Violencia en reguetón y narcocorridos, reflejo cultural de una realidad
23 de abril de 2017
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12:00
Dalia Villegas Moreno/ Quadratín
MORELIA, Mich., 21 de abril de 2017.- Académicos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UMSNH) coincidieron en que el contenido violento identificado en algunos géneros musicales, como el reguetón y narcocorridos, es una manifestación cultural que no debe atenderse de manera punitiva sino preventiva desde la educación.
En entrevistas por separado, Mónica Lizbeth Chávez González, historiadora y maestra en antropología social, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), actualmente adscrita al programa de Estudios Sociales y Gestión Local de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Morelia, aseveró que estos géneros musicales deben verse, antes que nada, y por encima de cualquier juicio de valor, como una manifestación cultural.
En entrevista con Quadratín, la académica, quien ha dedicado buena parte de su trabajo de investigación académica al fenómeno de la violencia social, consideró que, hablando de música, independientemente del tipo de género son dos discursos los que predominan: de un lado, la violencia machista y sexista que degrada a la mujer al símil de un objeto o ente sexual o de amor al cual se puede poseer; y, de otro lado, la incitación al homicidio y otros delitos.
Según explicó la investigadora, el discurso violento puede hallarse tanto en reguetón como en narcocorridos y música balada, ranchera, grupera u otros ritmos juveniles más contemporáneos, como el hip-hop o el rap, manifestaciones musicales que a su parecer no deberían estigmatizarse, ya que constituyen una manifestación cultural cuyas causas y consecuencias, en todo caso, deberían analizarse.
En este sentido, Chávez González señaló que no es la prohibición, legislación o regulación u otras acciones punitivas las que deben implementarse por parte del Estado para evitar una replicación de la violencia que puede ir en escalada, sino la prevención desde el ámbito educativo y el trabajo cercano con los grupos sociales que producen este discurso y aquellos que lo reciben y se identifican con él.
Y es que, subrayó que por muy violenta que pueda ser la letra de una canción, su el entorno familiar y social del receptor no es favorable e idóneo para que aquel discurso halle cabida y busque construya una identidad, no se replicará, sin embargo, factores como la disfunción familiar, la pobreza, la marginación y otros configuran entornos idóneos en los que puede replicarse la violencia que manifiestan estos géneros musicales.
La violencia, entre el poder y la manifestación de la cultura
Roberto Oropeza Tena, psicólogo, jefe de la división de estudios de posgrado, maestro y doctor en psicología por la UNAM, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, actualmente jefe de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Psicología de la UMSNH, coincidió en que es desde el ámbito educativo y de Salud, desde donde se puede prevenir la replicación de la violencia que se manifiesta en contenidos musicales.
“En inglés son el punk, heavy metal, rock pesado o metal, estos contienen algún tipo de violencia; en español podemos identificar al reguetón, hip-hop y narcocorrido, en los que se manifiesta la fuerza que puede tener un cartel, se alaban lujos, y elementos como el dinero y poder son símbolos de éxito, progreso y bienestar”, comentó el especialista en entrevista con Quadratín.
A decir del especialista, la violencia se configura en el momento en que se hace degradación de la mujer mediante un discurso machista, y mediante la exaltación de la perpetración de robos, asaltos, distribución de narcóticos, secuestro y portación de armas, elementos a los que se atribuye un valor distinto y antagónico al que en términos morales y sociales ha adquirido.
Ante esto, consideró que tiene que ver con la detentación del poder a partir de la definición de lo que es exitoso y de aquello que no lo es, y que se construye en medio del uso de armas, gatilleros, lujos, guarda espaldas y prostitución, elementos que se erigen como alcanzables mediante la realización de determinadas acciones, generalmente violentas.
“Son modelos de gente exitosa que tiene recursos que mueve masas de personas aparentemente en los videos es atractivo: la fama, el dinero, poder, mujeres, la vida de lujos, se asocia con la violencia”, comentó Oropeza Tena.
En opinión del académico, sería positivo iniciar en un proceso de legislación y regulación sobre la expresión de este tipo de manifestaciones musicales; comparó que al igual que como se hace en el cine o programas de televisión, se podrían establecer criterios para evitar, en la medida de lo posible, que el contenido poco favorable llegue a los menores de edad.
“La juventud mal encausada que no tiene una guía correcta suele ser la más vulnerable; el reguetón contiene un discurso muy machista que se traduce y manifiesta en violencia de género, y lamentablemente sabemos que en México los feminicidios son un problema serio; creo que sí sería necesaria la regulación de este topo de contenidos”, dijo.
Sin embargo, admitió que es desde la educación en los centros escolares, instituciones religiosas y otras las instituciones de la sociedad que tienen competencia en el trabajo con la juventud, además de las relacionadas con el sector salud, trabajadores sociales y psicólogos, quienes, además de los tutores, mayormente deben estar atentos a explicar a los menores las implicaciones del contenido violento que puede hallarse en los discursos musicales, y evitar que lo repliquen.
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