Proyecto secreto
LA MENTIRA, VÍA REGIA A LA MUERTE
Vista panorámica
Es la mentira que derriba el sistema de valores y el orden social con la seguridad, la paz y el progreso.
Los seres inteligentes que actúan guiados por el uso de razón, los creyentes en Dios construyen su mundo y norman su vida con la verdad.
Así hemos funcionado desde que adquirimos uso de razón y desde que el ser racional, el homo sapiens apareció sobre la faz de la tierra.
Cuando éramos niños mentíamos pero y vamos en contra de la conciencia moral, sabíamos que estábamos pecando, quebrantando una norma y saliéndonos del orden. Nos acusábamos de decir mentiras, era un pecado. Hoy en día, seres racionales, incluso muchos fieles de Cristo mienten impunemente y se quedan tan tranquilos, se les agarra en mentira y ya no tienen vergüenza, se quedan como si nada.
La verdad es pieza clave del orden social, como hay otras, la justicia imparcial y universal, la libertad y un valor característico del cristianismo, la caridad. La verdad, es una estructura inconmovible para levantar el edificio social con orden y seguridad, transparencia.
Hoy el mundo parece que hemos perdido la decencia, la integridad, la dignidad. Las personas más encumbrados en la pirámide social mienten, en esto no les importa el rango social y la la investidura del poder.
No se presentan disculpas, no se corrigen las mentiras. El mentiroso, en cierta manera, se queda en su mentira, en un mundo falso y caótico, se asienta el desorden. La mentira tomó posesión de la convivencia social. Lo mismo pasa con otros pecados, a los actores sociales importantes les importa, no haber delinquido, sino que los agarraron y su falta se hizo pública.
Cuando éramos niños y hacíamos una maldad y nos la echaban en cara, decíamos con frecuencia: no es cierto, estábamos mintiendo, no teníamos aún la consistencia para enfrentar la grasa . finalmente, reconocíamos y nos daba vergüenza.
El poderoso que se coloca por encima de la verdad, que decreta su propia verdad está mintiendo aunque se de aires de gran sacerdote fariseo o de ser dueño de la verdad.
El que niega la realidad como el dominio del narco en muchos lugares del país y de muchas maneras, el que tacha de necio y mentiroso a quien le muestra una realidad de fracaso o de error y torpeza, está mintiendo.
El que condena a los demás sin razón, sólo por su propia conveniencia está mintiendo. Vemos tantas mentiras que se pronuncian sin vergüenza y con cinismo.
Y mienten los grandes y todos hasta los más bajos estratos sociales. El mundo está desquiciado.
La luz de Dios
¿Qué ventaja tiene mentir, a donde nos lleva ese pecado? Construimos un mundo de engaño y falsedad.
La verdad es una plataforma inconmovible del orden social, ámbito de una convivencia ordenada y pacífica. En la mentira no se puede garantizar el estado de derecho y una convivencia de seguridad, de progreso, de paz. El presidente afirma que hay paz social, es una afirmación vacía que desmienten los hechos, tantos que se dan hoy y se darán mañana.
El mundo es sólido, ordenado, armonioso cuando se construye sobre la verdad. La mentira es movimiento absurdo que nos engaña y nos hace perder el tiempo, energías y nos lleva a construir nuestro mundo sobre el vacío y la falsedad, en la absoluta inestabilidad de la convivencia social.
En la lógica de Aristóteles, en el orden moral cristiano, en la expresión más acabada de la ley que Cristo hace en el Sermón de la montaña, mentir es una insensatez, una aberración, una falta contra el orden establecido, un pecado que atenta contra el orden moral y lo cimbra.
Nos hemos desviado tanto, nos hemos separado tanto el orden moral y lo quebranta amos tanto que ya no sentimos el imperativo categórico de no mentir, hemos olvidado el mandamiento divino, grabado por Dios en la naturaleza humana: no mentiras. creamos el vacío y la obscuridad en nuestro mundo, lo quebranta y cooperamos en su demolición.
Mentir se ha vuelto lo más natural y sólo nos hace evadir nuestras responsabilidades y nos impide enfrentar los problemas.
Aquí surge la figura grandiosa de Cristo, el Hijo de Dios que se vino a vivir en nuestra condición humana para hacernos recuperar la conciencia moral y la verdad de las cosas.
El, con su muerte y Resurrección, inaugura el mundo nuevo de la verdad. En el no hay engaño. Asumiendo nuestra situación de pecado y de muerte y resucitando por el poder de sus Padre Dios, el inaugura el mundo nuevo de la resurrección, en la verdad y la justicia, de la paz. Debemos rescatar los principios divinos, la verdad y hacerlos regla de una convivencia sabia y pacífica.
Celebrando la muerte y Resurrección, el misterio pascual de Cristo, siguiendo sus pasos de su pasión, muerte y Resurrección, convirtiéndonos, entramos en el mundo nuevo sin mentira ni corrupción.
Hoy es válido y posible y rico el mandamiento: no mentirás.
Afirma Cristo: “la verdad los hará libres”.