Proyecto secreto
LA MADRE DE DIOS ES LA VIRGEN DE GUADALUPE
La virgen de Guadalupe es la madre de Jesucristo, la madre de los mexicanos presente en nuestros graves problemas.
Vista panorámica
En la Historia de la salvación, María concibe y da a luz al Hijo de Dios, la Iglesia la presenta como madre del Mesías y como madre de los creyentes. En el plan de Dios hay esa gran figura de la Madre. Su figura es grandiosa y tierna en la vida del creyente y de la Iglesia.
El creyente experimenta la presencia grandiosa y delicada de una gran madre. La madre de Dios de San Lucas es la madre de Dios del Nican Mopohua, la Virgen de Guadalupe.
Cuando la virgen de Guadalupe se aparece milagrosamente grabada en la tilma de San Juan Diego Diego era el 12 de diciembre de 1531 en el calendario juliano. En realidad, era el 22 de diciembre según el ajuste que hace al calendario el Papa Gregorio en 1582. “El martes 12 de diciembre, día de la estampación (cuando la Virgen se aparece milagrosamente grabada en el ayate de Juan Diego) era el día 22, primer día del solsticio de invierno, del triunfo del sol sobre las tinieblas. (José Luis G . Guerrero, el Nikan Mopohua, de 121) .
Ahora se habla mucho de la 4T, en realidad, las grandes transformaciones de México no son cuatro. Esta clasificación no no tiene fundamentación científica, no tiene en cuenta todas las transformaciones, ignora la primera gran transformación cuando nace el México mestizo. Un momento clave es la aparición de la virgen, del nueve, un martes de 1531.
La situación, a 10 años de la caída de la gran Tenochtitlán era muy grave para la población de este momento. Todo les habían destruido a los pueblos mesoamericanos, aztecas y los moradores de las tierras conquistadas: su categoría de pueblo, sus riquezas culturales y materiales, el pueblo estaba masacrado, los grandes monumentos derribados, habían perdido la libertad y su dignidad de pueblo, les habían quitado sus sacerdotes y príncipes. Por eso, aquellos viejos indígenas tenían un grito en la garganta: ¡déjenos morir! Ante las desolación querían morir.
Es entonces que tiene lugar el gran milagro en una nueva tierra prometida, en las tierras vastas y exuberantes del nuevo continente.
Aparece una enviada Dios en la doble vertiente religiosa, la occidental católica, y la local indígena.
María es la madre de Dios, en esa historia de revelaciones, promesas y profecías del pueblo escogido de Israel. Es aquella criatura santa bella que recibe la embajada del ángel que solicita su proyecto de obra consentimiento para ser madre de Dios. Que entra en el proyecto de Dios renunciando a sus proyectos de vida.
Es una historia de trascendencia eterna, de pruebas muy duras, extremas. María participa en el Misterio Pascual, tragedia divina , la más densa de la historia, de martirio sangriento e íntimo hasta lo indecible, hasta el paso de su Hijo por la muerte sangrienta hasta la resurrección.
Eso significan las palabras de los indígenas creyentes: la madre del verdadero Dios por quien se vive, ella encarna los bellos rostros de las divinidades indígenas. Ella es “el rostro materno de Dios” como escribirá más tarde el teólogo brasileño Leonardo Boff.
Ella viene a dar a conocer a su Hijo, al Hijo de Dios. Para eso pide un templo para mostrar a su hijo, en toda su ternura, en la presencia del hijo del hombre, Ella viene para llevar al encuentro de Cristo, el Mesías de Dios, el que acompaña en el camino de la vida y lleva al Padre.
Todos los indígenas entienden el mensaje y es motivo de la más grande, inesperada alegría.
La luz de lo alto.
El acontecimiento en la historia profana es maravilloso, celestial, por encima de los acontecimientos y portentos humanos.
La virgen de Guadalupe es la misma virgen del Evangelio de Lucas y del Apocalipsis, son los mismos signos. María va presurosa a las montañas, no de Galilea sino de México. Como en San Lucas, en el Evangelio Nahuatl,Nican Mopohua, lleva en su seno al hijo de Dios. En la imagen de la virgen de Guadalupe es notorio el embarazo. Que se trata del hijo de Dios está confirmado por el signo de la cultura tolteca y azteca, señala el lugar del hijo de Dios el trébol de cuatro hojas estampado en el vientre de la imagen.
María se presenta a Juan Diego como la siempre virgen María, madre del verdadero Dios por quien se vive, términos tomados de las religión indígena: In Tloque Nahuaque, Ipalnemohuani….
La virgen da una seguridad inconmovible en las más grandes luchas, como la muerte que amenaza al tío Juan Bernardino, en las experiencias límite y una confianza inquebrantable.
La Virgen morena (nada que ver con MORENA, el uso sacrílego que hace del término un Movimiento con fines políticos) consuela a Juan Diego: “es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón… No temas esta enfermedad ni ninguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy madre?… ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?
Esta declaración es de una sublime grandeza, una expresión cumbre de la literatura religiosa, de una eternidad divina y una belleza consumada en los escritos religiosos.
Juan Diego, el vidente, representa un pueblo nuevo mexicano y latinoamericano tantas veces aplastado y humillado por los conquistadores de espada o de dinero, altaneros y soberbios como muchos que han amasado fortunas, con grandes injusticias, de dinero.
La virgen le da una dignidad de príncipe, de persona grande, lo hace mensajero de la gran Madre de Dios para una tarea trascendente, importantísima. “tú eres mi embajador muy digno de confianza”, leemos en un muro cerca de la imagen en el Santuario nacional.
Juan Diego Como el Bautista le toca preparar el camino a Cristo, el Mesías de los católicos y de todos los creyentes de buena voluntad, también de los que se han ido en las sectas y que vuelven al único pueblo de Dios. Tienen abierto el camino de regreso.
El 12 de diciembre es un día que tiene alturas misteriosas, inconmensurables, experiencias sublimes, celestiales para quien, levantándose de la diversión barata y el mundanal ruido, anda el camino de silencio y oración hasta llegar al encuentro de la maravillosa virgen de Guadalupe, como Juan Diego.
El Hijo, que la virgen lleva en su seno, es el que nace en la Navidad, La Virgen expresa su misión y su deseo al venir a México: “mucho quiero, mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto. Lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva , en mi auxilio, en mi salvación” (Ibid, p 169).
Ante los grandes retos históricos, en los graves peligros gigantescos e invencibles que enfrentan la Nación, la Madre excelsa de Guadalupe nos reconforta.
Ella afirma: “oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas esta enfermedad ni otra alguna enfermedad y angustia, ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y no soy yo tu salud, no estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te inquiete otra cosa… “ (Nican Mopohua, tiene.pág 10).