No es Xochitl
No, no es Xochitl. La euforia que de pronto surge por una persona para que desafíe la abrumadora mayoría electoral (electorera) de Morena no se debe a atributos maravillosos. Podríamos hablar de todo lo que la caracteriza, de sus grandes talentos o de su historia, sin duda alguna todo eso vale mucho para decir por qué tal o cual persona debe ser. Pero es más la coyuntura y las circunstancias que la persona misma. Así ha sucedido desde hace ya varios años en diferentes partes del mundo, como salido de la nada aparece alguien que irrumpe en la escena política y social de algún lugar y comienza la euforia. Un fenómeno político, algo que parece sensacional, pero que se debe principalmente al entorno y a la necesidad de que alguien llene ese vacío.
Esta sociedad a la que pertenecemos hemos vivido en un absoluto desencanto, incluso siendo sensatos, muchos hemos sido parte de él (mea culpa). Por eso en tan poco tiempo creció Colosio como una esperanza de algo diferente. Con el cambio de siglo apareció Fox y logró una alternancia política en el país rompiendo todas las reglas. El “sex appeal” de Peña Nieto no fue diferente, no se hablaba más que de su cara bonita más allá de sus talentos. Y en medio del hartazgo y la desilusión logró emocionar un empecinado y grisáceo López Obrador. Sus atractivos han tenido más razón en lo que no queremos que en lo que queremos. Hoy no es diferente, solamente son circunstancias distintas.
En estos casi 5 años de gobierno cuatroteísta ha habido una constante: que el resto de los no creyentes del morenismo, oséase la llamada oposición, no se unifique con nada. Por eso la polarización de las cosas. Muchos nos decimos a nosotros mismos que no somos ni “fifís”, ni conservadores, ni neoliberales, ni nada de lo que el presidente dice de quienes no estamos de acuerdo con él. Simplemente eso, no estamos de acuerdo con él. Pero cuesta mucho trabajo identificarnos con algo más, con un partido político cuando ya están todos en decadencia, con un movimiento cuando están desvirtuados, con una causa cuando están tan difusas. Pero somos muchos así, de hecho somos mayoría, más de los que se dicen morenistas, solamente que nada nos aglutina.
Ahora se logró eso, encontrar en un movimiento, que es el Frente Amplio, el pegamento para no tener que estar en algún partido u organización pero sí identificarnos. Se encontró también la participación de muchos, unos mejores que otros, donde hacer un bloque común. Y principalmente, la forma de canalizar ese descontento con lo que hoy tenemos y la posibilidad de tener algo diferente y mejor. Quizá sea Xochitl o quizá sea alguien más que hoy ni siquiera imaginamos, como lo fue ella misma hace algunas semanas. Por eso no es ella, no es nadie, somos todos y el darnos cuenta de que si las mayorías se unen siempre serán más que las dispersas minorías.
Hay que reconocerle a López Obrador ese mérito de unir a todos quienes no estamos de acuerdo con su forma de gobernar. Al fin un logro importante de la cuatroté.
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