Ecoconciencia para la vida
Crear y desarrollar conciencia para la vida, nos permite comprender la importancia de generar condiciones para fortalecer una de las tantas conciencias a las que se refiere Edgar Morin, la conciencia ambiental, o como le hemos venido llamando la ECOCONCIENCIA en Deportistas con Causa, de Lázaro Cárdenas, presidida por Martín Barriga y donde me desempeño honoríficamente como asesor en materia de derechos humanos.
La conciencia, es la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocernos a nosotros mismos, de tener conocimiento y percepción de nuestra existencia y del entorno que vivimos, es decir, la capacidad de todo individuo sobre la percepción de sus sentidos. Otros teóricos insisten en entenderla como el conocimiento del bien o del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos ejecutados por la mismidad.
La ecoconciencia nos permite construir espacios donde la vida está en el centro, es decir, el biocentro, donde ha sido desplazado el hombre desde la visión antropocéntrica, androcéntrica y etnocéntrica y que, con ello, logramos posicionar un tema fundamental darle el mismo valor en su existir a la vida: la vida humana, la vida de los animales y la vida de las plantas, todos, en unicidad con los elementos de la naturaleza: agua, luz, aire, tierra.
Tener ecoconciencia nos permite comprender que la naturaleza no es nuestra y que, por ello, podemos someterla, controlarla y violentarla de manera cotidiana con los impactos de la crisis que vivimos por el modelo de consumo neoliberal; porque es importante precisar que nosotros somos parte de la naturaleza, de esa vida, y que debemos de mantener un respeto por Pachamama la Madre Tierra, para cuidar de la sostenibilidad, para esta generación y las próximas generaciones.
La llamada ecoconciencia o conciencia ambiental, debe de crearse y desarrollarse en función del respeto por el otro, es decir, por el otro que no necesariamente es persona, humano, sino animal o planta y desde ahí fijar las posiciones que permite o faciliten el hecho de no promover acciones que violenten al otro solo porque no es humano. Desde esta perspectiva la ecoconciencia nos permite ir desarrollando actividades comprometidas con el respeto al otro, y desde ahí podemos cuidar de la vida y de los elementos que dan sustento a ella, el agua, la luz, la tierra, el aire y hacer unicidad y simbiosofía.
La unicidad, porque somos uno con la naturaleza, con Pachamama, y en simbiosofia porque, combinados los dos elementos: la interdependencia y la cooperación de diferentes organismos para mantenernos en esta vida, y la mejor manera es hacerlo armoniosamente entre seres humanos y la vida es decir, la naturaleza; hacer los cuidados sin violencia, sin opresión, basada en el respeto, en la espiritualidad, como se venia haciendo en los pueblos mesoamericanos con el modelo del buen vivir.
En estos tiempos, donde el modelo económico nos hace hedonistas, narcisistas, en búsqueda del éxito, el placer por el consumo de marcas, el sexo, las sustancias tóxicas, el alcohol, y genera valores líquidos debemos de hacer cambios metacognitivos para transitar a un pensamiento crítico, a una mejor manera de gestionar nuestras emociones, a evitar el hiperconsumo y a generar un modelo de valores y principios que nos permita reconocer que no es el hombre quien debe estar al centro, sino la vida, el biocentro, y desde ahí generar condiciones para el cuidado y protección de la misma.
Cuando escucho que existen marcos normativos, políticas públicas, y estructuras gubernamentales para atender la violencia contra los animales, comprendo que no es suficiente dichas: normas, instituciones y, políticas públicas, porque en el día a día seguimos viendo maltrato animal: poblaciones que dejan abandonados a sus mascotas, o bien, en la azotea, viviendo a la intemperie, que los mantienen amarrados, sin alimento y agua, que nos les dan acompañamiento con la medicina veterinaria, que deambulan por la calle sin comer y con sed, que son apaleados por estar cerca de un establecimiento de comida, que atentan contra su vida de manera irracional poniendo sobre sus cuerpos materiales peligrosos, y que, en ocasiones, salvo los rescatistas que tratan de poner fin a esa estela de formas de violencia contra los animales, y que pese a que es un delito el maltrato animal, la falta de denuncia no permite avanzar en el desarrollo de gestión ante el Poder Judicial estatal.
Por ello, los marcos normativos, las estructuras operativas y el diseño de política pública debe estar acompañado de una difusión importante y para toda la población de las normativas de protección, pero igualmente los servidores públicos deben estar profesionalizados y tener vocación de servicio en el ejercicio de sus función pública, pero además, en el diseño de la política pública debe de contarse con un apartado que genere ecoconciencia, la vida al centro, el biocentro, que logré hacer comprender la importancia de cuidar la vida, porque somos naturaleza; la naturaleza y la vida de las otredades no es nuestra, y por ello, debemos de cuidarla y respetarla.
Al ser especialista en materia de Derechos Humanos y Libertades y doctor en Ecoeducación, considero que las instituciones, pese a que han trabajado en distintos sentidos para evitar la violencia animal, aun no han logrado conectar con estos principios ambientalistas de ver al planeta como un ser vivo, se han quedado en el pronunciamiento y en la importancia de que existen ya las normas, las instituciones y las políticas públicas, pero no han traspasado el nivel de creación y desarrollo de conciencia, ecoconciencia, o conciencia ambiental en la población, iniciando con no solo la profesionalización del servidor público, sino la vocación de servicio que debería de comprometer su función pública al estar al cuidado de la vida. Felicito a los animalistas rescatistas y a todos los que han decidido comprometer su actuar en el cuidado de la vida animal, y convoco a las poblaciones a estar al pendiente de la denuncia de la violencia contra los animales.