Política gourmet
LOS MILES DE MUERTOS DEL OBRADORATO
* Las 156 mil 200 muertes violentas de este sexenio son el legado de AMLO
* No existen políticas públicas encaminadas a combatir la violencia y la delincuencia
* Es más fácil repartir culpas que tomar responsabilidad por lo que no se ha hecho
TRISTE PANORAMA.- Cuando los números y la realidad no le favorecen al Presidente López Obrador lo primero que hace es culpar a sus antecesores. ¡A los malditos conservadores neoliberales! Sin embargo, a cuatro años y medio de distancia de haberse calzado la banda presidencial, al tabasqueño ya no le vale de mucho echar mano de la retórica, las excusas y las evasivas pues, de acuerdo a sus inverosímiles de promesas de campaña hechas en el 2018, acabó mintiéndose a sí mismo y a los 30 millones de mexicanos que lo respaldaron en las urnas. Y si no, tan sólo hay que recordar las siguientes palabras: “Yo voy a conseguir la paz, ese es mi compromiso. Voy a conseguir la paz y voy a terminar con la guerra (contra el narcotráfico); no vamos a continuar con la misma estrategia que no ha dado resultados… a mitad del sexenio ya no habrá guerra”. Pues ¿qué cree, señor Presidente? México está a años luz de alcanzar la paz, su sexenio ya se encuentra prácticamente en la recta final (sólo le restan 16 meses) y cuando menos en una cosa sí cumplió: Se acabaron la guerra y el combate contra el narcotráfico, porque hoy más que nunca los distintos cárteles de la droga circulan y se pavonean por los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía como Pedro por su casa. Nadie los molesta, nadie les toca un pelo, su sangriento negocio cada vez les genera mayores ganancias y muy rara la vez hay detenciones de capos o aseguramiento de cargamentos de estupefacientes. En pocas palabras, una cosa es acabar con una guerra contra los delincuentes y otra muy distinta es voltear hacia otro lado para que los criminales hagan y deshagan a sus anchas.
LA FRIALDAD DE LOS NÚMEROS.- Las conferencias mañaneras de Palacio Nacional son el escenario ideal para presentarle a los mexicanos un mundo de caramelo que sólo existe en el imaginario presidencial. Apoyado en gráficas proyectadas en un muro y en sus siempre serviles y poco eficaces achichincles (los miembros de su gabinete), el Presidente López Obrador pasa las horas tratando de explicar sus espejismos estadísticos. Sin embargo, la realidad es cruel, dura y contundente. Su sexenio es, ya, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), una dependencia de su propio gobierno, el más violento y sangriendo en la historia moderna de nuestro país. A 54 meses del jubiloso arranque inaugural del obradorato, México ya presume nada menos que 156 mil 200 homicidios dolosos, superando por 140 las 156 mil 040 muertes violentas que se registraron durante el sexenio completo del ex Presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) y muy por encima de los 120 mil 560 correspondientes al sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012). El Presidente asegura que la violencia en la que estuvo inmerso nuestro país durante las gestiones de sus dos antecesores se debió a que éstos impusieron un narcoestado que generó tal derramamiento de sangre… y ¿a que atribuye tantos miles de muertos durante su adminitración? ¿A una herencia? ¡Por favor! Todos sabemos que en todos los gobiernos entrantes se presenta una especie de “curva de aprendizaje” y que también hay un periodo para romper con las inercias negativas del pasado. ¿Pero a cuatro años y medio de distancia le sigue echando la culpa a los que ya se fueron?
SIN SOLUCIÓN, SIN ESPERANZA.- No nos engañemos, la dizque estrategia de “abrazos y no balazos” sólo es un slogan o una arenga. La realidad es que desde el obradorato no se ha definido ni establecido una sola política pública encaminada a combatir el origen de la violencia y la delincuencia. Los abrazos sólo han sido para los delincuentes, para la mamá del “Chapo” Guzmán y los hijos de éste; pero los balazos han sido para la población, para los políticos e incluso para los integrantes de nuestras fuerzas armadas (Ejército, Marina, Guardia Nacional, etcétera), quienes a diario son golpeados, baleados, correteados, secuestrados, escupidos, apedreados, zapeados, humillados y, por supuesto, asesinados sin que nadie haga absolutamente nada. Pero eso sí, el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval; el secretario de Marina, José Rafael Ojeda y la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, desde que fueron colocados en sus respectivos puestos, viven y se comportan como si pertenecieran a una nueva élite dorada a la que tristemente no les importan ni la tropa y muchos los ciudadanos comunes y corrientes. Y mientras la luz al final del túnel luce cada vez más lejana, el Presidente asegura que gracias a los programas del Bienestar ya se logró la pacificación del país.
Contacto.- www.lapoliticamedarisa.mx
Twitter: @yalessandrini1