Santiago y el rufo/Santiago Heyser Beltrán
Invasiones modernas
Uruapan, Michoacán, 30 de agosto del 2017
La primer noticia la tuve de Japón: los japoneses estaban educando a sus jóvenes fuera de Japón para hacerlos “ciudadanos del mundo”.
R- Guau y reguauuu, mi Santias; si los japoneses educan a sus hijos fuera de Japón, ¿dónde van a vivir?
S- Ese es el punto, mi Rufo, pero vayamos un paso atrás: Japón es una isla sobrepoblada con problemas para alimentar a su pueblo y con amenazas reales sobre su soberanía. Por lo tanto, Japón urge de tierras en donde asentar a su creciente población, de una estrategia para proteger sus industrias (que desde mi punto de vista es no poner todos los huevos en una canasta) y una estrategia geopolítica que le defienda de sus vecinos y cuasi enemigos (China, Taiwán y Corea del Norte). Con esto en mente, una nación cuyo éxito comercial y económico se sustenta en su desarrollo tecnológico y en sus exportaciones, en mi opinión decidió exportar a sus ciudadanos y así hacer del mundo, en cada lugar que haya un asentamiento japonés ¡Una colonia japonesa!, es decir, una extensión de su país y de su cultura, en donde, de manera natural ellos van a ser los ganones y los líderes (así es la naturaleza humana), de esa manera resuelven el problema de espacio que tienen para su población creciente; al tiempo que exportan también sus industrias y resuelven su problema de seguridad, ya que cualquier nación que quiera atacar a Japón, se encontrará que la mayor parte de sus industrias están regadas por el mundo, con leyes, en cada nación, que les protegen como inversionistas y generadores de empleo (hasta en USA)… Mientras, sus jóvenes migran para estudiar en esas naciones, en donde inicialmente formarán colonias japonesas sus Directivos, Técnicos, Administradores y Obreros calificados. Así, como la humedad, las colonias japonesas irán tomando fuerza y arraigo en naciones en donde, las siguientes generaciones de japoneses, tendrán la nacionalidad del país huésped, adquiriendo así todos los derechos de ciudadano y consumando, queriendo o no, una invasión, ya que los nativos originales, en nuestro caso nosotros los mexicanos, seremos plato de segunda mesa, porque los japoneses, aún los nacidos en México, priorizarán su cultura, origen, idioma, religión y lazos familiares, es decir, siendo mexicanos en derecho, serán japoneses de hecho… dentro de México.
R- Guarraguauu, mi Santias. Antes, cuando una nación deseaba las riquezas, tierras, mujeres y/o mano de obra esclava de otra, la invadían con ejércitos; hoy lo hacen con sistemas financieros y tratados comerciales; pero invasión a través de la migración laboral y educativa y de la inversión extranjera, es la primera vez que mis perrunas orejas lo escuchan… ¿Hay algún antídoto para esta invasión?
S- ¡La integración!, mi Rufo. El único antídoto sería vernos todos como uno solo: ¡La raza humana!, es decir, que los migrantes extrabjeros se integren con las sociedades y culturas de los países que los reciben.
R- Auuu, ¿crees que suceda?
S- No lo creo, perro. Quienes llegan se saben diferentes y se integran con los suyos, hasta por idioma y religión; ejemplo emblemático son las mujeres musulmanas que en Francia, aun contra la ley, usan la “Burka” tapándose la cara; o los que no quieren saludar a la bandera francesa en sus escuelas, porque no son franceses, aunque ahí trabajen, estudien, vivan y coman. Quienes reciben, ven a los migrantes cómo competencia, los saben diferentes y los rechazan, aunque lleven beneficios culturales y económicos. Cosa de ir a San Francisco, donde de plano hasta un barrio chino existe, separado e identificado como tal; una especie de mini ciudad dentro de la ciudad... La invasión japonesa, cuando menos aporta economía y cultura, mi Rufo, en cambio la que están sufriendo Europa y USA. La de migrantes (muchos de ellos ilegales) que van en busca de trabajo, de paz o de sobrevivir a las atrocidades en sus respectivos países, pero que no se integran conservando cultura, religión y mañas; migrantes que dejan, al igual que los japoneses, su corazoncito en su país de origen y que, ligados a sus raíces, ven con recelo a quienes de buena o mala manera les reciben en sus respectivas naciones.
R- Grrr, pero tendrás que aceptar, mi Santias, que muchos, en esas naciones “huésped”, reciben a los migrantes de mala manera y les dan trato diferenciado, casi despectivo o esclavista.
S- ¡Sí!, mi Rufo, como tu tendrás que aceptar que eso migrantes, están en los hechos, invadiendo a una nación ajena. Nada más que en lugar de hacerlo con tecnología, inversión y generación de empleos, lo hacen con mano de obra que abarata los salarios en perjuicio de los nacionales y que en lugar de mandar jóvenes a universidades, para hacerlos “ciudadanos del mundo”, simplemente se reproducen con índices que rebasan a los nacionales, con lo que en un futuro cercano, avasallaran a los nativos originales acabando con su civilización.
R- ¿Acabando con su civilización, mi Santias? ¿No exageras?...
S- No mi Rufo, sobre el tema escuche al analista español Cesar Vidal que señalaba cómo, a través de índices diferenciados de reproducción, los musulmanes acabarían con la cultura europea y señalaba que en tanto los franceses españoles, alemanes e ingleses tienen índices de reproducción por pareja, menores a 2 (es decir, cada día son menos), los musulmanes migrantes en esos países tienen índices exageradamente mayores (es decir, cada día son más); por lo que en tres décadas la cantidad de musulmanes con derechos por residencia o nacimiento, serán más que los europeos cristianos y apabullarán su civilización, sin guerra y sin violencia, simplemente reproduciéndose a tasas mayores, como los latinos en USA. Es así como en el mundo globalizado, unos tendemos a ser sojuzgados en nuestro propio país por el capital extranjero, mientras otros están en riesgo de desaparecer sin meter ni las manitas, avasallados por la reproducción sin freno de los inmigrantes,… Así de sencillo.