La reparación del daño se encuentra en un estado crítico: Arantepacua
MORELIA, Mich., 5 de abril de 2024.- "En las aparentes acciones por la reparación integral de los daños a la comunidad de Arantepacua, el Gobierno del estado está cayendo en un juego de simulación muy peligroso", acusa el abogado de esa población indígena, Enrique Guerrero.
En el séptimo aniversario de la muerte de tres comuneros en la población de Arantepacua, en 2017, denunció el abogado de la población que las autoridades no se están ajustando a los criterios que marca la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
“Son siete años de impunidad, siete años sin castigo a los responsables; no hay una sola persona detenida por la masacre. Venimos un año más a pedir castigo a los responsables”, indicó en entrevista el letrado, con motivo de su participación en la marcha.
“La reparación del daño se encuentra en un estado crítico porque no quieren tomar en cuenta los criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Corte Interamericana. Están haciendo un juego de simulación muy peligroso porque es un caso sentido para toda la Nación”, declaró el representante legal de las víctimas directas e indirectas.
Y al no haber justicia ni concluida la reparación del daño, el pueblo purépecha de Arantepacua nuevamente se apropió del espacio público a través de la violencia.
Un espectáculo de reclamo, pero también de conmoción, de rechazo y hasta formativo —para los niños de Arantepacua que se integraron al bloque de choque de la mano de sus padres y hermanos—.
Este año la violencia fue contra las autoridades, los edificios, los vehículos de particulares y de las empresas. Nadie se salvó.
El primer afectado fue un comerciante de chiles habaneros que intentó oponerse a las indicaciones de los encapuchados. En consecuencia, recibió una agresión directa en el rostro y terminó huyendo con los parabrisas rotos, además de pérdidas en su mercancía.
Le siguió una patrulla de la Policía Morelia, primero retenida y luego, como un sacrificio, fue incendiada en el acceso a Casa Michoacán, antes Casa de Gobierno, así como un camión de la empresa Pepsico.
A lo largo de cinco kilómetros de caminata, las oportunidades no hicieron falta.
Niños, adolescentes y jóvenes hicieron alarde de su fuerza, de su agilidad y rapidez para identificar los vehículos oficiales, de las empresas de paquetería y repartidoras, blancos de sus palos.
Al compás de la lucha sigue y sigue, los hombres encapuchados hacían alarde al jondear contra los edificios, ventana tras ventana del Sistema de Administración Tributaria tronó, mientras los usuarios y trabajadores intentaban resguardarse en la parte trasera.
El alboroto y las miradas horrorizadas no perturbaron, ni un poco, a los manifestantes.
Las oficinas recaudadoras de impuestos fueron arrasadas, sólo el olor a pólvora quedó.
Las siguientes víctimas fueron Palacio de Gobierno, el Congreso del Estado, la Casona del Congreso y un policía auxiliar golpeado, por lo menos hasta el corte de las 13:30 horas.