Inteligencia artificial: social y medioambiental
Durante la sesión de la Cumbre de Derecho Internacional: “Desafíos legales ambientales”, escuché diversas disertaciones de especialistas con relación al tema y las posiciones jurídicas de Chile, México, Colombia y Ecuador; llamo mi atención la ponencia de Diego Andrés Miranda que presentó la ponencia Derecho ambiental e inteligencia artificial.
En las narrativas presentadas me sorprendió la vinculación de la inteligencia artificial y el medio ambiente. Comprendo que la primera revolución industrial fue hace doscientos años, con la máquina del vapor, más tarde la electricidad, la tecnología, y hoy la robótica. Frente a estos adelantos, vivimos en crisis de diferentes tipos, medioambiental, social, subjetiva, educativa, de salud, financiera, y del miedo; Diego Andrés Miranda se refiero a la crisis climática, y en ella los elementos de la naturaleza, el agua, la tierra y sus procesos productivos, la polución y el aire, el manejo de la energía.
Para Félix Guattari, o bien para Leonardo Boff, el primero, en términos de hablar de la ecosofía y el segundo sobre los cuidados de la tierra, nos dejan ver una estela de posiciones que generan las crisis actuales, incluyendo la medioambiental, social, la mental, pero también como lo dice Boff la crisis integral.
Es probable que la disrupción y la innovación de este nuevo milenio tengan el potencial de generar un daño colateral social; es decir de no beneficiar a toda la población; en este sentido, Santiago Contreras, en su artículo la “Cuarta revolución industrial y la desigualdad”, explica que, si bien los avances tecnológicos han generado una mejora en la calidad de vida de las personas, ya que facilita procesos, para la mejora de las relaciones personales, sociales, incluso económicas, también puede generar detrimento en algunos sectores poblacionales, especialmente las clases bajas, debido a la falta de educación y acceso a los sistemas de información y los servicios de la era digital.
Por otro lado, el maestro Diego Andrés Miranda Guzmán, disertante de la ponencia Medio ambiente e inteligencia artificial, disertó respecto del documental el Prejuicio cifrado, del cual preciso que la tecnología puede estar generando procesos de discriminación, prejuicios, invisibilidad, es decir mecanismos de opresión al considerar a mujeres, personas afroamericanas y otros grupos poblacionales.
Prejuicio cifrado analiza los procesos de discriminación que hay en la tecnología que funciona por medio de algoritmos. Así, se presenta la investigación de Joy Buolamwini, en la que se demuestra que el reconocimiento facial no funciona correctamente con las pigmentaciones de las pieles más obscuras o negras, y desde luego la lucha que se encara frente a las autoridades estadounidenses para que se cambie los algoritmos en ese momento 2018, con el fin de evitar los prejuicios raciales; y es que, las técnicas digitales para reconocer rostros funcionan mucho mejor en hombre y mujeres blancas, pero sobre todo en hombres blancos, que en aquellas personas con todos de piel más oscuros.
Pero también la inteligencia artificial puede apoyar al medio ambiente, por ejemplo, la caza de especies en peligro de extinción. La inteligencia artificial se pues utilizar para el procesamiento de datos obtenidos de observaciones en terreno, imágenes satelitales y registro de incidentes, para predecir las posibles rutas que utilizarán los cazadores furtivos y para determinar los lugres donde se producirán nuevos ataques. Esta información puede ser utilizada por policías y órganos del estado encargados de la fauna silvestres.
Pese a ello, también la inteligencia artificial puede ayudar al medio ambiente también en otras áreas como la marítima, es decir: para el control de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada; para el apoyo al cumplimiento ambiental; para la optimización de rutas de retiro de residuos en faenas mineras; así como para la predicción de generación de residuos marinos.
Ahora bien, los desafíos legales del medio ambiente, requieren de incorporar a quienes van a cumplir dichas leyes, o la normativa. Porque por si mismas las leyes no se cumplen, la cumplen las personas, los corporativos, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil, es decir personas físicas y personas morales; no obstante, la base de dichas estructuras somos las personas, por eso debemos impulsar acciones para promover creación y desarrollo de conciencia ambiental, de racionalidad ambiental, pero sobre todo de seguir trabajando en una ecoformación, aunado a una ecoética, que coaligadas a través de una ecopedagogía podamos seguir trabajando en la formación ecocentrica o biocéntrica para la formación de las nuevas generaciones.En general, felicito las participaciones de quienes disertaron sobre los desafíos legales del medio ambiente, de la Cumbre de Derecho Internacional.