Gasperman, pintor michoacano; tinta y óleo, el arte para la vida
MORELIA, Mich., 19 de marzo de 2023.- Originario de La Piedad, Iván Oswaldo Atilano Bravo, más conocido como Gasperman, es un joven pintor e ilustrador que no puede concebir al arte como una cosa meramente utilitaria, ni al artista como un obrero que debería certificarse para sobrevivir en el sistema.
“¿Tener un título universitario?, no es una prioridad para mí, no digo que no sea importante, pero me parece que es sólo un papel, y no necesito un papel, creo que mi trabajo hablará por mí y será mi mejor carta de presentación”, comentó a Quadratín.
Esto expresa Gasperman desde el emblemático Jardín de Las Rosas, de Morelia, a donde acude con frecuencia a exponer sus trabajos al tiempo que pinta ante la vista de los paseantes. Algunas personas se detienen a observar al artista, pero él se mantiene concentrado en el cuadro que, con los minutos y las horas pasa de la inmensidad del blanco a un colorido surrealista.
Frente a su obra, ese nuevo mundo rectangular que sostiene el caballete, Gasperman sostiene la paleta mientras mezcla colores, con la punta del pincel quita o agrega; bajo la sombra de los árboles se toma todo el tiempo necesario hasta encontrar el tono que solamente él sabe que necesita para obtener ese nuevo matiz, esa sombra, esa luz, ese relieve.
“Me vine de La Piedad para estudiar aquí, ingresé a Bellas Artes, pero sólo cursé un año, no soporté más; tenía maestros cuyo único método era ponernos a transcribir textos, y sólo dos clases al año de dibujo y pintura, lo demás, teoría, y no es que tenga algo contra la teoría, pero creo que el programa es inadecuado, son cinco años, mucho tiempo; yo sólo quería pintar”, compartió Iván.
Negro, azul, café, gris, verde, naranja, rosa, púrpura, rojo, blanco y amarillo destacan entre las ilustraciones y pinturas, mayormente de temáticas surrealistas de Gasperman, quien expone sus cuadros, algunos para venta, otros solamente por una inexplicable necesidad de expresar y explicar el mundo a pinceladas.
Como "un pequeño artista sin fama ni ganas de hacer algo al respecto", así se autodefine Gasperman, quien además de llevar a cabo exposiciones con otros colegas cuyos, comparte que entre sus proyectos en el corto plazo se encuentra impartir talleres en centros penitenciarios y a jóvenes en barrios populares.
Con la mirada puesta en algún punto del lienzo, a donde apresura su próximo trazo, Gasperman se muestra despreocupado ante las incertidumbres del porvenir y, como quien repudia la burocratización del arte y de la vida, confiesa su desánimo por ser uno más en la fila de los asalariados, y cuenta más bien que su deseo es transmitir su arte per se, el arte como fin.