Felipe y Margarita/Santiago Heyser Beltrán
Conozco a Felipe desde que como candidato a gobernar Michoacán perdió con Víctor Manuel Tinoco Rubí; en esos tiempos, en campaña lo escuche decir en una reunión empresarial: “Si hace veinte años hubiéramos soñado el Michoacán que querríamos tener ahora, hubiéramos hecho lo necesario para tenerlo”… Me gustó, le creí y voté por él, perdí mi voto porque ganó el impresentable PRI, qué después de gobiernos desastrosos del PRD, el de amigos de “Lazarito” Cárdenas y el de lumpem´s con Godoy, regresaría con los impresentables Vallejo´s, hoy inexplicablemente en libertad mientras Mireles que hizo la chamba de Osorio y defendió a los michoacanos está preso por exhibir gobiernos corruptos y al ilegal e inconstitucional “Virrey Castillo” y por enfrentar al sistema, mientras los michoacanos (y todo México), encabezados por el Gober Silvano que está en su ilusoria campaña para ser Presidente, cobardes, acomodaticios y apáticos callamos ante esta injusticia que lesiona al que salió a dar la cara por nosotros.
Después me volví a reencontrar a Felipe como precandidato del PAN para ser Presidente de México, me reuní con el que en aquel tiempo era algo así como su secretario particular, Ernesto Cordero; hablamos de proyectos para el campo y de la autosuficiencia alimentaria como base de la soberanía y elemento esencial de seguridad nacional… Me dio gusto que le ganara la elección interna al corrupto e impresentable de Santiago Creel (hoy inexplicablemente vuelto a renacer como apoyo del niño azul, Ricardo Anaya), en aquel tiempo delfín del payasito que nos gobernó en el foxiato de Martha Sahagún,… y volví a votar por Felipe convirtiéndome en su cómplice al integrar parte del 0.56% que le dio el triunfo… Después la debacle, empujado en mi opinión por los gringos (a quienes les permitió delinquir en México, contrabandear armas y apoyar a los narcos) y quienes le asesoraron para dar legitimidad a su pírrico triunfo electoral, inició en forma irresponsable y mal planeada una guerra que hoy le ha costado a México miles de vidas, pérdida de soberanía y lo peor, la inseguridad de todos al vivir en un México sin ley donde las instituciones de seguridad y justicia se usan para servir los intereses de quienes, en forma mafiosa e inmoral desgobiernan el país para su beneficio personal, el de sus compinches, compadres, correligionarios y familias; con un agravante, dadas sus ligas con el crimen organizado y sus flagrantes actos de corrupción delincuencial, en mi opinión han quedado en manos de intereses extranjeros (expedientes en la CIA y el FBI), que los convierte de facto en sus esbirros y les obliga a servirles entregando las riquezas nacionales, vía reformas, a cambio de impunidad futura; ¿o hay otra explicación para el entreguismo que raya en traición a la patria del gobierno federal, congresistas e instituciones de seguridad?… Después, ya con Felipe presidente, vinieron Oceanografía, Odebrecht, la Estafa de Luz y la traición a la moralidad y la justicia con García Luna y su claque de policías corruptos; por lo que me arrepiento del voto dado y considero a Felipe una vergüenza como político, como hombre y como mexicano.
A Margarita no la conocí hasta que con gentileza e interés me hizo comentarios por correo sobre algunos de mis artículos. Llamó mi atención lo equilibrado de sus acotaciones y sus reflexiones sobre los temas tratados, siempre objetivos y sin el interés de defender lo indefendible. Tuve oportunidad de conocerla en un evento del PAN en Morelia, pero no pasó de un saludo y del mutuo reconocimiento sobre nuestras comunicaciones. Cuando supe de su interés por ser Presidente de México me dio gusto, su gestión como primera dama, sobria, madura y respetuosa la avalaba, su trayectoria como persona honesta y de familia eran garantía, nunca la asocié con las trapacerías y errores del marido y le reconocí la prudencia de haber dejado pasar un sexenio; le desee éxito.
Hoy, con más camino andado, veo a Margarita prisionera de su “lealtad” por el marido y creo que se equivoca. Los mexicanos no queremos (o yo no quiero) una reedición de Felipe Presidente, pero él insiste en subirse al ring y como “caballero del Rey Arturo” pelear por Margarita, en mi opinión lesionando el legítimo interés de ella al aspirar a gobernar a México, exhibiéndose como parte del equipo de campaña y como consecuencia como cogobernante en caso de ganar Margarita, flaco favor la hace Felipe a su esposa, al PAN y a México con su protagonismo y peor si se muestra como en el evento de Josefina, con la mirada perdida y ajeno a la realidad.
En mi opinión, el camino de Margarita es simple; a preguntas sobre el gobierno de Felipe o sobre el mismo Felipe, desmarcarse y simplemente contestar: como su esposa no es mi papel ni glorificarlo ni descalificarlo, ni atacarlo ni defenderlo, la opinión que cada uno tenga al respecto es respetable, la comparta o no ¡No soy Felipe! y soy yo como ciudadana y no como esposa, la que aspira a gobernar a México porque estoy segura de poder servirle… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador