Justicia gradual o casi casual para las mujeres/Selene Vázquez Alatorre
En la búsqueda de la igualdad, de los equilibrios y de una intención de cambiar patrones de conducta profundamente arraigados, gradualmente la mujeres hemos logrado cambiar leyes, orientar comportamientos de los actores involucrados en la atención de los problemas de las mujeres y la visión de quienes están el sistema de justicia.
El 7 y el 8 de marzo se conmemoran en México y particularmente en Michoacán dos hechos históricos no relacionados pero que necesariamente tendrían que vincularse, la creación en 1815 del Primer Supremo Tribunal de Justicia para la América Mexicana porque ahí se habia instalado el Gobierno Insurgente creado José María Morelos y Pavón, quien a finales de ese año sería capturado y fusilado con un juicio sumarísimo de otro tipo de tribunal con acusaciones absurdas.
Absurdas han sido por siglos algunas formas de juzgar y tendríamos que pensar que después de un siglo de proclamas, reclamos y protestas y finalmente reformas, a las mujeres se les juzgará con los mismo ojos que a los hombres.
Desde una mujer golpeada con un brazo roto y golpes por todo el cuerpo que tiene que esperar horas para ser atendida por un ministerio público que le dice “pues que le hizo para que la dejara así” o la obligan a firmar un acuerdo de perdon por no querer librar una orden de restricción o alejamiento y una sanción al agresor, o la mujer que denuncia violencia y amenazas de muerte y pide apoyo a una mujer juez civil que si le otorga la orden de protección pero que nadie entregó, ni ejecutó… la víctima fue encontrada un mes después enterrada en el patio de su casa.
La justicia no ha tenido perspectiva de género en la mayoría de los casos, aun ahora que las leyes fijan rutas distintas, por ejemplo la adolescente o mujer que fue violada y que es forzada por la fiscalía a sentarse frente su agresor y negociar un perdón por 5 mil pesos que no servirán para sanar heridas físicas, psicológicas o hasta un aborto, recordatorios permanentes del hecho violento.
A penas en diciembre una destacada Magistrada, Ángeles Llanderal Zaragoza emitió una sentencia histórica bajo la luz del nuevo sistema de justicia: el juez de control no vió elementos para vincular a proceso al presunto abusador sexual de una adolescente, la asesora victimal y el ministerio público apelaron y la magistrada determinó dos cosas inusuales “vinculó a proceso” ella misma y le explicó ampliamente a juez porqué. Invocó todos los tratados internacionales y leyes nacionales que obligan a los jueces de México a tener perspectiva de género al juzgar, al tiempo que les deglosó todas las pruebas que eran suficientes para determinar que se vinculara… le hizo la tarea al juez.
Pero de infeliz memoria del otro lado, hace algunos años en Pátzcuaro en este siglo, un asesino salió en tres días después de matar a su esposa a golpes porque la encontró -según dijo- besando a otro hombre en la calle, porque existía una atenuante en la ley (ya no existe) en la que se consideraba que los celos son un estado pasional que nubla la mente temporalmente lo que justificaba para el deficiente juez, el alcoholismo y drogadicción del inculpado y claro el salvaje asesinato.
Así pues la justicia para las mujeres es todavía un punto crítico para la sociedades en la obligación de los Estados para brindar protección social, accesos a los servicios públicos y buscar la igualdad.