México bajo el miedo
Una frase que inmortalizó el mítico presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, dice: «Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo».
Hoy esa sentencia cobra fuerza en nuestro país a la luz de los más recientes datos sobre la percepción de la población mexicana sobre el clima de inseguridad que se vive en todo el territorio nacional, en algunos estados más, en otros poco menos, pero en todo el territorio priva el miedo ante la creciente ola de delincuencia, inseguridad y crimen organizado.
Desde un principio era un consenso social que la política gubernamental de “abrazos no balazos”, para enfrentar la delincuencia en todas sus expresiones no serviría de nada, mucho menos como respuesta la “guerra en contra del crimen organizado”, generada en el sexenio de Felipe Calderón.
Por el contrario, se avivó la creencia de que había una especie de impunidad desde las más altas esferas del gobierno para con ciertos grupos delictivos, como una especie de concesión de facto para apaciguar el país.
La captura e inmediata liberación de Ovio Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán, el 17 de octubre del 2019, en Culiacán, Sinaloa, ordenada directamente por el presidente López Obrador, mandó un mensaje de indefensión a la sociedad en general.
Si los cabecillas del principal grupo de narcotráfico en México lograba doblegar al presidente de la República, que esperaría entonces el ciudadano común, el que diariamente tiene que librar todos los riesgos y amenazas de la delincuencia y el crimen organizado. Esa fue la reflexión dentro del inconsciente colectivo que vino a marcar un parteaguas respecto a si México tendría o no mayor seguridad para con sus ciudadanos.
La encuesta Nacional sobre Seguridad Urbana (ENSU), correspondiente al segundo trimestre de este año -abril-junio, levantada en 75 ciudades del país, incluidas las 16 demarcaciones de la Ciudad de México y zona conurbana de Jalisco, entre otras importantes concentraciones urbanas, da cuenta de ese miedo.
El principal indicador revela que a nivel nacional el 62.3 por ciento de la población de 18 años y más se siente inseguridad de vivir en su ciudad. La situación es más delicada de lo que parece si se considera que de ese universo el 68.6porciento de mujeres refirió esa inseguridad y el 54.8 en hombres.
En la Ciudad de México las alcaldías cuyos habitantes registran los más altos niveles de percepción de vivir con inseguridad ante al delincuencia, el crimen y el crimen organizado son Iztapalapa, con el 75.1%; Gustavo A. Madero 70.9%; Xochimilco 72.2%; Tláhuac 66.4% y Alvaro Obregón con 62%.
En Michoacán se registró una variación de la percepción de mayor inseguridad entre la medición del primer trimestre del año -enero-marzo y el segundo trimestre -abril-junio. Como referencia aparecen Morelia que pasó de 63.1% a 64.8%; Uruapan bajó de 86.2 a 84.4% y Lázaro Cárdenas aumentó de 38.8% a 41.7%.
El miedo que siente la gente común y corriente por la inseguridad creciente la ha llevado a modificar sus hábitos y rutinas, según reporta la Encuesta de el INEGI y esto es consecuencia de que hoy más que antes un mayor número de mexicanos han sido testigos de diversos eventos delictivos, desde los más simples, como robo, riñas, y gente bebiendo alcohol en la vía pública, hasta balaceras, asesinatos, robo de gasolina y venta de droga, por citar algunos.
Ya es muy tarde para que en este sexenio se pueda observar un cambio positivo respecto al miedo que tiene la gente de vivir en sus ciudades, por el contrario, la encuesta dice que un porcentaje importante cree que la situación seguirá igual (34.1%) y otro tanto estima que la cosa se pondrá peor (23.6%.
La patente de corso que se extendió, de facto, desde el primer día de este sexenio, con la ocurrencia criminal de atacar la delincuencia al crimen organizado con “abrazos y no balazos”, extiende hoy sus facturas.
Acabar con el miedo ciudadano, hacer a las ciudades más seguras, enfrentar con inteligencia todo tipo de expresión delictiva, menor o mayor, y comenzar a frenar la impunidad delincuencial, es el tema número uno del país. México no puede, no merece, seguir viviendo sometido al imperio del miedo.