Realizará UNAM Morelia concierto homenaje a violinista tradicional
MORELIA, Mich., 31 de marzo de 2017.- "No he sacado yo la cuenta, ya llevo muchos años tocando...a ver...", analiza J. Natividad Leandro Chávez 'El Palillo', un virtuoso violinista de música tradicional de la Tierra Caliente, originario de Ajuchitlán del Progreso Guerrero, que será homenajeado con un concierto en la plaza Benito Juárez a las 19 horas, como parte del Quinto Encuentro de Música Tradicional 'Verso y Redoble'.
"Empecé a tocar desde los 13 años y ahorita ya ando en los 86, sáquele la cuenta" dice burlón el músico que lleva 73 años cargando un violín y ha presentado estado principalmente como tres grupos; el de Vicente Escalante, con el de Juan Feliciano, y en otro más con Alberto Albarrán.
Habla del maestro Juan Reynoso Portillo el 'Paganini de la Tierra Caliente': "yo iba a tocar con él", dice contento. Relató que se encontró con el maestro en un convivio en la Ciudad de México, "él llevaba sus músicos y yo traía los míos, tocaba él tocaba yo, tocaba él y tocaba yo, de eso ya tiene sus añitos" explica.
"Ahí nos conocimos, él no me conocía muy bien pero dijo que ya había oído ese nombre de 'Palillo,' 'ese soy yo', le dije. "¡Que bonito!" le dijo el maestro y le pidió que le echara ganas, "me gusta tu modo y me gusta cómo tocas", le dijo y se despidieron esa vez.
"Tocó la coincidencia de que fui a Altamirano y nos volvimos a encontrar", cuenta el músico, "le invité un refresco pero él no tomaba, 'un refresco nomás', le dije, y sí nos fuimos ahí y estuvimos platicando"
La tristeza asociada a la música
"Me enseñó mi papá a tocar y me gustó de corazón el violín" dice enfático el maestro 'Palillo'. "Después de un tiempo le dije a papá 'déjame tocar pa' lante, ya quiero ver pues sí la voy a hacer, si no, pos no pues, y a mi cómo me gustaba tocar eso: gustos, sones, piezas", recuerda el artista.
Relata que a su padre le gustaba "echar trago", y había otros músicos ahí, de cuerda. Al experimentado músico se le empiezan a arquear los ojos, se le enrojecen pero no deja de contar: "llegaban y le decían: 'queremos que nos acompañes a tocar', él decía: 'no puedo, te voy a mandar a mi muchacho', y eso me daba miedo. Fíjese que sufría con ellos porque me pateaban y a mi se me rodaban las lágrimas, ta' bien, yo no les decía nada", prosigue el maestro con un nudo en la garganta.
Prosigue: "Sí, yo sufrí mucho en la música por causa de que mi padre me vendía, a él le daban el dinero y yo iba a desquitarlo, en aquel tiempo eran 24 horas, día y noche"
"Iba con otros y era igual, ahí me vendía mi papá pues, siempre me decía: estoy borracho, vete tú. Así crecí y me juntaba ya con ellos a tocar. No más que ellos tocaban medio apagado y yo tocaba afinadito, clarito, y luego me decían ¡ah estás tocando mi música! yo les decía pues cuál si tú también la oíste, como las tocan todos pos yo también", cuenta el violinista.
Dijo que también aprendió de esa experiencia para poder perfeccionarse al violín, y una vez que sus hermanos crecieron formaron un grupo, "nomás que ellos pues ya se murieron y yo soy el mayor" ríe por lo irónico.
La música tradicional
Para el músico sí ha ido desapareciendo la música tradicional, "ya no quieren los chamacos tocar ni ensayar, no les gusta, ahora quieren tocar nomás el piano, los teclados, pero el violín ya no" dice.
Cuenta que tuvo algunos estudiantes para enseñarles a tocar el violín, "yo tuve como unos tres guaches ensayando, fueron seis días y creían que en esos días iban a aprender y les dije no... ¡y ya no jueron!", ríe.
Dice que tiene otro estudiante en el Sacahuaje Guerrero, "ese está agarrando bien la onda y le estoy pique y pique, 'ándale porque al final te vas a quedar tú, yo en cualquier rato, ya" dice en una clara alusión a la muerte. Continua: "Tiene una semana conmigo y empieza a tocar las felicidades, piezas rancheras, 'Viva Cutzamala', 'viva Tlapehuala', ahí va, no muy bien, aún le falta que valorice con la guitarra" señala.