Libros de ayer y hoy
Retratos y el verdadero rostro de legisladores
El agandalle sobre el dinero público. El retrato de un legislador puede trascender la historia y los mejores ejemplos están en el siglo XIX, cuando despuntó la creación legislativa. Uno de esos legisladores local y federal, fue Benito Juárez, también presidente en su momento de la Suprema Corte. Y su rostro relumbra en la historia. Incrustarse en el presupuesto oficial como lo pretenden hacer 433 legisladores que ya expresaron su intención, es un derecho que les confiere la ley, pero aunque hay algunos de gran oficio, habrá que ver si otros merecen ser reelectos. Más que quejarse, el ciudadano debería interesarse por las iniciativas que se presentan en las cámaras y mientras se discuten dar a conocer sus puntos de vista. Si la reelección se incrustó en la ley se debe a que esa continuidad puede ser provechosa. Lo mismo sucede en otros medios, las presidencias municipales. Pero la propia ley debe dejar claro cuando puede realizarse esa reelección y que condiciones y méritos se necesitan para hacerlo. He sabido de presidencias municipales que ya se están usando como herencias, lo que vemos en otros contextos como las aduanas por ejemplo. En la propia cámara se lleva un récord de la gestión de un legislador y éste debe de operar para conceder la reelección y que no sea ésta ipso facto. Hay muchos que nunca van, o que asisten poco y no participan.
LA OPOSICIÓN AFIANZA SU REELECCIÓN A VECES CON POCOS MÉRITOS
Ante la pobreza de miembros en la que han caído unos partidos, están asegurando sus curules con tiempo. Deberán ser esos partidos los que refrenden su intención. Ese refrendo es en el que confían los opositores para mantenerse en un presupuesto que les asegura mínimo 140 mil pesos mensuales. En el caso del PRI ya en su mínima expresión, han cometido un error los que dejaron esa titularidad en un tipo como Alejandro Moreno, Alito, que la usará a destajo. En su persona busca la senaduría pero se previene porque también se registró para ser reelecto ¿Que puede ofrecer de valioso al pueblo un personaje como él y otros similares que repetirán el cobro mensual del salario? Hay legisladoras que nunca fueron vistas en escena, una de ellas es Amalia García una de las que viven del presupuesto desde hace más de tres décadas. Nadie recuerda que caso tocó, que asunto planteó ante la opinión pública, mientras se embolsaba el dinero del pueblo, mismo que le entró durante seis años como gobernadora en Zacatecas. En el mismo caso están varios y uno que menciona el diario La Jornada, es Augusto Gómez Villanueva en la búsqueda de su séptima diputación a los 95 años. Ciento cuarenta mil pesos, mientras un trabajador de tiempo completo apenas rebasa los cinco mil pesos. Infamia absoluta.
WILDE. ALGUNOS RETRATOS SI LOS REGISTRA LA HISTORIA
Pocos legisladores han sido dignos de figurar en la historia en las últimas décadas. Esos retratos que se exhiben en algunas legislaturas del pasado, ya no tienen compañía en este momento. Quizá por eso el Tlacuache César Garizurieta se suicidó en plena cámara en abril de 1961, ante la decepción que le causaba la cámara federal del país. Pero hay otros retratos de personajes literarios que nunca pasaron por una curul pero que esos si se hicieron famosos pese a que fueron peores que algunos vividores de esta época. Me refiero al retrato que hizo famoso Óscar Wilde, El retrato de Dórian Gray. Cuando Wilde lo publicó en 1890, tenía 36 años y el drama que aceleró su fin no se vislumbraba. Los prejuicios victorianos sobre el homosexualismo, aún no afilaban sus garras contra él. Dórian Gray el hermoso joven que a Wilde le hubiera gustado ser, conoce al frívolo Lord Henry, el prototipo que la gente veía en el propio escritor y de ahí las cosas se precipitan en torno del retrato pintado por Basil Hallward. La leyenda de lo que se considera la última gran novela de la decadencia y que pone énfasis en el narcisismo, es de todos conocida. Se han filmado 18 películas con el tema. Dórian se conservaba joven y hermoso mientras el retrato reflejaba su maldad. Es él quien deseando destruir ese reflejo de tantas décadas, el que precipita su muerte. Una alegoría del escritor irlandés sobre la dicotomía del ser humano. Dualidad que se exhibía a raudales en la doble moral de los victorianos. Wilde murió a principios de siglo veinte a los 46 años en Francia, donde se había refugiado. La misma hipocresía de ahora y el escándalo sobre sus preferencias sexuales, lo enviaron a prisión durante dos años y lo obligaron a usar seudónimos hasta el fin de sus días. Pero su retrato de gran escritor prevalece ¿Será ese el caso de los retratos no deseados de los muchos vividores de la cámara de diputados que quieren repetir? Es muy difícil.