Nuevos dictadores
Inició el 2025 y la cruda realidad nos regresó a la dinámica de la vida cotidiana, sin embargo, eso no debe empañar la capacidad para analizar el complejo momento que atraviesa el mundo; sí con esperanza, pero conscientes de que muchos países son terreno minado, donde los dictadores modernos abandonaron la represión de los cuerpos, por la manipulación de las mentes.
El caso del momento es Venezuela, con la autoproclamación de Nicolás Maduro como presidente, lo que despertó fuertes críticas internacionales por lo que se considera el peor fraude electoral de la historia moderna en el continente.
Previo a la toma de protesta de Nicolás Maduro como presidente, la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, declaró como “personas non gratas” a nueve expresidentes latinoamericanos, entre ellos Vicente Fox y Felipe Calderón de México, que forman parte del grupo Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), y que fueron calificados por los legisladores afines al Chavismo como un grupo de fascistas de la ultraderecha internacional, mientras tanto el pueblo venezolano sigue cargando su cruz.
Recientemente el periodista Joaquín Estefanía, publicó en el diario El País, una columna sobre los dictadores modernos que cambiaron la represión física por el control de las mentes, ayudados por un articulado movimiento de piezas en los sistemas políticos vigentes de varias naciones. En todos los casos, enarbolaron la bandera de la democracia, aprovechando fallas del sistema y llegando al poder de forma legítima por la vía democrática.
Un ejemplo es Vladimir Putin, presidente de Rusia, quien en 2025 alcanzará un cuarto de siglo en el poder de esa nación, sin embargo, politólogos dan el crédito de un nuevo modelo de control político para perpetuar las dictaduras, a Lee Kuan Yew, exprimer ministro de Singapur quien, en la década de los sesenta del siglo pasado, convirtió a su país en un modelo de control político.
Regresando al continente americano, en 2012 Nayib Bukele, cuando era alcalde de Nuevo Cuscatlán en El Salvador, dijo estar a favor de Hugo Chávez y elogió la llegada de la izquierda a Argentina con el presidente Nestor Kirchner, quien impuso una política que llevó a esa nación a una de sus peores crisis económicas que duró 20 años, (2003 al 2023), primero como presidente, después con su esposa Cristina Fernández de Kirchner como sucesora, quien terminó su mandato y se mantuvo como vicepresidenta de esa nación (2019 a 2023), dos décadas avaladas en las urnas.
En el caso de Estados Unidos, la llegada de Donald Trump a la presidencia, deja claro que un empresario astuto, comprendió cuál era su mercado meta, llamados electores, les dijo lo que querían escuchar, entendió el mecanismo electoral y usó a su favor algunas hendiduras en el sistema político de su país que le dieron el triunfo en 2016 y que el próximo 20 de enero, lo llevarán a su segundo mandato presidencial.
Dicho por expertos, su discurso bélico, de permanente confrontación, ansioso de encontrar enemigos que sean el blanco de su ira, tienen trazos de la mente de un dictador, quien ve a sus gobernados como súbditos, al partido republicano como su dama de compañía y vehículo para llegar a la silla presidencial por segunda ocasión. Entre sus nuevos planes, reveló que quiere apoderarse de Groenlandia y del canal de Panamá, así como cambiar el nombre del Golfo de México por Golfo de las Américas.
Por lo pronto, en la relación bilateral, la contingencia por los voraces y muy lamentables incendios en California, tendrán la mente de Trump ocupada durante las primeras semanas de su mandato, lo que podría dar un respiro a México, tras los ataques sistemáticos por temas de narcotráfico y migración, sin embargo, es sólo una pausa en la agenda de uno de los dictadores que han traído las democracias de sistemas políticos obsoletos, que han sido rebasados por las necesidades de las sociedades del siglo XXI y que es urgente su reconfiguración.