Itinerario político/Ricardo Aleman
El 1 de septiembre de 2006 --y en respuesta al VI Informe del entonces presidente, Vicente Fox--, un iracundo Andrés Manuel López Obrador pronunció uno de los más agresivos discursos de su historia.
Dijo, en el Zócalo capitalino a donde había convocado a sus seguidores, que el gobierno saliente de Fox y el entrante de Felipe Calderón “se pueden ir al diablo con sus instituciones… que se queden con sus tanquetas y sus soldados… lo que les preocupa a nuestros adversarios es que ya no estamos dispuestos a aceptar las reglas del juego…”
Y luego de la sentencia anunció la creación de un gobierno ciudadano --paralelo al de Calderón--, que acabaría con las instituciones obsoletas e inservibles…
Vale el ejercicio memorioso porque 11 años después –al arranque de 2017--, el señor López Obrador sigue siendo el mismo; sigue mandando al diablo a instituciones fundamentales del Estado mexicano –como la Marina Armada y la Secretaría de la Defensa--, a pesar de que él mismo y sus muchos apologistas insisten en que Obrador ya cambio y que no es el mismo de 2006 y 2012.
Y si tienen dudas de que AMLO es el mismo de siempre, el mismo que manda al diablo a las instituciones y que no respeta las reglas del juego democrático, basta recordar que apenas el 9 de febrero –de gira por Nayarit--, mintió a sus seguidores y a la opinión pública cuando acusó sin una sola prueba, que la Marina había masacrado a menores de edad, en un operativo contra las bandas criminales que controlan la entidad.
La acusación de AMLO, sin una sola prueba, motivó una reacción generalizada de repudio y se ganó el reproche de tirios troyanos, sobre todo porque el gobierno federal demostró que era falsa la premisa planteada por Obrador.
Días después, en gira proselitista por Nueva York, AMLO acusó al Ejército Mexicano de ser responsable de la masacre de “los 43” luego que el padre de uno de los normalistas asesinados le reclamó su responsabilidad política al imponer a la familia Abarca en el gobierno de Iguala.
Obrador volvió a mentir al acusar al Ejército, sin ninguna prueba, de la masacre de Iguala.
Por eso la pregunta. ¿Qué significa que AMLO acuse sin pruebas a La Marina y al Ejército de crímenes que nunca cometieron?
La respuesta la conocen todos. En los hechos, AMLO sigue mandando al diablo a las instituciones; en este caso a marinos y militares, las únicas dos instituciones que combaten al crimen y el narcotráfico.
Pero, además, desde hace meses y al margen de la ley, López Obrador realiza una abierta campaña presidencial que debiera ser sancionada por el INE. Es decir, no respeta las reglas del juego, como lo dijo desde 2006.
¿Ya cambió el López Obrador que mandó al diablo las instituciones y que amenazó con no respetar las reglas del juego?
Al tiempo.