La decisión está en manos del presidente
Son tiempos claves en las definiciones políticas y, las piezas del ajedrez, tienen que moverse estratégicamente en un plano presidencial que, con el paso de los meses, irá subiendo su nivel, sobre todo en el terreno del posicionamiento mediático. De hecho, las redes sociales jugarán su papel en función de los temas dominantes de la agenda que vayan surgiendo.
Ante ello, la decisión que tome el presidente López Obrador, más allá de la metodología de una encuesta, es tomar la determinación de quién le garantiza una competencia ganadora y, de paso, que destaque por su capacidad en todos los sentidos. Hablo de elocuencia, dominio de los temas y temple para manejar la presión que se genere.
Una elección presidencial no es cualquier cosa. Hay quienes no están aún preparados para encarar un desafío de esa latitud.
Sabemos que, en los últimos días, la derecha intenta irrumpir con la figura de Xóchitl Gálvez que será, no hay duda, la abanderada del Frente Amplio por México. Si el presidente Obrador no diseña una propuesta sólida que garantice el nivel que se necesita, las cosas pueden llegar a ser difíciles. Me refiero al impacto que ocasiona una decisión equivocada. Es decir, la toma de decisiones, considero, no pasaría tanto por el juicio de un estudio metodológico de la encuesta, sino por el tema estratégico por el ascenso de Gálvez.
O sea, el presidente tiene en sus manos inclinar la balanza en el afán de poder sortear cualquier contratiempo. Dudo mucho que la derecha gane la elección, sin embargo, la lectura del mandatario federal tiene una reacción que ha comenzado a llamar la atención. Incluso, dada la situación que puso en marcha la derecha, la respuesta del presidente puede dar un giro y, ante la necesidad inminente de poner en la cancha a un perfil sagaz y experimentado, Monreal puede recibir línea para resolver lo de la candidatura del partido guinda a su favor.
Si es así, el presidente tomaría una buena determinación. Me explico por qué: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto, son perfiles competitivos, pero no tan sagaces y hábiles como Ricardo Monreal. Los tres primeros, sin duda, tienen experiencia en la función pública, sin embargo, no cuentan con el bagaje que ha podido acumular el zacatecano. En el debate y las arengas, por ejemplo, Monreal es una figura de mucho peso político. Maneja perfectamente los tiempos y el termómetro electoral; lo mismo, es conciliador y puede lograr construir una narrativa en cuestión de segundos.
Además de ello, no se inmuta ni mucho menos se achica ante la presión que se genera; sabe luchar contra la adversidad y, de los seis aspirantes de la izquierda, es quien más recorrido territorial tiene en 45 años. Dicho en otras palabras, Monreal defiende muy bien su postura; es congruente y sabe conectar perfectamente con la población civil. Tiene criterio y, en un debate público, esa capacidad puede hacer la diferencia, tal y como contribuyó a construir una lista inmensa de reformas constitucionales a base de diálogo y negociación.
Lo menos conveniente es entrar en el terreno de la descalificación. Y Ricardo Monreal, en ese sentido, es una garantía para realizar una campaña presidencial de altura. Eso es una gran ventaja y, en un mano a mano con Xóchitl Gálvez, no por un tema de género, el zacatecano dominaría en todos los aspectos. O sea, para hacer frente a la estrategia de irrupción de la derecha, el antídoto perfecto es Ricardo Monreal Ávila. Es decir, la panacea de la sucesión del 2024.
A propósito, las audiencias de información- que se han llevado a cabo- sirven para calibrar el poder de convocatoria de cada perfil. Ricardo Monreal, aspirante presidencial de Morena, ha tenido un efecto positivo en cada una de ellas, eso sí, él no cuenta con un aparato de propaganda y comunicación de otros aspirantes para posicionarse, ni muchos menos acarreados. Él, con un recorrido territorial austero, ha jalado multitudes que asisten por su propio pie.