Los efectos socioemocionales del sismo/Horacio Erik Avilés Martínez
Los efectos socioemocionales del sismo.
Horacio Erik Avilés Martínez
Después del sismo han quedado varios cabos sueltos en torno al debido seguimiento institucional en la entidad. Si bien se está actuando con rapidez y se sigue actualizando el inventario de daños, las quejas abundan de parte de los padres de familia y maestros en torno a agrietamientos, daños menores y posibles afectaciones estructurales en cientos de planteles en la entidad. Partiendo del hecho de que la infraestructura educativa es una de las principales debilidades de nuestro sistema educativo, no extraña en absoluto que haya habido desperfectos adicionales a raíz del evento sísmico suscitado el pasado 19 de septiembre. Recordemos que precisamente uno de los compromisos de la actual administración de la entidad ha sido dignificar la infraestructura de los planteles escolares estatales, por lo que los planteles dañados impactarán irremisiblemente en las metas planteadas institucionalmente, razón por la cual es preferible informar con honestidad e inmediatez a la sociedad al respecto.
Sin embargo, mucho más allá de priorizar la edificación de la infraestructura necesaria o dañada para contar con las aulas ideales, debemos de recordar que contamos como antecedente inmediato el sismo de 1985, que marcó a toda una generación, ya que quienes vivimos el suceso quedamos indeleblemente impresos con el recuerdo, la vivencia del momento y de todos los daños que ello conllevó. Especialmente, Morelia fue una ciudad que si bien fue relativamente muy poco afectada por los daños directos del fenómeno natural, en lo sociodemográfico fue recipiendaria del efecto migratorio proveniente de la capital de la nación.
Para atender tales efectos, Mexicanos Primero desarrolló un protocolo de diez puntos de atención para eventualidades de este tipo, que contribuyen a garantizar la atención socioemocional de los estudiantes, especialmente si son menores de edad. Vale la pena leerlo con detenimiento, ya que es extrapolable a múltiples situaciones de esta índole. En el decálogo mencionado se sugiere primero saludar a los menores con mucha empatía, a cada uno por su nombre, dándoles la bienvenida; recordarles a lo largo del día que les importa primero cómo se sienten y que es prioridad su estabilidad emocional sobre el estado de la infraestructura física educativa; iniciar con canciones y dinámicas con movimientos; realizar dibujos o relatos en los que describan lo vivenciado y orientarles a que le doten de bienestar a un ser querido después de lo ocurrido; dirigir un espacio de expresión verbal en donde hablen sin interrupciones acerca de lo que les ocurrió, dándoles el tiempo necesario para hablar, sin presionarles para que brinden respuestas que no quieran dar; mostrar empatía y comprensión ante los sentimientos expresados, sin soslayarles, minimizarles o despreciarlos; orientar la conversación respecto a describir lo vivido, para fomentar la verbalización de lo ocurrido, demostrando interés real por escucharles y comprenderles; observar si los estudiantes se siente angustiados o necesitan consuelo, para generar las condiciones para que se sientan acogidos y cómodos, identificando y canalizando posibles necesidades de atención especializada; no mentir, no prometer imposibles, no difundir rumores ni información que pueda angustiar, no hay que preocupar a los niños y finalmente avisar que los próximos días advendrá un proceso gradual, en el que incrementalmente se recobrará la seguridad y tranquilidad personal, se buscará cómo ayudar a los demás, comprender a fondo lo ocurrido, concluyendo con actividades lúdicas, así hasta posteriormente recobrar la normalidad del ciclo escolar.
Esperemos que se tenga en cuenta que resolver gradualmente las secuelas socioemocionales y físicas que dejó el sismo ayudará enormemente a poder retomar el rumbo de la prometida reconstrucción educativa en la entidad y se actúe en consecuencia.
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