Cuidar la naturaleza y la tierra
Leonardo Boff, expresa que, los científicos y filósofos como James Lovelock, Brian Swimme, Zygmunt Bauman, Slavoj ‘ižek, Eric Hobsbawm y otros han generado pronunciamientos advirtiendo: “o cambiamos nuestra relación con la tierra, que es pura explotación, o nos dirigimos directamente a la ruina y cavamos nuestra propia tumba”.
Me parece importante este enfoque, porque nos advierte de lo que los humanos debemos ya hacer para revertir este proceso de deterioro permanente de la madre Tierra; es decir, debemos de seguir trabajando en la Agenda 2030 de la ONU, la Agenda 2050 de la OCDE, pero también en la filosofía de la Carta de la Tierra y en la inteligencia emocional de la población, en la espiritualidad y respeto de la naturaleza.
Tengo esperanza de que las cosas, que las pequeñas cosas pueden hacer transformaciones a largo plazo, lo digo, porque en el ir y venir a diversos eventos me encuentro con personas de diferentes edades en la brecha generacional que contribuyen a cuidar a la madre tierra y la madre naturaleza, Gaia y Pachamama.
Recientemente tuve la oportunidad de preguntar a Isaul de Jesús Barajas, originario de Santa Ana Chapitiro, municipio de Pátzcuaro, sobre su acción de sembrar un árbol de Fresno, endémico de su comunidad, él me comento de manera contundente, que esta haciendo acciones personales y compromisos para dar la atención al planeta y a la naturaleza, aun cuando sabe que son acciones muy personales y pequeñas, pero hay una intención y un compromiso, me confirmó.
Me expresó con gran júbilo que, la vida le enseña qué, sembrar un árbol constituye un respiro para la naturaleza y sus seres vivos, es decir la vida; que cuidar el árbol de Fresno reorienta sus compromisos con el cuidado a la tierra, y que verle crecer es el ejercicio de la crianza, de aflojar la tierra, de darle agua, de abonarle, de protegerle de no ser depredado por rumiantes, o por la mano del hombre que en su afán por apropiarse de los elementos de la naturaleza no respeta.
Isaul de Jesús, ahora tiene propósitos de seguir coadyuvando a generar procesos de información y formación para atender en la sensibilización y el compromiso de los cuidados de la naturaleza y la tierra. Más jóvenes se deben de seguir sumando para el desarrollo y el cuidado de la sostenibilidad del proyecto de vida, para esta generación y para las próximas generaciones.
Isaul de Jesús, igualmente me comento que como instructor de CONAFE hace años, su compromiso desde antes y en esas fechas, fue el compartir contenidos educativos para generar conciencia ambiental de las personas.
Por otro lado, converse con un buen amigo en el centro deportivo INDECO, durante mi ejercicio diario, ambos tenemos una formación relacionada con las cuestiones de medio ambiente y de respeto a la naturaleza; brevemente comparto algunos sentires que reflexionamos, cuando él lea esto que ahora escribo, estoy seguro que se sentirá motivado.
Yo le expresaba que caminar sobre la tierra, sobre un andador del deportivo, es sentir también que somos tierra, y es que eso nos hace mantener los pies sobre el suelo, sobre la tierra.
Su respuesta no se hizo esperar, me dijo: somos tierra porque al estar conectados con el suelo, percibimos todo lo que es la tierra, su frío, pero también su calor, el suelo mojado, seco, árido, empastado, pedregoso, los agujeros de las hormigas, y así, logramos percibir, la fuerza y la belleza que tiene la tierra.
Pero estar conectados con la tierra, no es solo tener los pies en el suelo, sino sentir en nuestro cuerpo la lluvia, el olor del bosque, pero también en estos días sentir la lluvia que tanta falta hace.
En diversas ocasiones comento en mis intervenciones sobre cuidado del medio ambiente; comparto que somos unicidad; respiramos aire que entra a nuestros pulmones, buen aire, o aire de mala calidad, con olores que disfrutamos, o nos repelen de aquellos lugares por sus malos olores, digo yo, eso es también sentir la tierra.
Sentirse o ser incluso tierra, es ser parte de un espacio de la tierra, donde habitamos, donde estamos, permanecemos y nos reproducimos; cuando habitamos un espacio de la tierra de alguna manera pensamos que somos parte de aquel lugar, de una geografía, el clima, de la lluvia, el viento, los olores, incluso de una sociedad que hace intersubjetivación.Pero en esta reflexión existe una precisión, cuando entiendo que ser tierra, o sentir la tierra, configura nuestro propio límite, es decir, no puedo ir más allá, porque pertenezco a este espacio, no obstante la tecnología ha permitido ir a otras galaxias, por ello, sentir la tierra es un acto concreto, pienso, porque es nuestra base, caminamos, no flotamos, es el firme de nuestro andar, pero a la vez, es un acto para la contemplación de todo lo que nos rodea, de lo que observamos, escuchamos, acariciamos, de lo que logramos oler, incluso podría ser la pista que permite alzarnos para desde lo alto poder observar la tierra, esa misma sensación sentí, hace unas semanas que fui a la salida a Mil Cumbres, para ver elevar los planeadores; vuelas, pero al final regresaras a lo que te pertenece, a lo que eres, a la tierra.