Tras bambalinas
El mantra que se revierte, se vuelve maldición
Por JORGE OCTAVIO OCHOA. La palabra CORRUPCIÓN, será el mantra con el que López Obrador se irá despidiendo poco a poco del poder, hasta extinguirse, al igual que su partido.
En ese pleito tan sórdido que mantiene con el Poder Judicial, el presidente reprocha el uso “discrecional” de 16 mil millones de pesos, en 13 fideicomisos que maneja presuntamente la Suprema Corte.
Sin embargo, no hay una sola palabra sobre los 295 mil millones de pesos que fueron desviados en su gobierno, en 4 años de mandato, según revelan las Cuentas Públicas de la Auditoría Superior de la Federación.
Dentro de esa monumental suma de dinero robado (porque no tiene otro nombre más que ese), se encuentran 13 mmdp que desvió Delfina Gómez del programa La Escuela Es Nuestra, cuando ella era titular de la Secretaría de Educación Pública.
Tampoco ha precisado qué hizo con el multicitado FONDEN en el que habían 51mil 400 millones de pesos, de los cuales más de 16 mil millones fueron destinados al Tren Maya. Los otros 35 mil millones andan flotando.
En el 2021 crearon un programa con el mismo nombre: Fondo de Desastres Naturales que, para el 2023 se le asignaron 13 mil millones de pesos, pero que son independientes de aquellos 35 mil de los que no se sabe nada.
No mentir, no robar, no traicionar, tres mantras que reventarán en el rostro de López Obrador cuando, al final de diciembre, el país vea con claridad el tamaño del desastre que dejará este hombre y el huracán de odio que ha generado.
Su mentira más grande, aquella de que regresaría al Ejército a sus cuarteles. Hoy, casi al fin de su mandato, éste tiene en fideicomisos, más de 90 mil millones de pesos, los cuales obviamente no se tocarán. Son “gananciales” de los militares.
El de Andrés Manuel será, sin duda, el gobierno más opaco de la historia, con más de un 80% de contratos otorgados por adjudicación directa y en beneficio de sus nuevos amigos millonarios.
Ahí está la prórroga a las concesiones para el usufructo de playas en las costas del Pacífico, por Guerrero, Jalisco y Nayarit, para el grupo Vidanta, de su amigo Daniel Chávez Moran, para quien desbrozó además la selva de Yucatán.
Corrupción es la constante de su gobierno, pero creyó que, a fuerza de repetirlo, no lo culparían de lo mismo. Pero la población ya no le cree. Puede que sea un presidente popular, pero eso no hace honesto a su partido, Morena.
Es por eso que, bajo esta óptica y de cara a las elecciones más grandes en la historia del país, AMLO ha iniciado la campaña más perversa de todas, en contra de las instituciones que le implican rendición de cuentas y equilibrio de poder.
Atacó al INE, al INAI, a la Suprema Corte, al Tribunal Electoral, al Consejo de la Judicatura, a la Auditoría Superior de la Federación; porque todas implican sometimiento a la ley, y no le vengan a él conque “la ley es la ley”.
Sus propias frases serán epitafio y karma, para un hombre que se creyó un casi Dios. Antes de que termine este año, vera como muchos de los suyos lo apuñalan o simplemente le dan la espalda. Poco a poco se le va el poder, si es que lo suelta.
Enarboló su movimiento, desde hace 20 años, en la lucha contra la corrupción, los conservadores, los neoliberales, a los que llamó “aspiracionistas”. En ese costal metió a toda la clase media, “que es difícil de convencer, sigan su camino”.
LA BOLSA DE HUEVOS
Hoy, ironías de la vida, esos neoliberales, a los que tanto cuestionan, él y todos los gobiernos de pseudo izquierda del continente, son los que se están convirtiendo en la punta de lanza para el rescate del puerto de Acapulco.
Los grandes consorcios como Walmart (que ha donado 100 millones de pesos), Soriana, Chedraui, La Comer, Sams, han organizado la donación de despensas y, desde sus bodegas, sale el catálogo de productos que diseñarán una canasta básica.
Por cada peso que donen a la cuenta del Grupo Coppel, este aportará uno adicional. También anunció que aplazará el pago para los créditos en sus tiendas por hasta tres meses en las zonas que fueron impactadas por Otis.
El Teletón, tan vilipendiado por AMLO cuando era opositor, hoy también se ha puesto a la cabeza de la ayuda social, para apoyar a un gobierno rebasado por la devastación del huracán Otis. La gobernadora y la alcaldesa, no existen.
Hasta las farmacias del Doctor Simi se han puesto por delante del desastre, no sólo para el suministro de medicinas y consultas, sino para la donación de despensas.
Aquella autoridad moral que decía tener, se desploma aceleradamente. En el colmo de la manipulación, lo único que ha podido hacer, es ordenar a las Fuerzas Armadas que metan en cajas, con logo del gobierno federal, todas las donaciones.
En otra mentira, del tamaño de su cinismo, dijo que “la Secretaría de Marina aceptó”, que se metieran en cajas los huevos, porque “en bolsa” significa mucho riesgo de que se rompan”. Eso sí, con el logo de “Gobierno de México”, en color guinda.
El rostro más miserable, en el uso más vil de la propaganda, para catequizar y convencer de lo bueno que es él. Pero mientras, continúa su furibunda campaña oficial, plagada de mentiras, y sus recorridos por el Tren Maya.
Pero ya viene la primera caravana de protesta, por los caminos del sur, desde Acapulco, que se mezclará con las protestas de trabajadores del Poder Judicial, a quien AMLO pretende esquilmar sus ahorros para pensiones y urgencias médicas.
Cuentas públicas de 4 años, sin aclarar, por 295 mil millones de pesos; un presupuesto que no contempla ningún apartado específico para los damnificados de Otis y ataques a los medios de información, pero “no nos fue tan mal”.
“Como anillo al dedo”, el huracán le ha servido para mantener en la sombra los conflictos internos que ya empiezan a reventar dentro de Morena, por las candidaturas en la Ciudad de México, Chiapas, Puebla, Morelos, Veracruz.
La virulenta campaña contra Omar García Harfuch, la primera y única propuesta que ha hecho hasta ahora “la candidata” Claudia Sheinbaum, contra los designios del Tlatoani López Obrador.
Juego de traiciones. Se trata de una campaña armada desde dentro, por Jesús Ramírez Cuevas, a través de columnistas consentidos como Hernán Gómez Bruera, con el brazo ejecutor de Martí Batres y su “Dani”, para bajar “al policía”.
De prosperar esta andanada, será un duro golpe para su propia “candidata”. Quedará de manifiesto que a ella le entregaron un bastón con dos falacias escritas: ni es de mando, ni corresponde a ningún grupo indígena. A ellos los desprecian.
Pero, como decíamos al principio, al mandatario se le empieza a desmoronar ese inmenso poder. El primer gran golpe lo sufrirá en la Corte, cuando se confirme el amparo en contra de la desaparición de los 13 fideicomisos.
Él querrá ondear la bandera de “la víctima soy yo” y seguirá sus ataques contra “los medios de información convencionales”, que “estaban como buitres, buscando fallecidos”.
Sin embargo, todos sabemos que Guerrero estaba en descomposición desde antes de la llegada del huracán. El volumen de cadáveres, ejecuciones, desapariciones forzadas y familias desplazadas son la prueba.
Habla de “la actitud tan vil de la mayoría de los medios de información”, pero insiste en mantener en el poder a Evelyn Salgado, que debiera ser destituida por inoperante, por decir lo menos.
Él dice que “son muy viles los conservadores, zopilotean, no les importa el dolor de la gente. Lo que quieren es dañarnos y lo que quisieran es que hubiera muchísimos muertos para culparnos y sacar ellos provecho, sacar raja”.
Pero basta con ver dónde anda hoy el presidente, visitando su trenecito que, junto con Dos Bocas, son expresión de esa infraestructura que ya no se debe promover porque sólo abona al aceleramiento del cambio climático.
Panegiristas como Lorenzo Meyer, culparán de todo a la sociedad de consumo, a la contaminación producida por Estados Unidos y al crecimiento desordenado de las urbes.
Pero eso sí, pedirán dólares de ese gobierno, para su proyecto Sembrando Migrantes y que sea López Obrador el que los reparta. No, pos jugadón. A inclinarse todos ante el hijo del Señor.