Itinerario político/Ricardo Alemán
ITINERARIO POLÍTICO.
DUARTE Y “EL DELITO DE SER AMANTE”.
RICARDO ALEMAN.
Para no pocos medios que se volcaron al circo mediático de Duarte, “la nota” –es decir, el encabezado y el acento informativo--, fueron los amoríos del ex gobernador de Veracruz.
Poco o nada importó si “la amante” es presunta responsable o el detalle de la ingeniería del supuesto o real saqueo del dinero público veracruzano, ante al frenesí por exhibir que “Javier N” engañaba a su esposa, con una “amante” a la que presuntamente colmó de regalos.
Así, de golpe y porrazo, el circo mediático “convirtió en delito” la vida privada del ex gobernador de Veracruz y en delincuente “a la amante”, quién pretende ser presentada –por cierta prensa y ciertos conductores--, como eje de la conspiración criminal.
Dicho de otro modo, resulta que una parte de la prensa mexicana –en redes, radio, prensa y televisión--, se adjudicó el papel moralizante de adalid de las “buenas conciencias” y cebó el enojo social por las raterías del pillo ex mandatario de Veracruz, en “la amante”.
Según esa “chabacana” prensa mexicana, una relación de amasiato hace igual de criminal a “la amante”, en el caso que “el amante” sea un pillo. De esa manera –y siempre a partir de la cobertura de la prensa moralizante--, la mujer que mantuvo una relación de amasiato con “Javier N” es igual de criminal que el ex gobernador de Veracruz. ¿Por qué? Porque algunos periodistas y la jauría de idiotas así lo decidieron.
Sin embargo, si esa prensa hiciera una consulta elemental a la fiscalía del caso Duarte, entendería que “la amante” de Duarte no fue acusada de ningún delito y, en rigor, de absolutamente nada.
El tema apareció cuando uno de los testigos de la fiscalía reveló el nombre y que --en su papel “de amante”--, la mujer recibió de regalo una camioneta y otros obsequios, algunos de ellos bienes inmobiliarios. Pero nada más.
Consultada al respecto, la fiscalía negó, de manera categórica, que “la amante” haya sido acusada de algún delito. Es decir, “no tiene vela en el entierro”.
Lo curioso es que “la noticia bomba”, contagio a cierta prensa y ciertos periodistas de la “fiebre ventaneando” y quienes satanizaron no sólo la relación de “la amante” de la mujer sino la supuesta complicidad que, como ya se dijo, no existe.
Olvidan esa prensa y esos periodistas que el Artículo 6 Constitucional garantiza la libertad de expresión, pero también “los derechos de terceros”.
Dice a la letra: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público…”
Y es que en el caso de “la amante” de Duarte, la prensa y los periodistas que la exhiben y la señalan como parte de un acto criminal, en realidad violentan sus derechos constitucionales y, como parte de ellos, sus derechos humanos.
Por eso las preguntas. ¿Quien sanciona a la prensa que violan los derechos de “la amante”; quien frena a los medios que inventan “el delito de ser amante”?
Pero el asunto es aún más penoso si recordamos que esa misma prensa clamó, esquizofrénica, quemar en leña verde “a la esposa” de Duarte. El supuesto delito –otra vez--, era su calidad de “esposa”.
Es decir, hasta hoy nadie sabe si la esposa de “Javier N” fue parte de las maquinaciones para el saquen del dinero público, pero muchos “perciben”, “suponen”, “imaginan” y/o “creen” que la señora Duarte debió ser cómplice. ¿Por qué? Porque era la esposa.
Y como si la justicia o el periodismo fueran actos de fe o producto de la febril percepción ciudadana, son muchos los que sentencian con índice flamígero: “¡Imposible que la esposa de Duarte sea ajena a las raterías del peor criminal mexicanos!”, dicen.
Y es posible que tengan la razón al especular sobre la culpabilidad de la cónyuge de Duarte. Pero mientras no se pruebe la complicidad entre la esposa y Duarte, en México aún no es delito ser esposa de un criminal.
Lo curioso es que, en todos los tonos --recio y quedito--, la autoridad dijo no tener nada de qué acusar a la esposa, a pesar de que ésta pudo haber solicitado el divorcio para cerrar el círculo del saqueo.
Más aún, en la segunda audiencia, en la que se vinculó a Duarte a proceso, uno de los testigos dijo que en ocasiones, “la esposa” asistía a las reuniones de gabinete “para imponer lineamientos de comunicación social”. ¿Proponer ideas para la comunicación social es un delito?
Lo cierto es que “Javier N” puede ser el peor criminal, pero en México no es delito ser amante o esposa de un criminal.
Y de nuevo una parte de prensa mexicana juega el juego del circo mediático sin que le importe la justicia a secas. ¿Hasta cuando?
Al tiempo.