Un extraño silencio
Nuevo León vive una crisis de seguridad y gobernabilidad. En los últimos diez días se han acumulado cincuenta y seis homicidios, y el crimen organizado controla extensos territorios de la entidad. Por otra parte, hay una notoria crisis institucional, provocada por la inestabilidad en la titularidad del Ejecutivo y la belicosidad de éste, con los otros poderes y muchas de las autoridades municipales.
El intento fallido de Samuel García de contender a la presidencia provocó una crisis política innecesaria. El joven del TikTok actuó de manera irresponsable y nos hizo recordar los escándalos de las dictaduras bananeras.
Nuevo León es una potencia económica, poseedora de una cultura de trabajo y éxito. Una entidad que se ha construido sola y ha enfrentado desde el siglo XIX las consecuencias de su afán por desarrollarse. En mis vecinos y paisanos hay una brillante e inteligente terquedad por vencer a las adversidades.
Mi madre nació en Cadereyta y mi padre vivió en su infancia y juventud en la emblemática colonia Independencia de Monterrey. Esta circunstancia y la vecindad con Coahuila, me han permitido conocer y admirar al neoleonés.
Con el tiempo he comprendido la bravura de una sociedad de frontera que, como la coahuilense, sufrió de la lejanía y abandono del centro. Hasta muy entrado el siglo antepasado sus habitantes lucharon rifle en mano contra todo tipo de amenazas.
Hay algo que ahora me extraña, ante la ola de asesinatos y el desorden institucional, no veo la crítica del sector empresarial ¿Por qué lo digo? En la historia de la entidad hay una larga cadena de desencuentros entre ellos y el poder. No era raro que una de esas crisis terminara con la salida de la autoridad cuestionada y un cambio de rumbo para retornar a la institucionalidad perdida.
Respecto a ese extraño silencio tengo dos hipótesis, la primera se relaciona con el apoyo que los empresarios le dieron a Samuel García para ser gobernador. Sé que algunos de ellos sentían tener influencia en el novel político y lo indujeron a hacer una serie de compromisos y propuestas irrealizables. Uno de estos riquillos me presumió varias veces sus asesorías al joven naranja.
La segunda de las hipótesis se cimenta en la virulencia con la cual Samuel responde a las amenazas: ciertas, inventadas o supuestas. Su barbaridad para tratar la cosa pública es muy conocida en la región y poco a nivel nacional. No hay alguien como él para agredir a los opositores, en especial a las mujeres y las familias de los adversarios.
¿Dónde están aquellos empresarios que enfrentaron al “temible” Echeverría? ¿Dónde andan aquellos líderes que objetaban a gobernadores y alcaldes? ¿Dónde los que cuestionaban la inseguridad? El estado líder no tiene el gobernador que esté a la altura de su historia y destino. Samuel es producto de la confusión y el espejismo de las redes y el marketing. Más pronto que tarde al joven naranja le sucederá lo que al Bronco: la historia lo pondrá de patitas en la calle. Mientras tanto, todos pagan las consecuencias del auxilio que le dieron para llegar al poder.