Libros de ayer y hoy
Etchohuaquila, el lugar donde nació un Toro
Etchohuaquila, un poblado que apenas pasa los mil habitantes, no es el primero que da cuna a un gran personaje. Si uno investiga una gran mayoría de personajes, sobre todo de antaño, nacieron en poblados pequeños que fueron lanzados al mundo por la fama que dio uno o varios nacidos ahí. Fernando Valenzuela nació hace 64 años en un entorno pueblerino de pobreza, con grandes llanos para practicar la pelota. Un poblado que pese a la fama que tomó por la gran estrella, no ha podido alcanzar al primer plano de su municipio que es Navojoa. De los más de 300 poblados que tiene ese municipio , Etchohuaquila no está entre los más importantes. Los datos señalan su agricultura como sustento y uno muy llamativo: la venta de platillos típicos. Situado relativamente cercano al mar, el poblado está a 71 metros sobre su nivel.
LA ZONA MAYO VIO CRECER A UN PERSONAJE; LA ZONA YAQUI, A VARIOS
Viví de niña, cerca de donde nació Fernando, entre la zona mayo y la yaqui en El Paredón Colorado. Vivíamos a la orilla del mar y enfrente había una isla que brillaba, tal como lo asenté en una crónica premiada por el Instituto Sonorense de Cultura. Isla que al parecer es la Huivulai. Hasta ahí llegaban las frases que ya desde entonces lanzaban a la fama el poblado de Etchohuaquila, décadas antes de que Fernando naciera: ¡No podrá Etchohuaquila!, decían los lugareños y recalcaban a un personaje que debió ser un cacique poderoso porque también le aplicaban la frase ¡No podrá Nacho Ruiz!, al parecer ligado a la conquista de mujeres. Sonora en esos tiempos tenía una apariencia feudal en el campo con enormes caserones elegantes de los agricultores y nosotros, los campesinos viviendo en casas de petate. Varias décadas después de las Revolución y con dos revolucionarios en su historia, Obregón y Calles, cuyas familias vivían en forma acomodada en Cajeme. Pero tal como sucedió en la tierra del pelotero, en donde nosotros estábamos en familia, se veía por todos lados a los niños jugando en los llanos con pelotas de hule y palos semejantes a bates, el juego que tanto hizo famoso a Sonora desde esos tiempos.
DE LA ISLA QUE BRILLABA, A CAJEME A VER JUGADORES EN LOS ESTADIOS
Entonces, el gran espectáculo era el beisbol y a los estadios sonorenses llegaban famosos peloteros gringos y algunos mexicanos como Beto Ávila y Panchillo Conde Ramírez, tiempos de gran singularidad, cuya historia debió haber conocido Fernando porque también pasó por los estadios de Sonora. Al nivel local había peloteros de gran arrastre uno de ellos de apellido similar al de Etchohuaquila, Benjamín Papelero Valenzuela pionero en ese deporte
y que era la nota diaria. Muy pequeños un hermano y yo, poníamos piedras detrás de las bardas para elevarnos y ver desde ellas, a los peloteros. En mi casa la radio zumbaba durante los juegos y mi mama pese a ser una mujer seria y poco comunicativa, se sabía hasta el último hit que habían ponchado en esos juegos. Fue una época de beisbol, que emocionó a muchos y que dejó como herencia el sentir a un gran jugador que por desgracia ha muerto. Estos recuerdos Fernando paisano, por todo lo grande que fuiste.