En ruinas, más de 300 casonas del Centro de Morelia
MORELIA, Mich., 20 de julio de 2017.- Los cristales y las cortinas y puertas de acero sustituyeron a la madera. Se perdieron los portones con aldabas y cerraduras. La herrería de los balcones presenta soldadura en diseños que datan de algunas décadas atrás, ante la ausencia de piezas originales y elaboradas en la forja. El concreto y los ladrillos se han añadido a la cantera.
De 1541 a la fecha, la ciudad está irreconocible. Basta con caminar por las otrora apacibles callejuelas para notar, ipso facto, las alteraciones tan graves del centro histórico de Morelia, considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Hasta las baldosas de las plazas Melchor Ocampo, a un costado de la catedral barroca y colonial, y de San José, tienen mayor similitud con el piso peatonal de un área comercial moderna.
Basta subir a una azotea para distinguir, alrededor de la Plaza Valladolid o de San Francisco, como le llaman popularmente, la gran cantidad de tabiques y elementos modernos que se presentan dentro de la arquitectura. La originalidad es un rasgo que se desvanece conforme transcurren los años.
Desde un ex convento colonial que cada día se desmorona y es ocupado por estudiantes, hasta fachadas y monumentos que se desgarran, forman parte de un inventario que parece condenado a modificarse continuamente ante la desaparición de la arquitectura original.
Cierta información señala que el centro histórico consta de 219 manzanas, 15 plazas y mil 113 monumentos en una superficie de 271 hectáreas. Según los especialistas, existen más de 300 casonas en ruinas dentro de dicha zona, es decir desde las que solamente conservan las fachadas hasta las que cada día se desploman e incluso las que en complicidad con algunas autoridades o a hurtadillas, las desbaratan y extraen cascajo todas las madrugadas y fines de semana.
Los turistas entrevistados por Quadratín coincidieron en que Morelia conserva rincones históricos muy interesantes; sin embargo, lamentaron el descuido en que se encuentran no pocos monumentos, como son las bancas de cantera en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, que data del siglo XVIII, y otros tantos recintos que tienen muy poco o nada de la Colonia. “Y no se trata de sustituir los materiales, como erróneamente hicieron en la Plaza Melchor Ocampo y en San José, advirtió una estudiante universitaria de nombre Claudia Alcocer, sino de restaurar las cosas originales”.
Para Josefina Pozas, originaria de la ciudad de Monterrey, al norte del país, “es desalentador encontrar calles bloqueadas por cualquier motivo, exceso de tráfico y monumentos dañados por el descuido y el grafiti”.
Manuel Escudero Ibarra, procedente de la Ciudad de México, criticó la falta de placas informativas y señalamientos. “En la casa donde nació Agustín de Iturbide, consumador de la Independencia y primer emperador de México, ni siquiera existe una lámina que reseñe el dato. Nosotros nos enteramos por la plática con una persona que amablemente se ofreció a orientarnos”.
En el caso de Agostina Messina, visitante extranjera, en los grandes destinos turísticos de Europa se cuidan y explotan los detalles, mientras aquí, en Morelia, se detecta cierto desinterés o pasividad de autoridades y sociedad que han permitido que en lugares pintorescos se construyan edificios modernos o se apliquen conceptos erróneos para una zona histórica.
No obstante, los turistas nacionales y extranjeros entrevistados por Quadratín, coincidieron en que en el centro histórico de Morelia existen espacios rescatables y hermosos, que son a los que hay que dedicarles atención y protección.
En entrevista, el presidente de los Comerciantes y Vecinos del Centro Histórico de Morelia (Covechi), Alfonso Guerrero Guadarrama, lamentó el número de fincas en proceso de destrucción, cuando podrían rescatarse si el Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah) aplicara políticas correctas.
Consideró que cuando alguien adquiere una finca en el centro histórico de Morelia, es para habitarla o establecer oficinas o negocios; sin embargo, la restauración resulta excesiva e incosteable porque las autoridades exigen materiales similares a los de la época colonial, cuando no pocas veces se trata de elementos y espacios que fueron modificados a través del tiempo y perdieron sus rasgos originales.
Por otra parte, el líder empresarial recordó que actualmente las familias son pequeñas y difícilmente se interesan en habitar casas en el centro de la capital michoacana, y menos con la carencia de estacionamientos, problemas viales, bloqueos y manifestaciones.
En consecuencia, tales construcciones son destinadas, en su mayoría, al establecimiento de negocios y oficinas; aunque el Inah ni siquiera autoriza, en amplio porcentaje de casos, que los propietarios hagan vanos, lo que provoca que los inmuebles carezcan de funcionalidad, agregó.
Guerrero Guadarrama admitió que pocas son las construcciones de origen colonial que conservan su originalidad, y que en casos como la llamada Plaza de la Tecnología, por citar un ejemplo, se requiere bastante influencia con las autoridades del Inah para modificar todo. Si no existen esas buenas relaciones con la dependencia, sencillamente habrá sanciones y hasta amenaza de cárcel, anticipó.
Adicionalmente, el dirigente de los comerciantes y vecinos del centro histórico moreliano, aceptó que existe cierto prejuicio por parte de la sociedad cuando se trata de modificar alguna edificación, a pesar de que carezca de elementos coloniales, antiguos e históricos.
Recomendó a las autoridades que supervisen la conservación de las fachadas, que es la imagen urbana del centro; pero consideró ocioso obligar a los inversionistas a edificar o reconstruir bajo técnicas antiguas y caras algo que ya no existe por haberse derruido. “Urge salvar la arquitectura antigua de su destrucción, pero con políticas acordes a la realidad”, planteó.
Opinó que ante el dato de que existen más de 300 inmuebles abandonados, derruidos o en proceso de destrucción, es perentorio reaccionar y actuar con lógica y transparencia para rescatar el patrimonio arquitectónico, cultural e histórico de los morelianos.
Refirió que en el centro histórico de Morelia operan tres mil 200 negocios con ventas cotidianas de 11 millones de pesos, y que el índice de delitos es de 1.7 al día, lo cual se ha reducido considerablemente en la zona con la participación de la ciudadanía.
Hizo un llamado a autoridades y sociedad con la intención de analizar a fondo los problemas reales y la situación que enfrenta el centro histórico de Morelia y así conjuntar esfuerzos en su rescate, ya que es patrimonio de los mexicanos y la humanidad.