¿Ingenuidad o simplicidad?
MARKO CORTES: ¿INGENUIDAD O SIMPLICIDAD?
Escuchar al presidente del Partido Acción Nacional su propuesta para la selección del candidato de la Alianza Opositora a la presidencia de la República para 2024, deja en claro que la oposición política en México se encuentra no sólo extraviada, si no huérfana.
La Alianza, pero sobre todo Acción Nacional, llega más que tarde en cuanto a decidir el proceso de selección de su abandera presidencial, ese que, en la teoría, tiene como tarea arrebatarle el poder a Morena, pero sobre todo a su líder político y moral, Andrés Manuel López Obrador.
Para ser muy claros, la oposición, es decir la Alianza Opositora conformada por PAN, PRI y PRD, si es que todavía hoy se puede hablar de una “alianza”, perdió la gran oportunidad de construir una propuesta alternativa de nación a la que está vigente y de preparar, con el debito tiempo y estrategia, a su candidata o candidato para la elección federal del año próximo.
No hay que decir mucho de las implicaciones de esta gran omisión, ingenuidad o complicidad, como quiera llamársele, dado que lo que está en juego no es solo solo la titularidad del Ejecutivo Federal y los miembros de las Cámaras de Diputados y senadores, principalmente, sino, como muchos consideran, el control del timón nacional para restituir la democracia y recomponer las instituciones y con ello el real equilibrio y división de Poderes.
Lo que ha expuesto esta semana el todavía dirigente del partido Acción Nacional, Marko Cortés, respecto a las reglas para nominación del abanderado presidencial, ha preocupado a muchos dentro de los partidos que se llaman parte de la alianza opositora, y de amplios sectores del país, que pensaban que a estas alturas del partido, sobre todo por el rumbo que se le ha dado a la conducción de México, habría una plan más serio, sólido y viable para los comicios federales del 2024.
Todavía no se conoce del todo y por todos el modelo de selección de Marko cortes y las expresiones de rechazo, confrontación y cuestionamiento no se han hecho esperar. Lo lógico, se pensaría, era que ya hubiera al menos un consenso en lo fundamental, aún tratándose de lo que parece una ocurrencia, sino que ni eso se garantizó desde el principio.
En esencia lo que el dirigente panista ha propuesto es que para la elección de su candidato presidencial se convoque a debates y encuesta final en noviembre; establece como requisito juntar firmas equivalentes al uno por ciento del padrón electoral de al menos 17 entidades; haber sido considerado en mediciones de encuestas externas; demostrar que el interesado o interesada cuenta con un posicionamiento de al menos el 30 por ciento de reconocimiento de la ciudadanía y de intención de voto, que los haga competitivos
En una segunda fase de depuración de aspirantes, Cortes propone que haya foros y debates regionales en todo el país para que los aspirantes logren posicionarse ante la ciudadanía durante al menos dos meses. Después, se realizaría una encuesta con los mejores posicionados para definir en noviembre quién será la persona abanderada presidencial.
Todo este proceso estaría regido por una Comisión Electoral, integrada por liderazgos de los tres partidos políticos y la sociedad civil, para garantizar que los finalistas lleguen bajo las mismas condiciones y no con métodos diferentes de cada partido.
Mientras que las llamadas “corcholatas” presidenciales, Claudia Sheinbaum Pardo; Marcelo Ebrard Casaubond, Ricardo Monreal Ávila y Adán Augusto López tienen meses en una especie de pre precampaña – en franca violación de las normas electorales- la Alianza Opositora apenas y busca un acuerdo respecto a las bases de su abanderado.
Dentro y fuera del PAN dicen que esa convocatoria esta hecha a modo para favorecer a Santiago Creel Miranda, Diputado federal en la actualidad, por ello otros aspirantes como la periodista Lili Tellez o Miguel Mancera, consideran inaceptable la propuesta de Marko Cortés.
Es de pena ajena que en tanto se consolida día a día una presidencial de tonos imperiales, a decir de muchos críticos y lideres sociales identificados dentro del “conservadurismo”, la oposición política, no salga de su marasmo, de su bisoñez, ni de su sueño guajiro de detentar el poder presidencial a base de saliva, como se dice en el medio político.
Para muchos analistas políticos, la oposición ya perdió desde ahora la elección presidencial del 2004, no solo porque están a destiempo y fuera de ruta, sino porque en seis años no aprendieron a prepararse como una real y digna oposición mexicana.