La revolución en el PRI
Desde que el PRI fue derrocado en Michoacán en las elecciones del 2001, después de mantenerse en el poder durante 70 años, no ha logrado reponerse. Han pasado 22 años y solamente han recuperado una vez la gubernatura, cuando lanzaron de candidato a Fausto Vallejo, quien llegó a la elección del 2011 con la hazaña de haber gobernado cuatro veces la capital Morelia.
Pero el saldo de ese cortísimo periodo de gobierno – de solo tres años con seis meses, debido a la reforma constitucional que empalmaría las elecciones locales y federales a partir del 2015 -, fue turbulento, por decir lo menos. Los problemas de salud minaron a Vallejo y éste se vio obligado a dejar seis meses como interino a su secretario de Gobierno, Jesús Reyna, con quien inició, en pleno ejercicio del poder, un distanciamiento que después derivó en una demoledora ruptura para el andamio priísta.
A eso se suma que el crimen organizado, después de una década de expansión en el territorio estatal, había logrado permear peligrosamente no solamente en las corporaciones policiacas, sino también en las estructuras de gobierno.
Peligrosos y buscados líderes criminales llegaron a grabar encuentros con diversos políticos y funcionarios del ámbito municipal y estatal. Mandos policiacos, alcaldes y hasta residentes de la Casa de Gobierno fueron parte de la filmoteca que documentó dichos encuentros, la cual fue proyectada y exhibida públicamente más tarde, cuando el gobierno federal decidió desplazar al gobierno estatal en el mes de enero del 2014, e iniciar una de las limpias de autoridades sometidas o coludidas con el crimen, nunca vista en ningún otro punto del país.
Esa intervención, considerada en los hechos como una desaparición de poderes, impuso como gobernador a Salvador Jara, quien se desempeñaba en ese momento como rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y derivó en la captura del secretario de gobierno y de varios otros personajes ligados al poder, del PRI y de otros partidos, acusados de nexos con el crimen organizado.
Reyna salió de la cárcel a finales de 2018, cuando ya Enrique Peña Nieto había dejado la Presidencia de México y comenzaba el gobierno del morenista Andrés Manuel López Obrador, a quien se atribuye la decisión de retirar los cargos que mantuvieron cuatro años preso al político michoacano. En pago, el también ex dirigente del tricolor y ex diputado dedicó su retorno a la política apoyando a Morena en las elecciones locales del 2021.
Esa turbulencia fue la que marcó el efímero regreso del PRI a la gubernatura, la cual, desde el 1 de octubre del año pasado, se tiñó de guinda Morena. Es decir, pasarán casi seis años más para que el PRI intente nuevamente retomar el poder, solo o en alianza, en una entidad donde en aquella, su última época dorada, llegaron a ganar carro completo en el Congreso del Estado en las elecciones intermedias de 1998, siendo gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí y sus operadores políticos, desde el gobierno, personajes como Antonio García Torres y Juan Benito Coquet Ramos.
Y lo intentarán lanzando ahora como su dirigente estatal a Memo Valencia, quien tras un acuerdo con la veintena de aspirantes que levantaron la mano, se registró como candidato único en el proceso interno y el próximo sábado estará tomando posesión, llevando como compañera de fórmula a la ex diputada Xochitl Ruiz, a quien se vincula como cercana al grupo político de Ascensión Orihuela. El acto lo encabezará su líder nacional Alejandro Moreno, mejor conocido como Alito.
Valencia, quien niega ser amigo de Alito – “es mi jefe, no mi amigo”, ha atajado ante la prensa -, ha sido líder juvenil del PRI, diputado local y presidente municipal de Tepalcatepec, aunque la delincuencia no lo dejó gobernar y tuvo que abandonar el municipio para despachar desde Morelia, donde los diputados locales decidieron, ante el vacío de poder que eso generó, nombrar a un edil sustituto.
En los últimos años ejerció como activista justo en esos terrenos, los del combate a la delincuencia, a través de la persecución, ubicación y detención de objetivos implicados, principalmente, en el robo a vehículos. Su organización “Revolución Social” amasó rápidamente a miles de seguidores en redes sociales y fue una plataforma estratégica para proyectar a Memo Valencia como candidato a alcalde por el PRI en el 2021, ahora en la capital michoacana.
En esa campaña fue derrotado por el candidato del PAN y PRD, Alfonso Martínez, a quien Valencia le atribuyó una campaña negra tras el atentado a balazos donde sicarios rafaguearon la camioneta oficial del candidato priista, dejando a dos de sus colaboradores lesionados. Él salió ileso. Minutos antes se había bajado del vehículo, en una escala de último momento para acudir a presenciar por televisión una pelea de box del Canelo Álvarez. A esa decisión, Valencia le atribuye haber salvado su vida. Esa decisión, a sus opositores les dio insumos para propagar la versión del autoatentado.
Bajo ese contexto, el revolucionario ex candidato buscará ahora revolucionar al PRI en una empinada y sinuosa cuesta que lo pondrá a prueba en las intermedias del 2024, hablando de los tiempos electorales. Pero en términos de estrategia y operación política, Valencia está ya a prueba desde su autodestape para buscar dirigir al PRI. Lograr su registro único fue, aunque airoso, solo el primer paso.
Cintillo
Ya han pasado cinco años de aquel operativo en Arantepacua, el cual culminó con cuatro civiles muertos y varios policías heridos. Y todo inició por el secuestro de un centenar de vehículos y el amago de supuestos normalistas, de quemar vivos a choferes que estaban también retenidos.