Diálogo/Mateo Calvillo Paz
LA PAZ, MISIÓN Y BUENA NOTICIA
Mateo Calvillo Paz
La misión que Cristo confía a la Iglesia es la paz, es la buena noticia. Es el tema (como en una sinfonía) del ministerio del arzobispo de Morelia, Carlos.
La existencia humana ha sido siempre una historia de luchas fratricidas y divisiones.
En los mismos orígenes de la humanidad, aparece el pecado que divide al hombre en su ser íntimo.
La paz, que es como un ambiente natural, es un destino y un deseo se convierte en una conquista interminable y una aspiración.
El hombre dividido es sigue potencias maléficas y deseos desordenados de prepotencia, destrucción de sus hermanos. Lo vemos en los políticos internacionales como Trump, también en nuestros políticos y partidos.
Los michoacanos sufrimos, las mayorías pobres, lo que necesitamos es la paz.
En los discursos oficiales se presenta un pueblo tranquilo, que vive en seguridad. En la visión oficial todo está en orden. Las autoridades pretenden hacerlo todo bien, arreglar todos los problemas. Siguen la doctrina del optimismo irracional de Leibnitz: “todo está ordenado a lo mejor en el mejor de los mundos”.
Necesitamos luchar por la paz de todos, empezando por los débiles y humildes, es un mensaje que recorre toda la Biblia.
Las clases privilegiadas de los políticos, la jerarquía de la Iglesia, los del poder económico no pueden tener la paz para ellos solos. La paz es de todos, la paz sólo de la clase social privilegiada es imposible.
La paz tiene una dimensión social y nacional, la paz de México es la paz de todos.
Los abusos e injusticias de los países neoliberales, nuevos colonizadores, como Estados Unidos nos afectan como Nación.
Las actitudes de Donald Trump han puesto en crisis a México y al mundo. Es la actitud de un déspota, ambicioso, etnocentrista al que sigue un pueblo que tiene los mismos vicios.
Su actitud es caprichosa, prepotente, autoritaria. También es impulsivo, pragmático, no reflexiona sus decisiones con todas consecuencia que van a venir. No podrá tener en mano todos los hilos, muchas situaciones se le saldrán de control. Se va a “hacer bolas el engrudo”. Su maldad se le va a revertir. Finalmente, no irán lejos sino lo que le permita su populismo y su gente que comparte sus tendencias mezquinas.
Los mexicanos no podemos enconcharnos en nuestro egoísmo. No podemos ser tan egoístas, tan “fresas”. Debemos ser solidarios con el dolor de los demás. No podemos ser indiferentes ante las angustias de nuestros hermanos emigrados que sufren por el muro, las deportaciones y el control de las remesas.
Hay condiciones fundamentales para la paz. La paz se funda en Dios, él la concede. Por eso Monseñor Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, afirma que lo primero es la paz del corazón. Dios es un fundamente seguro y fiel. Los hombres crean las polarizaciones, los conflictos.
En este mismo orden de cosas, la paz la construye el hombre que es recto, honesto, que cumple la ley eterna y humana. No hay paz sin justicia.
La paz se construye con la verdad. En el reino de la mentira, los pobres no tienen paz. La paz de los discursos es un engaño necio que aleja a los dirigentes de la vida de la sociedad.
La paz es la necesidad que está latente debajo de todas nuestras formas de corrupción, inseguridad, ingobernabilidad, en todas las crisis.
El fondo de nuestra crisis es que no tnemos paz. Necesitamos resolverlo si queremos salir de las crisis. Necesitamos ser sabios y querer resolver primero el problema que es como la cabeza de la hidra.
En las crisis políticas internacionales, lo que está siempre en juego es la paz.
No hay paz sin los grandes valores que fundan la convivencia humana: el bien común, la cooperación para el bien de los demás, el destino universal de los bienes del planeta,
La paz es un regalo definitivo de Dios. Dios da la paz como un destino supremo a los hombres.
Han proclamado los Papas Benedicto y Francisco: la realidad es Dios. La paz es un proyecto de Dios. Toma tan en serio este proyecto que para realizarlo se viene a vivir con los hombres en la persona de su Hijo Jesucristo.
Se aclara con luz meridiana el lema del arzobispo Carlos: Cristo es nuestra paz. Es él quien realiza el plan maravilloso de llamarnos a la vida y a la unidad de los pueblos.
Es el tema de esta sinfonía que es la evangelización de la diócesis de Morelia, lo que da unidad a los trabajos de las parroquias y comunidades, el tema transversal a todas las vertientes de la pastoral, a todos los servicios de la Iglesia.