Visiones y percepciones/Etelberto Cruz Loeza
CAYÓ LA CEREZA DEL PASTEL DE LA CORRUPCIÓN INSTITUCIONALIZADA
La noticia se difundió el sábado 15 del presente, con velocidad de la luz.
En un segundo todo el país y todo el mundo se enteraron de la noticia: el prófugo ex gobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, había sido detenido en un hotel de Sololá, Guatemala y está en una cárcel de la ciudad de Guatemala en la que están recluidos los presos de alto riesgo; Ya se iniciarían de inmediato los trámites para su extradición y para recuperar lo que sustrajo, que según varias informaciones y declaraciones rebasa los 420 mil millones de pesos.
Javier Duarte de Ochoa era el ex gobernador más emblemático – si se acepta el término – de esa generación de políticos que arriban a los mayores puestos de representación popular – gobernadores y presidentes municipales y, acaso, presidentes de la República – o de los primeros círculos de poder de los Ejecutivos en turno -, con la insana intención de hacer negocios, de enriquecerse a mil por hora y aparentar un servicio público pulcro, inmaculado, para lo cual cuentan con la aceptación y colaboración de los otros poderes republicanos y la simpatía comercial de los Medios de comunicación social tradicionales, pues, finalmente, lo ven desde el punto de vista comercial, pues de algo deben vivir, y lo cobran bien.
Al detenerse a Javier Duarte de Ochoa, Aun en el portafolio de los grandes pendientes jurídico-policiales-políticos, está el otro Duarte, César, de quien se dice que reside en alguna población del estado de Texas de la Unión Americana, nuestro vecino del norte. Tomás Yarrington, Javier Duarte de Ochoa – ya detenidos – y César Duarte, aun prófugo, pero focalizado, conformaban el trío de ases delictivos de esta administración.
Entre ellos existen diferencias cualitativas: Tomás Yarrington hizo negocios o desadministró el estado y cogobernó con la narcodelincuencia; Javier Duarte hizo como que administraba para servir a la sociedad de su estado, pero se enriqueció a más no poder, usando todas las formas negativas para hacerlo, pero teniendo estructuras de poder y financieras para hacerlo contando con la com’p0licidad de los otros poderes republicanos estatales. César Duarte procedió igual.
Aunque no se ha dicho, ambas detenciones fueron resultado de las fichas rojas de la Interpol, que fueron solicitadas por nuestra procuraduría general de la República y respaldada por la secretaría de relaciones exteriores.
Ahora viene el uso político que se le dé a esta detención, pues, finalmente, todo sirve y sirve muy bien se sabe utilizar. Si el gobierno federal fue señalado como ineficaz, ineficiente y hasta omiso y protector, debe hacerse lo necesario, obligado, para reconocerle su actuación.
Muy pronto sabremos los detalles de la detención y los usos que se le dé a este suceso: el CISEN y la PGR tenían informaciones sobre su paradero, productos de los indicios de los familiares y servidores públicos sembrados por el afán de reunirse con él: desde octubre- noviembre del 2016 se tienen datos, día por día sobre sus movimientos, pero hasta que se contó con la comprobación oficial, física, se construyó todo el formato judicial, en Derecho, para su detención, a fin de no cometer algún error y que por detalles técnicos, pudiera ser echada abajo la promoción de detención y posterior juicio y sentencia del ex gobernador ya detenido.
Todos los casos de los ex gobernadores detenidos y/o liberados o exonerados o bajo investigación hicieron lo que hicieron con la complicidad de trabajadores – de confianza o de base - y que no cumplieron con su responsabilidad ética pública de respetar y hacer respetar y cumplir la ley.
Todos ellos fueron utilitaristas, pragmáticos, maquiavélicos: era una indicación hacerlo, sin importar si es o no es ético, moral. Debería hacerse. El mandado no se culpado…pero no existía - ni existe – una orden por escrito.
Lo anterior viene al caso como ejemplo de que la corrupción ha permeado, ha llegado, a todas las capas de la sociedad y aunque lo expresó el presidente de la República Peña Nieto – la corrupción somos todos -, poco importa.
El caso de Duarte de Ochoa es una muestra del mayor cinismo – documentado – de actuación solitaria y ante los ojos de todas las estructuras del gobierno hubiera robado y nadie, pero nadie actuó, y lo hizo la Federación.
Como ha sido señalado: caso extremo de excesos rutinarios de gobiernos locales cuyos usos y costumbres facilitan en exceso la omisión, deficiencias, ineficiencias, comisión, confabulación y complicidad: los gobiernos locales no quisieron actuar – y no únicamente desde el punto financiero, sino también en la procuración y administración de la justicia. Casos emblemáticos y hasta proverbiales de corrupción e impunidad son Guerrero, Tamaulipas, Coahuila, Veracruz – Michoacán incluido, por citar los más indicadores de inseguridad estatal en el comparativo nacional y con más indicadores de falta de Estado de Derecho y de uso selectivo de la ley, de varias varas para el uso de la justicia.
Todo esto – los casos de corrupción e impunidad de los ex y gobernadores se deriva. Es producto del uso y abuso de mecanismo políticos administrativos absolutistas.
Muestra de que los demás poderes republicanos - legislativo y judicial - no cumplieron su función de ser contrapeso en los excesos de otro – u otros – poder (es) republicanos constituidos.