Venezuela sigue viva, pero moribunda
MORELIA, Mich., 29 de junio de 2024.- Habría que estudiar el inconsciente colectivo para determinar por qué llegó el chavismo a Venezuela. No hay dudas de que es un producto de la sociedad del país suramericano, pero tampoco hay dudas de que ese producto caducó hace años, incluso cuando Hugo Chávez aún existía.
Venezuela es un país vivo, pero moribundo. El proyecto chavista se desgastó y en la reconfiguración del inconsciente colectivo ya pereció, tras años de escasez, hiperinflación y violencia.
Sin embargo, en la vida real, manipulada por el secuestro de los poderes, este 27 de julio consigue el 51.2 por ciento de los votos en la elección presidencial.
Nicolás Maduro lleva 11 años en el poder. En Venezuela, los periodos presidenciales duran seis años y la reelección es indefinida. Ambos criterios son herencias de Chávez, de entre los cientos de modificaciones que le hizo a la Constitución de la República para perpetuarse en el poder. Pero el cáncer fue más rápido.
No obstante, al cierre de esta edición y pese a ser declarado reelecto por el Consejo Nacional Electoral (CNE), los venezolanos aún mantienen la esperanza de que cualquier cosa puede suceder.
Esa llama de la ilusión no se había encendido en años, desde aquel 2014 cuando, tras la segunda reelección y después muerte de Chávez, los venezolanos volvieron a unos comicios extraordinarios en los que se perfilaba Henrique Capriles Radonski como el que le daría un respiro del rojo rojito a Venezuela… pero eso no ocurrió.
Y es que los hijos de finales de los años 80 en adelante no recuerdan otro sistema, otro partido, ni otro proyecto de nación, pese a la crítica hacia los 40 años de adecos y copeyanos de parte de los creadores de la llamada Quinta República, a lo que tildaron de periodo dictatorial.
Aun así, los chavistas se convirtieron en lo que tanto juraron destruir: ya son 25 años de lo mismo y, si todo sigue como se anunció, se encamina el chavismo a los 31 años en el poder.
¿Democracia en Venezuela?, solo esos 40 años que el oficialismo critica. Antes de ello se mantuvo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y después, se enquistó la era Chávez.
Las elecciones presidenciales de 2024 se vieron con otros ojos desde que tomó las riendas de la oposición la exdiputada de la Asamblea Nacional de Venezuela, María Corina Machado, quien después fuera inhabilitada por el CNE.
Sin embargo, sin estar en las boletas, siguió dando dolores de cabeza al oficialismo, ahora con Edmundo González como el candidato de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Los videos de su campaña en las redes sociales mostraron ríos de gente en su apoyo, en estados muy pequeños como Trujillo, históricamente chavista, y en los fronterizos Táchira y Zulia, de los más golpeados por la escasez de gasolina y los problemas eléctricos.
Esos hijos de finales de los 80 que, en cada elección desde 2005 se acostumbraron a escuchar en las calles la palabra “fraude” tras cada pseudotriunfo del chavismo, este domingo la repitieron, a sus treinta y tantos, como si fueran malos perdedores.
Las redes sociales se pintan de negro, de reclamos y de incredulidad.
La MUD, pasada la medianoche en Venezuela, declaró que los maduristas “fueron derrotados política, moral y espiritualmente, además de con los votos (…) los militares estuvieron en primera fila, lo saben, y el deber de la Fuerza Armada es respetar la soberanía (…). Nos siguen llegando actas, nadie se mueve de los Centros de Votación (…) se han violado todas las normas, nuestro mensaje de reconciliación, de cambio y paz, sigue vigente”.
Tanto Edmundo González como María Corina Machado expresaron que “lo que dijo el CNE es imposible de compaginar con toda la información que nosotros tenemos, y tenemos más del 40 por ciento de las actas”.
Viva o muerta la esperanza, las elecciones de 2024 son, sin dudas, un escenario incierto como todo lo que pasa en Venezuela… y también un déjà vu.