Itinerario político/Ricardo Alemán
ITINERARIO POLÍTICO.
¡EL “FENÓMENO MEADE”! ¿ES “EL TAPADO”?
RICARDO ALEMAN.
Si no es “el tapado”, nadie se ha encargado de decirle a los “búfalos” de la política y el poder que, José Antonio Meade, es sólo “uno más”.
Si no es “el bueno”, pronto veremos el nacimiento de “las viudas” de Meade, porque hoy en una parte del país existe la tendencia que hace ver al secretario de Hacienda como “el elegido”; corriente que no quieren ver sólo aquellos que cierra los ojos.
Si no es “el elegido”, ¿qué van a decir a los cientos o miles que ya siguen a Meade cual tocado de “la mano divina”? ¿Qué va a decir el PRI del tercer lugar de Miguel Osorio, en todas las encuestas? ¿Le darán carpetazo así, como si nada, el secretario de Gobernación.
Si Meade no fuera el candidato, ¿quién será el valiente capaz de organizar la “operación desengaño”? Y es que muchos ya buscan origen y destino de Meade; hurgan en antecedentes familiares y profesionales de “Pepe Toño”, para conocer más “del tapado”.
Y si existe certeza de que el titular de Hacienda no será el candidato presidencial del PRI, entonces que expliquen a la sociedad quién está detrás de “la perversión política” de estimular el crecimiento incontenible de esa “bola de nieve” llamada “el tapado Meade”.
Porque parece sin freno la tendencia de quienes suponen que el actual titular de Hacienda –quien además vive en “los cuernos de la luna” a causa del halago desmedido--, ya fue tocado por “el dedo del señor”.
A menos, claro, que el boato que acompaña a Meade por todo el país, sea parte del cálculo político del PRI y del presidente Peña, para hacer crecer a un aspirante que, de facto y por la vía de hechos, será candidato presidencial del PRI.
Y es que conforme pasan los días y las semanas –y frente al achicamiento de los tiempos de la sucesión presidencial--, crece aún más el “fenómeno Meade”; esa “cargada” que sea en Monterrey, Zacatecas, la Ciudad de México… mueve a cientos o miles que lo aplauden y admiran; que lo escuchan cual iluminado, que piden selfies, lo elogian sin límite y hasta pelean por estar cerca para saludarlo y para buscar que “el tapado” los vea, los identifique, les devuelva una sonrisa.
Todo aquel que recientemente haya estado cerca de algunos de los eventos del secretario de Hacienda --en la capital del país o en el resto de los estados--, que lo acompañó por un recorrido de los que lo han llevado a casi todo el país, podrá confirmar que el “fenómeno Meade” ya electriza a muchos y le quita el sueño a otros.
Un fenómeno que lo mismo mueve a empresarios de todos los tamaños y todas las disciplinas que sacude al priísmo de todas las estructuras; fenómeno que incluso “jala la marca” de no pocos panistas que ven a Meade como uno de ellos, en una disputa gestada por el paso de Meade por los gobiernos de Calderón y Peña Nieto.
Pero no es todo. El “fenómeno Meade” también mueve a empresarios de medios y a periodistas; incluso llaman la atención quienes se adelantaron y –al borde de un ataque e nervios--, apostaron su capital mediático a favor de Morena. Esos “acelerados” hoy tienen dudas y, por eso, “lanzan un un pial” al ruedo de Meade, “no vaya a ser la de malas”.
Y es que Meade provoca tumultos no sólo en universidades, en escenarios cerrados con profesionistas de todas las especialidades, sino en las empresas periodísticas a las que acude para responder extensas y animadas entrevistas.
Algunos creen que se empieza a reeditar el “fenómeno Colosio”, otros elogian “la sencillez” de Meade, los incrédulos sueltan un lacónico, “es un chingón… pero no tiene posibilidad”.
Y los hay que exploran el “juego de espejos”; si tiene pinta de “tapado”, si se mueve como “el bueno”, si es visto como “el elegido” y si el imaginario colectivo cree que José Antonio Meade es el “tocado de la mano divina”, entonces no es posible que todos estén equivocados…. “Meade debe ser el tapado”.
De lo que no hay duda es que algo está ocurriendo con José Antonio Meade. Pareciera que en un sector del imaginario colectivo de muchos priístas y no priístas se gesta lo más parecido al “fenómeno del candidato ciudadano”; esa necesidad que tienen muchos ciudadanos de creer y confiar en un aspirante presidencial no militante pero que, al mismo tiempo, sea visto como cercano a los militantes, sean del PRI, sean del PAN o, simplemente, sean antipartidistas o antimorenistas.
Y es que si bien Meade no es visto como el clásico priísta surgido de las catacumbas del partido; tampoco lo ven como el político nacido en pañales azules del PAN.
Lo curioso es que nadie limita una carrera a tambor batiente que hace creer a muchos que “el bueno” se llama José Antonio y se apellida Meade.
Si es el bueno, engañan con la verdad. Si no es el tapado, a muchos los engañan a secas.
Al tiempo.