Uso de razón/Pablo Hiriart
Odebrecht, la prueba
El caso Odebrecht es un tema concreto de corrupción, en el que ese gigante brasileño de la construcción habría pagado sobornos por 10.5 millones de dólares a altos funcionarios de Pemex a cambio de la asignación de contratos de obra pública.
¿Quién recibió ese dinero? ¿Es tan difícil saberlo?
Emilio Lozoya, ex director de Pemex dijo que él no obtuvo un centavo de esa empresa con la que no firmó ningún contrato.
Pero hay quienes sí lo hicieron. La investigación está en la Secretaría de la Función Pública que encabeza Arely Gómez, y de ahí deben salir los datos concretos con las sanciones correspondientes.
No puede ser que se retrase meses y meses algo que debería conocerse pronto para dar una señal de que se combate a la corrupción.
Los nuevos datos apuntan a que la empresa encabezada por Marcelo Odebrecht –hoy preso en Brasil-, repartió cientos de millones de dólares en tres continentes para obtener contratos de manera ilícita.
En México esa compañía, la más grande constructora de América Latina, obtuvo contratos irregulares de Pemex desde 2010.
De las investigaciones que se llevan a cabo en Brasil se desprende que Odebrecht era un Rey Midas de la corrupción.
Y tocó a funcionarios mexicanos. Lo dicen los que repartieron los sobornos, a cambio de que les rebajen las penas.
Desde luego que es preciso investigar antes de ejercitar la acción judicial que corresponda, pero la justicia para que sea justicia debe ser expedita.
En Perú el ex Presidente Alejandro Toledo tiene solicitud de orden de aprehensión por haberle cobrado 20 millones de dólares en mordidas a Oderbrecht, que le dieron a cambio de la asignación irregular del contrato de la construcción de la carretera Perú-Brasil.
A Ollanta Humala, el siguiente Presidente de Perú, también le dieron dinero: tres millones de dólares.
En Brasil ni se diga: 320 millones de dólares en sobornos a personajes de la política, entre cuyos nombres aparecen Dilma Rousseff y Luiz Inácio da Silva (Lula), a manera de contribuciones para su campañas políticas. Y a muchos otros políticos y directivos de la petrolera de ese país, Petrobras.
A intermediarios de los Kirchner, en Argentina, les habrían entregado mordidas por 35 millones de dólares, a cambio de diversos contratos.
En Venezuela el salpicadero de coimas de Odebrecht a funcionarios “bolivarianos” habría alcanzado los 98 millones de dólares.
Y en Colombia Odebrecht reveló haber otorgado 11 millones de dólares en mordidas a altos funcionarios, entre cuyos nombres destaca el del Presidente de ese país y Premio Nobel de la Paz, José Manuel Santos.
En defensa de Santos salió… el gabinete de Santos.
Hay procesos abiertos en todos los países donde Marcelo Odebrecht y sus compinches habrían declarado entregar sobornos a altos funcionarios para obtener beneficios económicos para su empresa.
En México también está abierto el proceso y debe llevarse con sigilo, pero con rapidez.
Sería extraordinario que Arely Gómez acreditara la valía de la Secretaría de la Función Pública y se procediera con justicia antes de que lo hagan otros países latinoamericanos envueltos en el escándalo.
Que se explique qué hay de cierto y se proceda. O que se diga qué no es así y se sustente.
Pero dejar correr el tiempo para que todo se olvide y no suceda nada, rebasaría los límites de la paciencia y la tolerancia hacia un tema que está en el centro del malestar nacional.