Cero discriminación/Gerardo Herrera
Personas originarias y matrimonio: cero discriminación.
Gerardo A Herrera Pérez
La modernidad y colonialidad, han sido un binomio que afecta desde hace 500 años a las poblaciones originarias, y al mundo en general; desde el modelo civilizatorio que se instaló por los conquistadores se llevó a cabo la colonización de los pueblos originarios desde el poder, el saber, el ser y la naturaleza, pero también se instaló el patriarcado, en donde se definieron los roles sociales desde el género y el binarismo: solo hombre o mujer, solo el sexismo para la reproducción, solo lo masculino o la femenino, echando abajo los roles sociales que se generaban por los pueblos mesoamericanos o amerindios desde las politicidades para las mujeres y los hombres; también, desconociendo a las berdaches deidades femeninas y masculinas en el cuerpo de una misma persona.
Estos procesos fueron acompañados del racismo, mecanismos utilizados para la jerarquización de la sociedad y supremacía del hombre blanco, heterosexual activo, con estudios, dinero, sin discapacidad y desde luego sin gota de sangre originaria, haciendo la asimetría con otras razas, amarillas, rojas, negras. Racismo que generó privilegios para los cuerpos blancos y sometimientos, control y disciplinamiento de los cuerpos para los otros colores.
De esta manera vivimos un binarismo de 500 años, y ahora después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se caen los metas discursos y aparecen nuevos discursos sobre los derechos humanos; feminismo; diversidad sexual; la Paz; la ecología; entre otros, se lucha por un reconocimiento a la diversidad no solo sexual, sino cultural y social, acciones que se presentan para impulsar la cero discriminación, por sexo, género, raza, clase, edad, condición de salud, económica, educación, orientación sexual, identidad de género entre otras.
El racismo funciona perfectamente tanto en el norte global, como en el sur global; pero en el sur global, los conflictos siempre se resuelven mediante la violencia, acompañándolos la exclusión, la diferencia, la desigualdad, la injusticia social, la opresión al invisibilizar, estigmatizar, prejuiciar, incluido el excluir y matar.
Hoy siguen las diatribas, los estigmas y prejuicios porque personas del mismo sexo, formalizan sus relaciones sexoamorosas frente a un compromiso constitucional del Estado mexicano en donde tiene la obligación de dar seguridad a los derechos humanos, libertades y dignidad humana de la población, porque esos derechos se encuentran positivizados; tal cual sucedió en Michoacán cuando este mismo año se caso en Ihuatzio, Michoacán, una pareja del mismo sexo, la cual fue acompañada de sus familiares y amistades de la comunidad para generar condiciones de una boda al estilo Purépecha; más allá de que algún miembros de la comunidad no quedara satisfecho, estuvo en la ceremonia civil la familia.
Pero hoy mismo, nos enteramos de una pareja homoparental Rarámuri, que decidieron formalizar su relación ante las autoridades del Registro Civil de Chihuahua; ellos por lo pronto ya viven casados, pero, diversos miembros de la comunidad no lo aceptan, y los estigmatizan y señalan peyorativamente.
Actualmente tenemos 68 lenguas originarias, expresadas en cientos de poblaciones, muchos de estas poblaciones alcanzaran la aceptación en la medida que no consideren el prejuicio, que vean el amor, el respeto, la responsabilidad, el cuidado, la comprensión y un diseño de vida que les permita ser felices y proyectarlo. Espero que así sea, solo que esto tardará años en lo que transitamos a otro modelo de sociedad, donde se cambien las prácticas de consumo, y las intersubjetividades, donde podamos entender que al centro esta la vida, y desde ahí nuestra relación con el otro, humano o no planta o animal, nos debe permitir seguir un camino como lo decía Humberto Maturana en la Biología del Amor.
En este Día de la cero discriminación, deseo, espero, que muchas personas ya consideren evitar hacer racismo, discriminar, hacer opresión contra el otro, por no cubrir sus perfiles sociales.