Nacionalismo en el Siglo XXI/Emilio Cedeño Rivas
NACIONALISMO EN EL SIGLO XXI
El diccionario de la Real Academia Española define al Nacionalismo como un “Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia.”. A lo largo de nuestra historia las naciones han definido el futuro de la humanidad, por ellas se han librado cruentas y dolorosas batallas que han dejado diezmada a la población y hoy en día incluso se sigue entregando la vida en pos de la protección, el mejoramiento o el cumplimiento de los intereses de una nación.
La historia nos demuestra que la nación ha sido demiurgo de infinidad de atrocidades, pero también de igual cantidad de avances en diferentes campos del conocimiento, como es el caso de la carrera espacial de 1957, en la cual los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética mantuvieron una especie de combate cultural en el cual se disputaba algo más que naves demasiado avanzadas y costosas, tal carrera definiría a la que se consideraría la más poderosa nación sobre el globo, el mejor sistema y la mejor ideología, el nacionalismo de ambas culturas crearía sistemas que van desde maquinas que explotaron y en ocasiones dejaron muertos como consecuencia, hasta la que terminó por permitir a un hombre decir “un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad” que mantendrían en vilo al mundo entero.
Sin embargo, el nacionalismo no ha tenido gran recibimiento en diversos sectores de la sociedad, Mario Vargas Llosa, declarado opositor al nacionalismo, durante la entrega del premio FAES a la Libertad, en Madrid, España, definió al nacionalismo como “el gran enemigo de la libertad en nuestro tiempo”, tenemos a Albert Einstein, quien dijo que “El nacionalismo es una enfermedad infantil. El sarampión de la humanidad” y es que no es de extrañar que nacionalismo sea una palabra que hoy en día identificamos de manera negativa, la penúltima vez que un hombre extremadamente poderoso dijo hacer todo en pos del nacionalismo tuvimos una guerra mundial y comunidades enteras siendo perseguidas como método para convertir a su país en “el mejor” sobre la tierra.
Vivimos en una época en la que la gente tiene miedo de otros países, en una sociedad en la cual se fomenta la superioridad de una nación por sobre de otra, en la cual nosotros terminamos creyéndonos superiores a nuestros vecinos porqué somos más ricos, más poderosos o más grandes, existen candidatos que ganan a base de fomentar el odio, la intolerancia y el prejuicio por sobre de la paz, la tolerancia y la reconciliación. El siglo XXI en algún momento llegó a prometer una sociedad más justa, una que ya había aprendido de los garrafales errores cometidos en el pasado, pero nos hemos tropezado con la misma piedra, los países vuelven a caer en la trampa del proteccionismo, victimas del nacionalismo exacerbado y el discurso populista de algunos políticos.
Pero todo tiene un origen, nada nace por simple generación espontánea y en nuestro caso la raíz del nacionalismo en el siglo XXI es el miedo, el temor a ser más pobres frente a una economía que se resquebraja. En 2008, sin haber pasado ni una década desde el comienzo del nuevo siglo y milenio una crisis agitó al mundo a un punto que pocas veces había sido visto, una crisis global que había iniciado en el que era en ese tiempo (y sigue siendo) el país más poderoso del mundo, generando incertidumbre frente al futuro en miles de ciudadanos en el mundo, hoy en día, a 9 años de tal crisis, la economía sigue siendo inestable. Ya no nos parece anormal que los productos básicos suban y bajen como si de un columpio siendo empujado muy fuerte se tratase. El miedo es una constante que no deja buscar una verdadera solución, nos deja aturdidos y terminamos buscando un culpable para nuestras desgracias, como si de una cacería de brujas se tratara y al final, como la frase popular dice “la cadena se rompe por el eslabón más débil”, los más débiles son los señalados.
A las sociedades más ricas pareciera no importarles beneficiar a los más necesitados, sino buscan imponer muros que contengan a estos últimos, para muestra tenemos las decisiones más importantes que se han tomado últimamente en Europa y Norteamérica, la promesa de un mundo en el que las fronteras no importen, en el que los conocimientos y los avances trasciendan de la simple rivalidad entre países se ve a lo lejos, no acercándose gustosa, sino alejándose rápidamente.
UN FENOMENO QUE SE EXTIENDE POR EL MUNDO.
Donald Trump con su frase “We will make America great again” ha conquistado los corazones de casi la mitad del pueblo estadounidense. Casi no tiene un discurso en el cuál no arremeta contra las empresas estadounidenses que fabriquen sus productos fuera de EE.UU. Dicho personaje promete subir los aranceles a los productos chinos y mexicanos, culpándoles de la desgracia de su país, imponiéndoles barreras comerciales e incluso en el caso de México, barreras físicas.
En Francia, Marine Le Pen, una de las favoritas en las elecciones presidenciales está luchando abiertamente en contra de la inmigración, su política de no ingreso de inmigrantes es una de sus propuestas de campaña, como lo es también su propuesta de salida de la Unión Europea, motivada por lo mismo que hizo Gran Bretaña.
En Alemania, la líder del AfD, Frauke Petry dijo que Trump mostró “la salida de un callejón sin salida” para Estados Unidos. “Exactamente lo mismo queremos hacer nosotros en Europa”, dijo.
En Inglaterra 33 millones de ingleses, el 81% de la participación electoral, votaron a favor de separarse de la Unión Europea, marcando un punto y aparte en la historia, donde una vez más se demostró que el proteccionismo es una de las próximas vías que tomará la humanidad y sobre todo las grandes potencias.
UNA REALIDAD QUE SE DESMORONA
Los partidos más radicales tienen su punto álgido en los momentos más tristes, Hitler ascendió al poder una vez que Alemania se enfrentó a una crisis de la que no saldría en mucho tiempo, el discurso radical no funciona cuando hay paz, una serie de eventos han causado el avance de tanta retórica nacionalista, en Estados Unidos el actual presidente quiere “hacer a América grande otra vez” pero, ¿según él qué es ser grande?, según él ¿Cuándo fue grande antes según sus creencias?. David Fischman decía: “La mente es como el agua. Cuando está calmada y en paz, puede reflejar la belleza en el mundo. Cuando está agitada, puede tener al paraíso enfrente y no lo refleja”, hoy tenemos nuestra mente está agitada, buscamos un camino rápido, uno que nos diga que mañana habrá un mundo ya no mejor para todos, sino para nosotros mismos, uno que sea más seguro de los demás, cuando tenemos miedo podemos encontrar cientos de excusas para volvernos una especie de castillo con murallas, se culpará a otros de nuestros problemas, por qué no nos gusta equivocarnos, a nadie le gusta, pero a nadie le agrada ser culpado de algo que en principio no es su culpa, nadie quiere ser apuntado con el dedo y ser acusado de las desgracias de un país en un discurso que se vale del odio, el mundo necesita de calma, no de guerras comerciales, independientemente de la raza, color, etnia, sexualidad o religión que profese, necesita una palabra de cuatro letras; necesita amor.