Rolando ando
Ardiente verano.
Inmersos en el perverso juego de las corcholatas, hemos dejado de ver lo básico y fundamental. La escasez del agua en el inicio de un largo y ardiente verano. Con temperaturas inéditas de 45 grados y sensación térmica de hasta 50 grados, en nueve entidades del país, hay un clamor general por las lluvias, que han escaseado en esta temporada.
Nos ahogamos de calor y padecemos fuertes deshidrataciones al caminar o circular por una ciudad, antes rica en flora con árboles gigantescos, que la adornaban, refrescaban y oxigenaban. La tala y la destrucción de nobles y gigantescos árboles, que se desarrollaron por siglos, ha convertido a la ciudad capital en una parrilla para asado de cemento y acero.
Edificaciones ciclópeas, como la llamada Torre Mítikha o los horrendos edificios del eje 8, llamados City Towers, roban el agua a los habitantes de las delegaciones Benito Juárez y Coyoacán, donde las protestas y cierres de arterias se multiplican, de parte de los habitantes de pueblos originarios, como Xoco, y también de diversas colonias circundantes. La ambición sin límite de constructoras en complicidad con autoridades corruptas, ha permitido el abuso de los edificadores y la deforestación de zonas arboladas.
Al interior del país, las notas periodísticas dan cuenta de que la escasez de agua provoca que cientos de habitantes de diversas comunidades se movilicen en la búsqueda del vital líquido, lo que ha agudizado la crisis hidráulica que arrastramos de meses atrás.
El panorama no es nada alentador, ya que los especialistas en ciencias de la atmósfera prevén que el calor continuará, al menos hasta mediados de la semana entrante, y las lluvias serán escasas. Los científicos consideran que vivimos en un fenómeno ya “anormal”.
Tláloc se ha olvidado de sus hijos.
Desde el estado de México, los especialistas también informan que el agua captada en el principal abastecedor del líquido para la ciudad, el sistema Cutzamala, presenta serios déficits en captación de lluvias y disminución en sus volúmenes que cayó de un 52 por ciento a un 20 por ciento de marzo a junio.
También desde el interior del país se reportan fuertes y largos apagones por falta del fluido eléctrico. Hay una gran demanda de electricidad en diversos estados por las crecientes temperaturas. Aires acondicionados, ventiladores y refrigeradores para dar alivio a aquellos que padecen de los calorones.
Nadie se responsabiliza o acepta que todos hemos contribuido al calentamiento global –1.5 grados según los expertos—y poco y nada hacemos para evitarlo. El consumo de gasolinas y demás hidrocarburos va en aumento, el desarrollo de energías limpias va lento, la contaminación de mares y ríos se acelera. El medio ambiente nos castiga, pues hemos abusado de él.
Muy preocupante la información proporcionada esta semana por un medio nacional que da cuenta del estado que guardan nuestras presas. Asegura que el déficit de agua en nuestros 210 principales embalses, creció de 9 a 11 por ciento en tan sólo una semana, y sólo tres de nuestras principales presas tienen un 100 por ciento de almacenaje, 28 entre un 75 y 100 por ciento, 43 entre un 75 y 50 por ciento, y el resto tienen sólo la mitad de su capacidad.
De igual manera advierte que las lluvias registran un déficit de 49.7 milímetros, o sea un 29.6 por ciento del promedio. Las cosas vistas así no pintan bien y asoman una severa crisis por la ausencia de las lluvias, su captación y manejo.
Recientemente en una plática con ingenieros hidráulicos, encargados de producir equipos de bombeo para subir agua a la gran ciudad capital, les pregunté el por qué no se hacen ya las grandes obras para el manejo del vital líquido. La respuesta lacónica y puntual fue: “porque no es negocio, no deja dinero ni raja política. Son muy costosas, subterráneas y no sirven para la foto”.
“Mira –me dijo uno de ellos—la última gran obra hidráulica la hizo Samuel García en Nuevo León, dónde la escasez del agua llevó a enfrentamientos entre habitantes de las colonias populares de Monterrey y municipios aledaños. Abusado el gobernador se dio a la tarea de juntar recursos estatales, municipales y federales para construir la presa Cuchillo II y calmar la sed de sus gobernados. Ahí se había raja política y foto para el futuro”.
La ciudad arde, el país arde, el mundo arde. Sufrimos porque no hay hielos, imagen sin agua.