Tigres de arena/Bismarck Izquierdo
“Cultura y Elecciones 2023”
Pero toda creación humana que aspire a la eternidad debe adaptarse al ritmo cambiante de los grandes objetos naturales, concordar con el tiempo de los astros.”
Marguerite Yourcenar.
Concluyeron las precampañas en los estados de Coahuila y el Estado de México y transitamos hacia un breve periodo de calma antes de la tormenta electoral que servirá de preámbulo al 2024.
Se realizaron sendos ejercicios democráticos con un panorama inédito y con sensaciones de escepticismo y cautela respecto de lo que vendrá.
En ese contexto, se reflexiona una vez más sobre cuáles serán las promesas, compromisos y proyectos; de nueva cuenta, ¿cómo cambiar el destino de un colectivo en seis años? Las respuestas están en construcción y algunas de ellas serán expuestas en el futuro próximo.
Antes que la vorágine se materialice, vale la pena recordar la relevancia de considerar al fenómeno cultural como parte de estos procesos.
Si bien es un ejercicio sumamente complicado priorizar o dar una jerarquía al goce de derechos humanos desde la administración pública, el éxito de un proyecto político depende de la correcta estructuración de una tarea de esta naturaleza.
Es habitual discutir —en periodos electorales— acerca de seguridad, economía, salud o vivienda, ya que son temas que dominan los círculos de debate, empero, en tiempos recientes, derivado de haber elevado a rango de política cultural de estado al fenómeno cultural, las plataformas ahora han de considerar este rubro sin descuidar otros compromisos.
En la historia moderna de México se han hecho esfuerzos importantes en las materias antes citadas, sin embargo, las necesidades de la comunidad dedicada profesionalmente a la cultura se vuelven cada vez más complejas y difíciles de atender, por lo que se precisa de establecer un vínculo sólido entre la clase política y la clase artística.
Es indiscutible que construir carreteras, mejorar servicios públicos o fortalecer el sistema de salud, son responsabilidades que determinarán el éxito o el fracaso de una administración, no obstante esto, no puede excluirse el que se apoye un campo desde el cual se generan los símbolos de identidad y los rasgos que dan a conocer a México hacia el resto del mundo. Más allá de sus fronteras, a México lo conocen por su patrimonio cultural.
La vida y obra de los artistas mexicanos forman el legado cultural de una entidad y del país mismo, por ello es que el Estado y quienes buscan el poder público deben reparar en salvaguardar condiciones dignas para el ejercicio de una carrera vinculada a la creación y a las artes. Así como en las ciencias hay fugas de cerebros, el abandono desde el gobierno hacia esta comunidad ha generado ya fugas de talentos que buscan mejores oportunidades en otros territorios.
En momentos tan aciagos y oscuros como los que se viven en el sistema cultural federal, las entidades han debido asumir la obligación de compensar la ausencia de apoyos y de programas para los artistas y gestores culturales; en el caso de Coahuila y el Estado de México no ha sido ni será diferente.
Para cerrar, sólo queda reiterar el llamado en favor de la comunidad artística de estos estados y del país; se ha perdido ya mucho en cuatro años pero aún se está a tiempo para rectificar y rescatar este sector.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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