Libre expresión
Marcelo Ebrard no será el candidato presidencial de AMLO.
“Mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo”. Terencio (195 a.C. – 159 a.C.) Autor cómico latino.
Marcelo Ebrard Casaubón no es la corcholata preferida del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, así que, todo indica, no será el candidato presidencial de Morena para el 2024.
Sabedor de la circunstancia ha tomado la iniciativa para obligar a la dirigencia del partido en el poder, a que fije los lineamientos para la contienda interna y los suspirantes renuncien lo antes posible a sus actuales posiciones, para procurar con eso, un piso, lo más parejo posible en una contienda interna donde todos saben, que es López Obrador el que tomará la decisión.
El carnal Marcelo, como le dicen, también sabe que tiene un importante peso y que podría ser un candidato competitivo con el respaldo de otros partidos políticos. Seguramente por eso, el inquilino de Palacio Nacional motivó una cena el pasado lunes para “festejar” el triunfo de Delfina Gómez y fijar postura de cómo quiere que sea la selección.
A diferencia de las otras corcholatas, el todavía Canciller ha insistido en evidenciar que tiene personalidad propia y que ni siquiera procura imitar a López Obrador, como sí lo intentan todos los días Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López.
Por el contrario, Marcelo intenta marcar diferencia, como percibo, lo hizo en su última visita a Morelia en una cena con el sector productivo. De su discurso de casi 18 minutos, destacan 4 declaraciones:
- “Creo firmemente en la negociación y en escuchar a los demás.”
- “Hay que trabajar muy de cerca para atraer la inversión a México que debemos traer, hay que organizar al gobierno para que varias regiones del país puedan crecer al mismo tiempo.”
- “El destino que yo veo para México es un país de clase media, es decir, un país en libertad”.
- “¿Quién no ha soñado un México sin la violencia que tenemos?”
Al buen entendedor, pocas palabras. Todavía cuidando las formas para evitar una confrontación directa con el dueño de Morena, Ebrard Casaubón marca una clara diferencia en la manera de entender la política y el gobierno.
López Obrador no escucha a nadie, complica la atracción de inversiones, se mantiene necio con su fracasada política de seguridad conocida como de “abrazos y no balazos” y no tolera a la clase media porque es “aspiracionista” y no se traga sus mentiras.
Todavía es cuidadoso y se presume como amigo y compañero de batallas del inquilino de Palacio Nacional, pero es evidente que quiere marcar diferencia, dejar claro que tiene personalidad propia.
Marcelo Ebrard no es simpático, no tiene una trayectoria limpia, eternamente lo perseguirá la presunta corrupción a su paso por el Gobierno de la Ciudad de México y la edificación de la línea 12 del metro, pero no se le puede negar que tiene oficio político y gubernamental, por ello de las corcholatas y opciones presidenciales se ubica entre lo menos malo, a grado tal, que es bien visto por los opositores a Morena.
En fin, el piso no será parejo, la decisión la tomará López Obrador, Ebrard Casaubón no es el preferido, pero la decisión que tome, llegado el momento, sin duda impactará en los comicios del 2024.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.