Tigres de arena/Bismarck Izquierdo
Quince días de Ocampo
Hace un par de entregas se escribió sobre algunos aspectos biográficos relativos a la vida de Melchor Ocampo, mencionando entre ciertos puntos lo relativo a su rol en la elaboración del tratado que lleva hoy su apellido y su paso por Europa.
Es más o menos de dominio público, también, que Ocampo fue quien reabrió el Colegio de San Nicolás —en Morelia— cuando detentó la gubernatura de Michoacán y que a su muerte, sus hijas cumplieron con su voluntad de entregar su biblioteca al Colegio, y, más adelante, su corazón, ya que el mismo reformador afirmaba que éste le pertenecía a esta institución.
También, hace dos semanas se hizo alusión a su obra Mis quince días como ministro, con la intención de profundizar un poco más sobre ésta.
Si se intenta leer dicha obra de manera “directa” cabe la posibilidad de dejar pasar información y datos que ayuden a contextualizar el escenario bajo el cual Melchor Ocampo concibió dicho texto.
Los quince días a los que se refiere Melchor Ocampo son aquel periodo durante el cual fue elegido por Juan Álvarez como ministro interino del gabinete que iba a tener por encomienda el promulgar en breve una nueva constitución, así como el convocar a un nuevo congreso constituyente; esto sucedió entre el 6 y el 20 de octubre de 1855.
“El señor presidente, a quien daba yo el brazo, me dijo que le ayudase como ministro interino a formar su gabinete. Accedí desde luego, recalcando la palabra interino y dándole a entender que tal interinato lo entendía yo sólo por aquel trabajo.”, escribe en uno de los pasajes de su libro el propio Ocampo.
Durante esta responsabilidad, Melchor Ocampo hubo de transitar con las tensiones políticas que había entre liberales “puros” y “moderados” con miras a formar el gabinete de Juan Álvarez. Tras la promulgación del Plan de Ayutla, se buscaron los medios para legitimar este gobierno a través de la convocatoria a un congreso constituyente, mismo que a su vez debería promulgar una nueva constitución de orden liberal. Bajo este esquema se gobernaba a manera de una dictadura, por ello era necesario una convocatoria nacional para establecer un gobierno democrático y representativo.
Más allá de los choques que hubo desde un inicio entre Ignacio Comonfort y Melchor Ocampo, el primer gabinete de Juan Álvarez quedó integrado por Ocampo mismo (Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores), Benito Juárez (Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Ignacio Comonfort (Ministro de Guerra) y Guillermo Prieto (Ministro de Hacienda).
Tal vez el mayor logro durante este efímero episodio de trece días —no quince— que Ocampo ocupó dicha cartera, y previo al retorno a Cuernavaca del ministro Comonfort, fue el expedir la convocatoria al Congreso Extraordinario Constituyente, de acuerdo a lo previsto en el mismo Plan de Ayutla. En la misma se reflejó su impronta ideológica, dando a los miembros del ejército sólo la posibilidad de votar y a los clérigos nula participación en la conformación de éste. Benito Juárez durante este mismo periodo consiguió también expedir las leyes que en materia de justicia suprimieron los tribunales especiales y los fueros de las corporaciones eclesiásticas y militares en materia civil, acotándolos sólo a asuntos de su competencia.
Si bien en el futuro inmediato Ignacio Comonfort se haría de la Presidencia de la República y desconocería la constitución que juró cumplir, este álgido periodo entre 1855-1857 sirvió como preámbulo a la Guerra de Reforma y donde a la postre la facción de liberales moderados terminó por disolverse, allanando el terreno para llevar a México a un nuevo conflicto entre dos bandos: el de los liberales y los conservadores.
En fin, una obra digna de ser revisada en cualquier época por aquellos aficionados a la historia de nuestro país y al fenómeno político. No hay periodo en el que sus pasajes no cobren vigencia y ésta siempre formará parte del gran legado de Ocampo para México.
Fuente consultada: “Exilio y Poder”, José Herrera Peña, 2015.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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