Zaldívar: por la puerta de atrás
Arturo Zaldívar Lelo de la Rea dinamitó su propio anhelo de salir como prócer del Sistema Judicial Mexicano, con su historial de decisiones y, aún más, por su proclividad narcisista al protagonismo, lo que provocó que saliera, literalmente, por la puerta de atrás de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Su máxima presea, alcanzada con la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la enlodó al encabezar uno de los periodos más oscuros en el máximo tribunal de justicia del país y ser punta de lanza del llamado “activismo judicial”, esa propensión a “ordenar”, “imponer” y “legislar” al, y por encima del Poder Legislativo, en una clara contradicción constitucional y desapego ético y profesional al ejercicio del orden jurídico.
Dentro y fuera de la Suprema Corte, donde ejerció los últimos catorce años como ministro, Zaldívar Lelo de la Rea es visto con gran recelo.
Son muchos los que no confían en él, a la luz de episodios recientes y contundentes en su historial, como el engaño al entonces presidente Felipe Calderón, quien lo nominó para su ingreso a la SCJN; así como su trato despectivo y hasta machista hacia la hoy presidenta de la Corte, ministra Norma Piña. Su protagonismo por encima de personas e incluso de la propia norma constitucional, lo han marcado entre sus pares.
Enfocados en el tema de su desempeño reciente, vale la pena subrayar dos cuestiones. La forma en que decidió su salida de la Suprema Corte y el escaso rigor constitucional en algunas de sus más polémicas determinaciones, sobre todo por su fuerte carga de violación al Pacto Federal y a la vulneración de la soberanía de los Estados, a los cuales menospreció.
Primero. Lelo de la Rea sigue siendo ministro de la Corte hasta en tanto el Senado de la República no apruebe por mayoría la “renuncia” aceptada de manera precipitada y convenenciera por parte del Ejecutivo Federal.
De los 15 años para los que fue nombrado, el ministro en cuestión determinó que su ciclo ya había concluido y “renunció” al cargo, a sabiendas, como hombre de leyes, que no precisamente de derecho, que el cargo es irrenunciable, de acuerdo con el artículo 98 de la Constitución General de la República, a la cual juró honrar y que dice que sólo se puede renunciar por “causas de emergencia”.
Ese precepto le valió un comino al mismísimo expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, probablemente por su prisa de aparecer a lado de la aspirante presidencial Claudia Sheinbaum y también por su interés de quedar bien, otra vez, con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Precisamente esa prisa y el desaseo en las formas y el fondo de cómo sale Zaldívar Leo de la Rea, la hacen ver como una salida por “la puerta de atrás”, es decir sin gloria, ni reconocimiento, ni loas, como seguramente hubiera querido para llenar su amplísimo ego, pero sí auto proyectado como un tenaz buscador de “hueso político”, del sabor y del tamaño que sea, pero al fin hueso.
Todo ello va de la mano con el otro ángulo que vale la pena resaltar y que es precisamente el de su estilo.
Como ministro propició, auspició, cuidó, alentó e impuso resoluciones con una abierta carga ideológica, la ideología de género, sentencias de corte feminista que no son concordantes, ni pulcramente argumentadas a la luz de la Constitución General de la República y tratados y acuerdos internacionales a los que el estado mexicano está obligado a respetar.
Se puede decir que es el autor del mayor daño que se haya hecho a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues demeritó al máximo al Tribunal, su honorabilidad, respeto y altura institucional y lo colocó en el triste papel de una oficialía de parte de la ideología de género que, en el colmo de la inconstitucionalidad auspiciada por Arturo Zaldívar Lelo de la Rea, “obliga” a otro poder, en este caso a los estados y a sus Congresos locales a eliminar la penalización del delito de aborto y convertir el hecho de dar muerte al bebé que las mujeres llevan en su vientre, en un pretendido “derecho”, o también el propiciar la conversión trans de niñas y niños.
Este es el perfil de este personaje, Arturo Zaldívar, para quien el Estado de Derecho es el que él decide y no el que marca la Constitución; es el mismo que ya está entre la 4T, ahora con su cachucha de político partidista en busca de hueso que alimente su ego.