Más allá de Trump
En los últimos años los cambios geopolíticos en el escenario mundial han sido vertiginosos. Dos procesos han acelerado y polarizado esos cambios. Por un lado, la guerra de Ucrania como foco mundial de choque entre la OTAN dirigida por EEUU con la cual se pretendía aislar y fracturar internamente a Rusia, el país más extenso y rico en recursos del planeta y por el otro lado, destaca el fortalecimiento del proyecto de los BRICS y el acercamiento a él de decenas de países agredidos por el imperio estadounidense con sanciones económicas y financieras e interminables guerras, sobre todo en medio oriente.
En el primer caso, la guerra de Ucrania resultó una experiencia fallida y evidenció la debilidad y el sometimiento a EEUU de la Unión Europea llevándola a una crisis profunda de carácter energético y económico. Al bloquear a Rusia se bloqueó así misma y la mayoría de los países de todos los continentes se abstuvo de intervenir en Ucrania a favor de occidente; incluso, -como ya se dijo- varios se acercaron al proyecto BRICS liderados por Rusia, China y La India.
Al interior de EEUU como se sabe, la campaña presidencial fue orientada por la consigna de Trump de “hacer grande a EEUU otra vez”. Ese grito de nacionalismo nostálgico y desesperado penetró en las mayorías perjudicadas por décadas de aplicación del modelo neoliberal que inicio desde principios de los 80s, por ello, en la búsqueda de la recuperación económica de millones, no cuadran las guerras interminables en diversas partes del mundo que benefician inmensamente sólo a las élites y especialmente a las empresas armamentistas.
Debido a lo anterior, la insistente promesa de Trump de terminar con la sangría estadounidense en la guerra de Ucrania le consiguió una fuerte cantidad de votos al tiempo que fueron arrasadas las promesas y ofertas de Kamala Harris sobre derechos para las mujeres y las minorías porque en su propuesta la economía y el guerrerismo oneroso estadounidense continuarían como hasta ahora.
Con los hechos anteriores se puede comprender porqué a diferencia de otras elecciones presidenciales de EEUU, en ésta no se cimbró el mundo, pero, sí impactó a sus aliados europeos quienes viven ya una profunda crisis energética y económica con gran desestabilización de los gobiernos que apostaron todo a Washington.
En el mundo, el impacto de la llegada de Trump se verá en la esfera económica, por su política proteccionista y la guerra comercial contra China, sin embargo, esa política no tiene futuro porque China ha logrado insertarse sólidamente en los mercados internacionales y ha invertido en ramas estratégicas de decenas de países de Asia, América y África.
EEUU sigue siendo una poderosa locomotora económica en el mundo y su proteccionismo y la guerra comercial va a reducir el ritmo del crecimiento económico global, al tiempo que no podrá competir por los altos costos producción si pretende repatriar a sus empresas industriales y aplicar los aranceles exagerados con los que amenazó Trump como candidato.
China, por su parte, será perjudicada con esa guerra comercial, pero, está mejor preparada para aplicar a la producción de bienes y servicios los desarrollos tecnológicos de vanguardia que ha logrado y que son más competitivos que los de los poderosos monopolios estadounidenses en esas ramas.
Para México, la llegada de Trump anuncia también impactos negativos por su pretensión de sujetar a sus condiciones el rumbo de la economía mexicana -hoy su principal socio comercial- y ponerle candados al llamado nearshoring que es la relocalización en México de empresas nacionales y extranjeras cerca del mercado estadounidense; igual, en el terreno migratorio vienen fuertes presiones, sin embargo, la economía mexicana cuenta con un mercado interno, una clara perspectiva de crecimiento positivo para los próximos años y una gran fortaleza política con el 2º. Piso de la Cuarta Transformación en marcha una vez que se ha cubierto la aprobación de las principales reformas constitucionales que involucran a los tres poderes de la Unión.
El ejercicio de la soberanía nacional en las relaciones con el vecino del norte está funcionando bien. Ingresan a México miles de millones de dólares de inversión productiva de diversos países sin las condiciones que imponía EEUU a los gobiernos neoliberales.
Con razón la Presidenta Claudia se muestra optimista en sus primeras entrevistas con Trump y Marcelo Ebrad, por su parte, anuncia una negociación firme e igualmente optimista con los vecinos para actualizar los términos del Tratado de Libre Comercio.
Con su fuerza interna, México resistirá bien los fuertes vientos del mundo de nuestros días o como dicen los mecánicos navales: “No importa que la mar ruja mientras haya presión en las calderas”.