El Gabinete | 2
Con el avance en las designaciones de la Presidenta Claudia sobre quienes integrarán su gabinete y aún faltando otras designaciones importantes, se puede concluir que este equipo de inicio de sexenio es sólido, homogéneo y afín a los objetivos de la 4T para la nueva etapa.
Hace seis años AMLO hubo de incorporar en áreas clave a personajes vinculados a la derecha quienes progresivamente fueron alejándose de esas posiciones. Ahora, con el gran poder popular expresado en las urnas del 2 de junio, Claudia tiene un mayor margen de maniobra que su antecesor y eso cuenta mucho a favor de los resultados que se esperan de su gobierno.
No es el caso perdernos aquí entre los árboles sin apreciar el bosque, es decir, no es sustancial por ahora revisar en cada caso el perfil y trayectoria de cada un@ de l@s designad@s, eso es tarea de los columnistas y se abordará seguramente en la marcha del desempeño que se irá evidenciando a partir del 1 de octubre de este año.
Sin embargo, nombres como Ernestina Godoy, Alicia Bárcena, Rosa Icela Rodríguez, Raquel Buenrostro, Rosaura Ruiz y Juan Ramón de la Fuente son garantía de honestidad, capacidad y lealtad a un proyecto de alcance histórico que ya ha generado grandes expectativas en dos aspectos centrales: por un lado, el paso de México al bloque de países que marcarán el rumbo económico, social y político en las décadas por venir y por otro lado, el avance hacia tal escenario con un modelo de desarrollo comprometido con la justicia social como condición de la paz que necesita esta sociedad.
Desde ahora, queda claro que Claudia y su equipo pueden llevar a la práctica los cien compromisos que hizo como candidata e ir más allá. El tiempo y la práctica determinarán si habrá muchos o pocos cambios en el gabinete con el que se inicia el sexenio y eso dependerá de si sus integrantes sortean o no los obstáculos y retos que existen, sobre todo, en los temas económicos, de seguridad, de educación y ambientales.
La derecha, por su parte, continuará hostigando de manera permanente a la gestión del Gobierno Federal y de los gobiernos estatales en manos de la 4T y lo seguirán haciendo con o sin motivos reales buscando descarrilar el proyecto. No importa si en el frente electoral sus partidos se encuentran en el extremo de su derrota; el bloque opositor tiene su principal fuerza en los ámbitos de las cúpulas financieras, militares, mediáticas, eclesiásticas y en los sectores más recalcitrantes del poder económico de EEUU y otros.
El papel de la derecha será tratar de socavar la unidad del comando 4T constituido por la Presidenta Claudia y su equipo aplicando abierta o soterradamente un trato diferenciado de apoyo o combate hacia l@s integrantes del mismo.
Pero, en este sexenio se avizora también un factor clave que no existía anteriormente. La creciente politización y participación social del pueblo de México aceitada con un acceso masivo a la comunicación digital mantendrá, en las mayorías, una activa cercanía hacia su gobierno con un apoyo y crítica como no se dio antes. El escrutinio popular será permanente y concreto hacia la gestión pública y este fenómeno será el principal bastión de defensa y avance de la 4T en este período.
Que nadie se sorprenda, el pueblo levantado fue el actor central del contundente e histórico triunfo del 2 de junio y lo seguirá siendo para bien de la nación en todo el acontecer del porvenir.
La anterior visión burocrática y clasista que dividía a l@s mexican@s entre gobernantes distantes y todopoderosos y gobernados pasivos y postrados sólo en sus vidas individuales ha quedado atrás. No entenderlo, le costó a la derecha su debacle actual.