber y vulneran la justicia al actuar con “testigos protegidos” que aportan declaraciones a modo para alimentar, irresponsablemente con filtraciones, la hoguera mediática buscando beneficios en la temporada electoral”.
Si, todo lo que ellos dicen es cierto, pero al revés.