Nudos de la vida común
La fiesta de Olimpia
El objetivo del Olimpismo es poner el deporte al servicio del desarrollo armonioso de la humanidad, con miras a promover una sociedad pacífica preocupada por la preservación de la dignidad humana.
Misión del Comité Olímpico Internacional
Estamos a unos días de que arranque la edición número treinta y tres de los Juegos Olímpicos de verano en la Ciudad de la Luz, un evento que parece que en el transcurso del tiempo empieza a capturar menos espacio y atención de las audiencias. Con un propósito noble y valioso para la humanidad, su capacidad de penetración en el público parece ser un tema de modelo de negocios, aún cuando se trate de un evento organizado por el Comité Olímpico Internacional, entidad sin fines de lucro.
Las Olimpiadas son una fiesta deportiva mundial que reúne a atletas de más de 200 países en una convivencia fraterna cada cuatro años desde 1896. En su primera edición, participaron 241 atletas representando a 14 países en 9 disciplinas. Para París 2024, se esperan 10500 atletas olímpicos y 4500 paralímpicos, provenientes de 206 países y compitiendo en 38 deportes. Se estima que la inversión que habrá hecho París para este evento, alcanzará los 9.1 billones de dólares, que contrastan con los 35 billones invertidos en la edición nipona de 2021 y el máximo histórico registrado por Beijing 2008, con una inversión total de 52.7 billones de dólares.
No obstante, los ingresos que se generan por transmisión de las justas, patrocinios, licencias y buena parte de la mercancía pertenecen al Comité Olímpico Internacional. Las ciudades anfitrionas obtienen como retribución principal el gasto de los turistas que las visitan. Esto ha hecho que en realidad, las ciudades sede terminen endeudadas y vulnerables a una crisis económica, siendo el caso más grave el de Atenas 2004. Es decir, si bien hospedar los juegos Olímpicos representa una oportunidad para acelerar el desarrollo de infraestructura turística de la sede, y lograr un posicionamiento a nivel mundial, la recuperación de tal inversión es de muy largo plazo, pues no será en un solo evento y regresará a las arcas del Estado de manera diferida como derechos e impuestos.
De la misma manera, es importante considerar el público al que están dirigidas las Olimpiadas. Por un lado, los asistentes a París, son obviamente personas con recursos suficientes para hacer viajes internacionales y serán quienes hagan el gasto turístico. Por otro lado, está la audiencia que seguirá las transmisiones de los eventos, que son el objetivo de anunciantes que harán compra de espacios publicitarios. En este punto es importante dimensionar la caída que se ha tenido en la audiencia. Como ejemplo, la ceremonia de apertura de Londres 2012 alcanzó un total de 40.7 millones de espectadores[1] mientras que la correspondiente a Tokyo 2021 cayó a 16.7 millones.
El declive del interés es muy probable que se deba a que la mayor parte de la población mundial difícilmente pueda identificarse con gran parte de los deportes olímpicos, pues se trata de disciplinas de élite a las cuales solo tienen acceso clases sociales con altos recursos tanto económicos como de tiempo y energía y talento humano. De ahí que eventos deportivos como las diferentes copas de fútbol, resultan mucho más atractivas, pues es una disciplina mucho más popular con la cual la población se puede identificar con facilidad. Es decir, las Olimpiadas se han convertido en un evento de nicho, con lo cual difícilmente pueden cumplir su misión de la promoción de una sociedad pacífica y la preservación de la dignidad de las personas, pues de entrada, se trata de un modelo que deja fuera a la mayor parte de la población mundial.
Por otra parte, cada país participante tiene motivaciones diferentes para buscar una representación en las Olimpiadas. Para algunos, es demostrar superioridad de su sistema económico, político y social a través de alcanzar las primeras posiciones en el medallero. Para otros, es estimular el consumo durante el verano y mover un poco la economía local. Seguramente habrá algunos que buscan animar a su población a través de sus atletas y sus historias de lucha, disciplina y éxito y quizás algunos realmente tengan algún interés en crear alianzas deportivas con otros países. La paz y la fraternidad universal parecen reducirse a una quimera.
Más aún, como sucede en todas las organizaciones, esta justa deportiva no ha estado exenta del impacto sociopolítico de la vida global. Las Guerras Mundiales motivaron la suspensión de los mismos en dos ocasiones, mientras que la pandemia COVID19 obligó a posponer por un año su realización. De la misma manera, las tensiones de la Guerra fría dieron lugar al boicot americano en los juegos en Moscú en 1980 el cual fue correspondido por Rusia en Los Ángeles 1984. Lo anterior, ha sido lo más sencillo a nivel político pues no podemos olvidar el terrible atentado terrorista perpetrado en 1972 en Múnich, donde 11 deportistas y entrenadores israelíes fueron tomados rehenes y asesinados por la Organización para la LIberación de Palestina durante la segunda semana de celebración de los juegos, y con una secuencia de sucesos violentos lamentables para la humanidad entera. Ni tampoco podemos dejar de recordar otro triste episodio en la historia de las Olimpiadas: el atentado terrorista en Atlanta 1996, donde una bomba explotó en el Parque Olímpico del Centenario, con un saldo de dos personas fallecidas y más de una centena de heridos.
Lamentablemente, la edición francesa de este año se da en el marco de dos terribles guerras: la invasión rusa en Ucrania y el interminable conflicto entre Israel y Palestina. Como comentaba líneas arriba, este tipo de sucesos sociopolíticos, afectan de manera negativa el ambiente de fiesta y pone en tela de juicio la fraternidad mundial. Esperemos que en esta ocasión, sea únicamente un contexto adverso y que no derive en una nueva tragedia.
A pesar de todos estos argumentos, amables lectores, bien vale la pena, en la medida de las posibilidades de tiempo, dejarnos inspirar por la juventud atlética del mundo. Si bien, nos puede costar trabajo identificarnos y por ende, interesarnos en muchos de los deportes que serán exhibidos, lo que si nos dejan es vislumbrar la posibilidad de que existe un lugar y un momento donde todas las razas podemos convivir y vernos a los ojos como iguales, gracias al deporte. Disfrutemos pues, la fiesta Olímpica.