Mayoría de feminicidas no son desconocidos para sus víctimas
MORELIA, Mich., 7 de marzo de 2023.- Las sentencias definitivas por el delito de feminicidio publicadas por el Poder Judicial del Estado en los últimos cuatro años revelan que, los hombres hallados culpables, eran en su mayoría pareja, marido o un hombre cercano a las víctimas, quienes invadidos por los celos, terminaron por privar de la vida a quienes un día juraron amor eterno.
Las sentencias disponibles para su consulta de 2019, 2020, 2021 y 2022 dan cuenta de la violencia que viven las mujeres previamente a su muerte, pero también de la indiferencia que pueden tener las personas cercanas, dado que hubo quienes intentaron huir, y hasta suplicaron ayuda antes de su muerte.
Feminicidios de Michoacán en los últimos 4 años
La víctima de la causa penal 789/2019 fue asesinada el 30 de octubre de 2019; el que era su marido se sumergió en el mar de los celos, no logró controlar el temor de perder a su esposa y se ahogó en la ira.
En medio de un ataque de odio por una supuesta infidelidad, la apuñaló en repetidas ocasiones; siete heridas fueron las que derivaron en su muerte. Ante aquel escenario, bañado de la sangre de su objeto de amor intentó suicidarse, pero le tembló la mano y no lo logró.
El destino de Araceli A., otra joven mujer de Ciudad Hidalgo no fue distinto: en la sentencia de la causa penal 35/2015 se narra cómo la pareja sentimental la atacó por sorpresa y la asfixió.
José, el feminicida, acusaba a Araceli de haberle sido infiel, incluso le dejó un mensaje con el que pretendía justificar su actuar; la víctima tenía marcas de chupetes en el cuello.
Pero su muerte no fue sorpresiva. José la maltrataba de forma recurrente delante de sus familias y amigos, con la mano o a palos, situación que empeoraba cuando estaba bajo el influjo de las drogas. Él mismo le marcaba el cuerpo con chupetes.
La sentencia de Araceli, así como de otras 11 víctimas, dejan en claro una cosa: los agresores de las mujeres no están fuera de casa, viven con las víctimas, conviven con ellas, no son desconocidos que se cruzan con ellas en medio de la calle.
No las mataron por andar de noche en la calle o estar en lugares de mala muerte, como se dice coloquialmente; las mataron porque fueron cosificadas, que les proveían a los agresores algo y eran vistas también como propiedades, incapaces de autonomía.
A la víctima de la causa penal 159/2016 la mató su pareja, padre de dos de sus tres hijos, y pese a que pidió ayuda, fue sacada de su hogar, se la llevó al despoblado y la mató a balazos, dejando a tres huérfanos de madre y con padre privado de la libertad, niños que quedaron en condiciones de vulnerabilidad, a los cuidados de los abuelos y familiares.
Celos, el común denominador
El común denominador entre las víctimas anteriores y Lizeth es el mismo: los celos. A la profesora de preescolar, originaria de un municipio colindante con Guerrero, su pareja la golpeo brutalmente delante de un adulto mayor de 81 años, que nada pudo hacer para ayudarla.
Ante los ojos del marido, y padre de uno de sus cuatro hijos, Lizeth era una mujer infiel y la maltrataba de forma recurrente hasta apagar su brillo, la sonrisa y alegría que la caracterizaba, expresó en su testimonio el padre de la joven profesora de 28 años.
Un 16 de febrero el marido llegó a su hogar, aprovechó que los niños dormían y la golpeo, la asfixió y arrastró por la cocina, después pretendió simular un suicidio. La colgó de unas varillas, sin embargo, Lizeth era joven y peleó por su vida, lo arañó y dejó como último testimonio de su lucha a su propio cuerpo, que tenía bajo sus uñas el ADN de su homicida.
Pero no solo se trata de parejas celosas, de hombres que crecieron sin respeto por la vida de las mujeres o que maduraron con las heridas de la infancia que les provocaron el odio a las mujeres; también puede ser un hijo o un nieto.
El 10 de marzo de 2018, una adulta mayor, avecindada en Uruapan, fue golpeada hasta quedar inconsciente, el responsable: su nieto, según informa la sentencia condenatoria. Los golpes le ocasionaron una hemorragia intracraneal que le arrebató la vida dos días después.
También pueden ser hijos. Recientemente fue vinculado a proceso Pablo Aldo M., acusado de asesinar a su madre Irma P., de una puñalada en el corazón, de acuerdo a la audiencia pública celebrada el pasado 23 de febrero.
Y, por qué no decirlo, la lista de hombres que mataron a las mujeres de su familia, niñas, adolescentes o la edad que sea, es larga. Los contextos pueden ser los celos y, en el caso de las menores, la violación.
La menor Ana Luz, de 11 años, asesinada en su hogar en Pátzcuaro, por su hermano, encontrado responsable y condenado a 50 años de prisión.
Alejandra N., madre separada, asesinada en Morelia en la vía pública en 2017 por su novio Juan Carlos P., del que quedaron huérfanos dos menores.
Guadalupe Campanur, activista social, protectora de los bosques y miembro importante en la comunidad indígena de Cherán, asesinada por su exnovio; el cuerpo fue encontrado en Chilchota.
Satya L., asesinada por su novio en un motel de Morelia; al agresor lo condenaron a 30 años a prisión preventiva.
Joselyn V., de 11 años, salió de una fiesta en compañía de un hermanastro, después de horas de búsqueda, encontraron su cuerpo enterrado bajo la cama, dentro de una choza.
Nilda Rosario, estudiante nicolaíta, fue vista con vida por última vez en Morelia, después de meses de búsqueda. El cuerpo apareció en un predio de Ajuchitlán, hogar de su pareja sentimental y quien se llevó su cadáver menudo dentro de una maleta, aplicando la máxima de que sin cuerpo, no hay delito.
Jessica González Villaseñor, privada de la vida por quien era su pareja, Diego Urik M., y su cuerpo localizado en una zona boscosa de Altozano; al responsable lo condenaron a 50 años de prisión.
Pero el gran grueso de las víctimas de feminicidio y homicidio doloso permanece en el anonimato,; muchas están a la espera de la justicia.
Y no solo es el homicidio o feminicidio. Detrás de las agresiones sexuales también están los hombres de la familia.
Los agresores más frecuentes de abuso sexual en personas menores de 16 años son el padrastro o pareja sentimental de la madre, cuatro de cada 10 casos; el abuelo, tres de cada 10; el padre, dos de cada 10; y, el profesor, uno de cada 10; con menor número de casos denunciados se encuentran tíos, primeros y cuidadores de infancias.